Las confusas etiquetas de los alimentos
BBC Mundo publica esta semana una serie sobre nutrición. En esta primera entrega explicamos cómo elegir los alimentos más sanos más allá de la información que exhiben.
Se nos repite continuamente: "Una dieta equilibrada es esencial para la buena salud".
Se nos dice que debemos comer cinco porciones de frutas y verduras al día, que no ingiramos más de seis gramos de sal, ni más de 20 gramos de grasas saturadas diariamente.
Para ayudarnos a lograr esos objetivos, las autoridades sanitarias y la industria alimentaria en muchos países han introducido etiquetas en los alimentos.
Éstas deben indicar toda la información nutricional -como calorías, proteínas, carbohidratos y grasas- de cada producto y la ingesta diaria recomendada (IDR) que deberíamos consumir.
¿Pero quien no ha sentido la frustración de tratar de descifrar lo que significan esos números?
La función de las etiquetas nutricionales es ayudar al consumidor a decidir qué comprar y qué comer.
Pero tal como explica a BBC Mundo el doctor Abelardo Ávila Curiel, investigador del Instituto Nacional de Nutrición Salvador Zubirán (INNSZ) de México, los etiquetados de los productos más que ayudar a la gente a elegir una comida sana la confunden más.
"Para poder interpretarlos se requieren conocimientos previos y hasta especializados", dice el experto.
"Porque si nos dan un listado de micronutrientes con cantidades y porcentajes sobre una recomendación, eso no nos permite saber si el alimento es adecuado o es suficiente".
FALTA DE INFORMACION
En años recientes, varios expertos en nutrición en todo el mundo han estado pidiendo la introducción de etiquetados más claros en los productos.
Un sistema ampliamente apoyado es el del llamado "semáforo", que presenta un código de tres colores -rojo, ámbar y verde- según lo sano o riesgoso del producto.
Los productos insanos, por ejemplo, llevarían una etiqueta color rojo para advertir sobre su alto contenido de grasa, azúcar o sal.
El sistema, sin embargo, ha sido rechazado tanto en Europa como en Estados Unidos, principalmente por la oposición de la industria de alimentos que alega que el sistema de advertencia de colores podría "demonizar" a sus productos.
"Algunas empresas de alimentos se muestran muy activas al promover productos que tienen alguna supuesta o real ventaja y los anuncian como 'bajo en sodio' o 'bajo en azúcar', o que 'no tiene grasas trans", dice el doctor Ávila Curiel.
"En este sentido, la industria ha estado muy activa. Pero cuando se trata de advertir sobre los riesgos de determinado producto, allí es donde las empresas brincan".
"Sobre todo en América Latina, y particularmente en México, se hace un cabildeo brutal para evitar cualquier indicación que advierta a la población sobre los riesgos de consumir ciertos productos", expresa el nutricionista.
La gran contradicción, como afirma el experto, es que todos estos productos industrializados –que son los de mayor consumo entre la población- presentan riesgos importantes para la salud.
"Ésta ha sido la enorme batalla que por el momento vamos perdiendo los técnicos, los científicos y el consumidor", dice Ávila Curiel.
En muchos países, sin embargo, se está trabajando arduamente para revertir la situación.
Mientras eso ocurre, dice el experto, es importante que el consumidor conozca qué productos tienen altos contenidos de sal, azúcar o grasas, o si contienen transgénicos, edulcorantes u otros compuestos que podrían ser dañinos para la salud.
COMO ELEGIR
Entonces, ¿cómo seleccionar alimentos para lograr una dieta sana?
"Lo primero es el conocimiento de qué es una dieta saludable", expresa el doctor Ávila Curiel.
"Y lo segundo es estar consciente de que muchos de estos productos industrializados que encontramos en los supermercados no pueden formar parte de esa dieta saludable".
El problema, como afirma el nutricionista, es que en América Latina estos productos constituyen el 50% o 60% de la energía que se consume.
Muchos de estos alimentos tienen cinco o seis veces más sal de la que se recomienda consumir diariamente, o dos o tres veces más grasas y azúcares de los que se requiere.
"Nuestra dieta debe estar formada básicamente de productos naturales, productos con poco procesamiento industrial. Debe consistir, como base, de cereales integrales y frutas y leguminosas".
"Si esa es nuestra base, el consumo de sodio y azúcares de los alimentos industrializados no tendría un impacto tan grave ni causaría tanto daño".
Desafortundamente, dice el experto, los consumidores estamos continuamente bajo una gran presión para que consumamos aditivos, aderezos, saborizantes, colorantes y otros compuestos que no tienen ningún valor nutricional.
"No hay que dejarse llevar por las leyendas de 'bajo en calorías' o light", advierte el doctor Ávila Curiel.
Más que guiarnos por los etiquetados, afirma el experto, debemos usar el sentido común y elegir los productos más naturales, que son los más sanos.
"Por ejemplo, entre una bebida gaseosa y el agua, elija el agua. Y entre un cereal procesado con un alto contenido de sodio y un cereal de grano integral, elija este último".
Uno de los mayores problemas de salud hoy en día es la obesidad y todas sus enfermedades asociadas, como la diabetes y los trastornos cardiovasculares.
Y los expertos están de acuerdo en que esta epidemia es resultado de una dieta alta en grasas, exceso de sal y azúcares.
El gobierno en Estados Unidos publicó hace unos días sus más recientes recomendaciones, las más simplificadas hasta ahora: "Beba agua en lugar de refrescos azucarados, llene su plato de frutas y verduras y reduzca su consumo de alimentos procesados llenos de sal, grasa o azúcar".
Y lo más importante, dicen las Guías Dietéticas para los Estadounidenses 2010, "Goce su comida, pero coma menos".
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