La lucha contra la muerte que realizan los médicos chilenos en Puerto Príncipe

Entre moscas, basura y gritos de pacientes moribundos, los doctores curan traumatismos expuestos y practican amputaciones en el Hospital Universitario de la Paz de la capital.




"Está viable. Le vamos a cortar el brazo", grita una monja española que ayuda como voluntaria del Hospital Universitario de la Paz de Puerto Príncipe, en alusión a una mujer que agoniza en un pasillo. Este es uno de los principales centros a los que son derivados los heridos tras el terremoto que afectó a Haití. En medio de las moscas, basura, los pasillos atestados de moribundos y la presión de cientos de familiares por ingresar al recinto, los médicos chilenos, al igual que decenas de profesionales de distintos puntos del planeta, intentan ayudar a salvar vidas en este lugar.

El doctor Heriberto Pérez, del Samu de Viña del Mar, coordina el trabajo con especialistas de cubanos y españoles. Pérez lidera al grupo de 10 especialistas chilenos en el hospital. "Lo más complicado son las condiciones sanitarias", afirma. Una opinión coincidente con la de Eduardo Wiechmann, residente de neurocirugía del hospital José Joaquín Aguirre, quien dice que "se está operando en condiciones básicas". Una situación que se agrava con la falta de agua y luz vivida en el hospital. "Estamos operando sin luz", dice a La Tercera el doctor Julio Barreto, cirujano del Samu de la Posta Central.

Los gritos de las mujeres con fracturas expuestas y de niños con heridas casi gangrenadas forman parte de un paisaje desolador en este hospital. Hay tres pabellones funcionando, con 15 cirujanos, pero no dan abasto. "Las principales intervenciones son amputaciones", relata Pérez. "Son amputaciones a diestra y siniestra, sin nada de curaciones", agrega Barreto. Los pacientes son sobre todo, mujeres y niños. Según Barreto, eso se debe a que al momento del terremoto las mujeres estaban en sus casas, mientras que los hombres trabajaban.

Para Alvaro Morales, médico del Hospital San Borja, es su primera experiencia en este tipo de tragedias. "Es lo más duro que me ha tocado vivir", dice. "La imposibilidad de poder resolver todos los casos es lo que más afecta, como esta chica que está esperando desde el martes por una fractura expuesta", agrega, en referencia a una niña que atiende.

Las perspectivas no son buenas. "En las primeras 72 horas fallecieron todos los politraumatizados graves", dice Wiechmann, quien pronostica que la próxima semana "van a empezar a fallecer todas las personas con fracturas expuestas y amputaciones traumáticas que esperan operaciones". Como el hombre que se desplomó con sus brazos abiertos ayer, ante la mirada atónita de reporteros presentes en este hospital.

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