La Ciudad y los Perros, un hito literario llega hoy a las tablas

Stgo. a Mil estrena esta noche la obra que el peruano Edgar Saba remontó para celebrar los 50 años de la novela de Vargas Llosa.




"Yo no le animé mucho", decía Mario Vargas Llosa en 1982, cuando a propósito del estreno de La ciudad y los perros confesaba que su primera novela le parecía difícil de adaptar al teatro. Pero el director peruano Edgar Saba perseveró y lo convenció. "Mira, la primera página me parece un poco conservadora, pero todo lo demás está muy bien", Saba recuerda que finalmente esa fue la única acotación del escritor. Y él le hizo caso. En diciembre de 1982 la obra se estrenaba en Madrid con el apoyo de su autor. "Este montaje es absolutamente fiel a lo que más me interesa de la novela, el tema de la brutalidad inocente, que es quizá lo que más recuerdo del colegio en que fui cadete dos años", contaba entonces Vargas Llosa al diario El País.

Casi 30 años después, el respaldo se repetía. Vargas Llosa, en calidad de premio Nobel, posaba en portada de la revista Hola junto a Saba para el estreno de la obra en Lima. Es esta versión peruana, que se remontó por los 50 años de la novela, la que llega hoy a Stgo. a Mil, festival organizado por Fitam y presentado por Minera Escondida (operada por BHP Billiton).

La obra sigue la historia y la estructura del libro, hito del boom latinoamericano, situado en el colegio de instrucción militar Leoncio Prado, en Lima, a mediados del siglo XX. El montaje muestra la historia como un thriller a partir de un crimen que involucra a tres jóvenes, todos enamorados de la misma mujer. "Aunque parezca tan dura, en última instancia es una novela romántica, una historia de amor", dice Saba.

La obra se mueve entre estos jóvenes y sus compañeros, cruzando los monólogos del Poeta, los diálogos del Jaguar, la distancia discursiva del Esclavo y el coro de cadetes para hablar de agresividad, fanatismo, sexualidad y, sobre todo, libertad. "Es una obra sobre la libertad, entendida en el sentido de hacer lo que uno decide y el problema es que en ella nadie decide nada", cuenta el director.

Diecinueve actores en escena interpretan el montaje, que tiene ciertas diferencias con su versión original. En la española, el escenario estaba vacío, y en la peruana, "al actor que interpreta al Esclavo aún le falta tiempo para llegar a Hollywood", dice el director, riendo. Sucede que la versión de 1982 significó el debut de un malagueño de nombre Antonio y de apellido Banderas, a quien Saba recuerda hasta cuánto le pagaron entonces: 500 pesetas. Otra diferencia es que para la versión actual el entrenamiento militar que recibió el elenco fue mucho más intenso, "porque el militar que nos acompañó posiblemente no había leído la novela", dice el director.

El montaje fue un éxito en Perú durante el 2012. En su primer mes llevó más de cuatro mil espectadores y se mantuvo por seis meses en el Teatro Nacional. En Chile, la obra sólo tendrá tres funciones.

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