La crisis de la universidad estrella de América Latina

La Universidad de Sao Paulo tiene serios problemas, con un déficit que compromete su gestión, una sangría de reservas y una huelga de funcionarios. Su corona en la región también está en entredicho. En mayo perdió el primer puesto en el ranking latinoamericano de la consultora QS ante la Pontificia Universidad Católica de Chile.




Nada parecía hacer sombra a la Universidad de Sao Paulo (USP) hasta poco tiempo atrás: considerada la mejor casa de educación superior de América Latina, su nombre pasó a ser sinónimo de excelencia regional. Pero de pronto también se ha vuelto un ejemplo de lo que muchas universidades deben evitar.

La USP atraviesa en estos días una crisis histórica, con un déficit que compromete su gestión, una sangría de reservas y una huelga de funcionarios de más de 100 días.

Su corona en la región también está en entredicho. En mayo perdió el primer puesto en el ranking latinoamericano de la consultora QS ante la Pontificia Universidad Católica de Chile. Este panorama abrió un debate sobre cómo debe renovarse una institución de enseñanza terciaria que depende en gran medida de recursos gubernamentales para funcionar.

"En el futuro, de alguna forma la universidad pública brasileña, de la cual la USP es el mejor ejemplo, precisa una reformulación", le dijo a BBC Carlos Monteiro, presidente de Consultoría CM, una empresa especializada en gestión universitaria con sede en el estado de São Paulo.

Fundada en 1934, la USP apareció en los últimos años al tope de diferentes listas con las mejores universidades de América Latina.

"Si tan sólo más instituciones de educación superior en la región fueran como la U. de Sao Paulo", señalaba la revista británica The Economist en 2011.

La nota citaba el primer ranking latinoamericano de QS, que ese año ubicó a la USP a la cabeza, pero también clasificaciones como la de Times Higher Education (THE),  publicación británica que ponía a la universidad brasileña en el puesto 178 del mundo.  Al año siguiente llegó al escalón 158, pero en 2013 salió del selecto grupo de las mejores 200 universidades del planeta.

Con cerca de 90.000 alumnos que estudian en ella gratis, la USP es la mayor universidad pública de Brasil. Se destaca en áreas como la investigación científica, pero cubre todos los campos académicos; además de hospitales, tiene varios museos y orquestas.

Es financiada por el gobierno estatal de Sao Paulo, que le destina un porcentaje de lo que recauda con un impuesto a la circulación de mercaderías y servicios. Este año son casi US$ 2.190 millones.

Sin embargo, esos recursos actualmente son insuficientes para cubrir siquiera los salarios de personal docente y administrativo, que equivalen a 106% del presupuesto total, según su rectoría.

Por lo tanto, el dinero para mantenimiento o modernización depende de otras fuentes, como contratos y convenios con otros órganos de fomento a las investigaciones. O de echar mano a sus reservas, que según la misma fuente ya cayeron 36% entre junio de 2012 y abril de este año.

"Es una crisis financiera grave", le aseguró a BBC Carlos Antonio Luque, profesor de la Facultad de Economía de la USP.

Por qué la universidad estrella de América Latina llegó a esta situación es una pregunta que genera controversia.

Algunos señalan que la USP ha crecido sin un plan para racionalizar recursos, gastando mal y contratando más profesores y funcionarios a medida que abría nuevos campus.

Los sindicatos, en cambio, sostienen que el gobierno estatal ha evitado acompasar ese crecimiento con un aumento proporcional del dinero que otorga a la universidad.

Luque indicó que la economía de Sao Paulo, al igual que Brasil entero, ha crecido muy poco recientemente, lo que afecta las transferencias a la USP. A su juicio, la situación será complicada hasta que haya una recuperación de la actividad, quizás en 2016.

Para mitigar la crisis, la universidad postergó el reajuste salarial que correspondía a los funcionarios. Esto desató en mayo la mayor huelga en la historia de la USP, que además de atrasar algunos cursos, provocó el cierre de bibliotecas y otros servicios.

Esta semana, los funcionarios aceptaron una propuesta de la justicia para reajustar sus salarios 5,2%, menos de lo que pedían, pero algunos detalles pendientes de la negociación pueden atrasar el fin de la huelga.

La universidad estima que con ese ajuste el déficit ascenderá a US$ 504 millones a fin de año.

El rector Marco Antonio Zago, un médico y científico que asumió el cargo en enero, ha cortado las contrataciones e impulsa un plan de dimisiones voluntarias. Así espera equilibrar las cuentas hacia 2018. Sin embargo, hay quienes dudan que suficientes funcionarios dejen el cargo por iniciativa propia. Y otros temen que la falta de nuevos docentes aumente la cantidad de alumnos por cada profesor, que pasó de nueve hace dos décadas a 15 ahora.

Pese a todo, la universidad ha logrado mantener un nivel destacado de enseñanza. El mes pasado, la USP volvió a ser la mejor latinoamericana en la lista de la Universidad Jiao Tong de Shanghai, que destaca la investigación científica y ubicó a la brasileña entre los puestos 101 y 150 a nivel mundial.

Esta semana, un ranking publicado por el diario brasileño Folha de Sao Paulo indicó que la USP obtuvo la mejor nota en 20 de 40 áreas de graduación dentro del país.

Pero el riesgo es que la crisis y los efectos de las medidas para sortearla afecten la calidad de enseñanza que brinda la USP.

Monteiro descartó que eso ocurra de inmediato, argumentando que la USP aún capta a los mejores alumnos de Brasil, muchos de los cuales provienen de colegios privados.

Pero advirtió que el reto para la universidad es buscar en el mercado asociaciones con empresas o entidades que le permitan crear nuevos ingresos y le den más independencia financiera. "Para ser la mejor (de la región) y aparecer en los grandes rankings mundiales de universidades", señaló, "precisa reimaginarse en términos de gestión y reconstruirse".

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