La reforma universitaria que divide a los británicos
El cambio está siendo discutido en la Cámara de los Lores y aún debe pasar por los Comunes.
Las universidades británicas gozan de gran reputación a nivel mundial. Sin embargo, ahora se encuentran en el centro de una polémica debido a un proyecto de ley presentado por el gobierno de Theresa May que -según sus críticos- amenaza con romper ese prestigio. La reforma a la Educación Superior e Investigación está siendo considerada actualmente en un comité en la Cámara de los Lores y aún le queda un largo camino antes de ser aprobada, pero ya está generando controversia.
El gobierno señala que el proyecto busca fortalecer el sector universitario mediante una competencia académica, lo que llevará a una mayor innovación. La reforma espera que la "liberalización" del sistema educacional genere un renacer de las instituciones educativas, ya que las nuevas casas de estudio privadas van a presionar a las universidades tradicionales a mejorar.
Tradicionalmente en Reino Unido los centros de estudio han sido financiados por el Estado, aunque éste no es su dueño y el personal es contratado por las mismas universidades. En el caso de las casas de estudio privadas su financiamiento depende del pago de los aranceles y son administradas por fundaciones o empresas limitadas y no reciben nada del Estado. En la actualidad hay cinco privadas: Regent's University London, The University of Buckingham, IFS School of Finance, BPP University College y The University of Law, las últimas dos con fines de lucro.
El ex primer ministro Tony Blair (1997- 2007) fue el primero en establecer el arancel universitario, (US$ 1.220 anuales) en un acta de 1998, pero a medida que aumentó el número de estudiantes y el costo para los contribuyentes se incrementó el pago de la anualidad. En 2004, se realizaron más reformas que afectaban a las universidades, como triplicar el arancel y eliminar el límite del número de estudiantes en las carreras, pero todas se realizaron sin el escrutinio o el desafío parlamentario.
Para muchos analistas, este proyecto es necesario y se pone al día con las reformas ya mencionadas. Eso sí, el punto más controversial de esta legislación se relaciona con que va a "permitir el establecimiento de más y nuevos proveedores de educación para que los estudiantes puedan elegir entre una gran gama de instituciones". El objetivo de este proyecto -señala el Ejecutivo- es respaldar un nuevo sistema dónde será más fácil para los nuevos proveedores de alta calidad (de educación) lograr poderes para otorgar grados académicos y asegurar el estatus de universidad.
Este lunes la Cámara de los Lores presentó una enmienda sobre este punto. Según el diario The Guardian, los lores presentaron un cambio debido a los temores "de que esto comercializaría el sector al permitir que instituciones privadas lucren con la entrega de títulos". De esta forma, se limitaron los poderes de los nuevos proveedores de educación que se pretenden crear. "El propósito de nuestra enmienda es simple: el proyecto no define lo que es una universidad y pensamos que es importante que lo haga", escribió Lord Stevenson.
El temor sobre esta materia llega al punto que la baronesa Alison Wolf, asesora del Departamento de Educación, advirtió que este proyecto puede llevar a crear un ambiente similar al "de la catástrofe estadounidense". Esto, porque se teme que en vez de usar las ganancias para mejorar la enseñanza, es probable que las nuevas universidades fortalezcan su marketing y ventas. En una columna del diario The Telegraph, se señala que las universidades estadounidenses con fines de lucro gastan en promedio 22,7% de sus ganancias en marketing.
Otras de las preocupaciones radica en el Acuerdo Marco de la Enseñanza de Excelencia, el que estará fundado en tres pilares: tasas de retención estudiantil y de satisfacción estudiantil y las estadísticas de los resultados laborales de los graduados. Aspectos que -según los críticos, tanto laboristas, algunos conservadores y liberales demócratas- no miden la excelencia en la enseñanza. "Esto amenaza la forma en que los potenciales estudiantes hagan la correcta evaluación académica al seleccionar la universidad", señaló The Telegraph. El Consejo para la Defensa de las Universidades Británicas señaló que si la excelencia se basa en la satisfacción estudiantil, esto puede llevar a los académicos a generar el contenido y la evaluación del curso de forma menos demandante, lo que puede bajar los estándares.
Sin embargo, sus partidarios estiman que esto va a llevar a una mayor competencia e innovación y más oportunidades.
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