La batalla política de Hong Kong frente a Beijing

<span style="font-size: 11.8181819915771px;">Ante la decisión de Beijing de limitar la cifra de candidatos, activistas prodemocráticos anunciaron una "era de desobediencia civil".</span>




Desde que Hong Kong dejó de ser colonia británica, en 1997, está siendo gobernada por China según el principio "un país, dos sistemas", con el cual esta Región Administrativa Especial podría gozar de "un mayor grado de autonomía, excepto en asuntos exteriores y de defensa" durante 50 años. Es decir, el principio permite mantener un sistema económico capitalista y con mayores libertades políticas bajo la soberanía de un país de ideología oficial comunista.

Ilusionados con la promesa de libertad económica y política hecha en 1984 entre los dirigentes chinos de la época y la primera ministra británica Margaret Thatcher, los habitantes de Hong Kong albergaban esperanzas con las primeras elecciones directas que se llevarán a cabo en el territorio para elegir nuevo líder en 2017. Sin embargo, el domingo Beijing anunció lo que muchos sospechaban: descartó las nominaciones abiertas de candidatos para el cargo de jefe Ejecutivo de Hong Kong, desatando así una verdadera batalla política.

"Es un día muy negro para Hong Kong", señaló Anson Chan, quien fuera una de las figuras más relevantes del enclave cuando su soberanía fue transferida a China en 1997, luego de enterarse que el Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular (Parlamento chino) estableciera el domingo pasado que solo se presentarán a esos comicios "dos o tres candidatos" seleccionados por un comité "ampliamente representativo" del territorio, que hasta ahora estaba compuesto por 1.200 personas en su mayoría afines a la línea política de Beijing. Además, los aspirantes necesitarán más de la mitad de los votos para poder asumir el cargo.

"El jefe de la administración tiene que ser una persona que ama al país y a Hong Kong", afirmó el Congreso del Pueblo, dejando en claro que cualquier candidato tiene que ser leal al gobierno comunista en Beijing. Al igual que hasta ahora, el primer ministro electo tendrá que ser confirmado por el gobierno central chino.

La decisión generó una dura réplica verbal de los líderes de las agrupaciones cívicas y políticas que exigían unos comicios realmente democráticos y sin restricciones. "El camino del diálogo ha llegado a su fin. Comienza la era de la desobediencia civil", aseveró Benny Tai Yiu-ting, uno de los fundadores del movimiento prodemocracia Occupy Central. El mismo día de la votación en el Comité Permanente de la Asamblea Nacional Popular un grupo de manifestantes protestó frente a los edificios del gobierno en Hong Kong. Uno de ellos, Henry Chung, le dijo a AFP: "Estoy muy triste. Hemos esperado muchos años. Y ahora no tenemos nada".

Según el pacto con Londres que llevó a la devolución de la colonia a China, Beijing debería permitir en 2017 -a los 20 años de la retirada británica- la elección democrática del nuevo jefe Ejecutivo de ese territorio. Muchos creen, sostiene la cadena británica BBC, que el dictamen anunciado refleja los temores de los líderes en Beijing de que cualquier concesión política en Hong Kong podría alentar las demandas de liberalización en el territorio continental. Dichas demandas fueron extinguidas en la Plaza de Tiananmen en 1989.

Li Fei, subsecretario general del Comité Permanente del Congreso Nacional del Pueblo indicó abiertamente que la nominación abierta de candidatos crearía una "sociedad caótica". "Muchos en Hong Kong han perdido mucho tiempo discutiendo cosas que no son apropiadas. Si el jefe Ejecutivo no ama al país y se enfrenta a Beijing, (el principio de) 'un país, dos sistemas' fracasará" afirmó.

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