Las múltiples caras de Gerhard Richter, el "Picasso del siglo XXI"
Consagrado como el máximo exponente de la pintura alemana, su trabajo se exhibirà desde el 9 de diciembre en el Mavi.
El único credo de Gerhard Richter es no creer en nada. En su carrera, el pintor alemán (77) se ha paseado por todas las técnicas: neoexpresionismo, realismo, pop art y abstracción. Mientras unos alaban la capacidad camaleónica de su pincel, otros lo tachan de inconsistente. El tiempo, sin embargo, le ha dado la razón. Richter es hoy, junto a Polke y Baselitz, el artista más importante de su país: en 2005 tuvo una gran retrospectiva en el MoMa de Nueva York, tras la que fue apodado "el Picasso del siglo XXI".
En los 60, influido por el movimiento Fluxus, integra junto a artistas como Polke y Konrad Lueg-Fischer el realismo capitalista, una versión del pop art que lo lleva a crear una serie de fotopinturas: más fotográficas que las transposiciones de Rauschenberg y más pictóricas que la iconografía de Warhol. Con este trabajo, en 1973 Richter obtiene su primera subasta en Christie's: sus cuadros triplicarían el precio inicial. Hasta hoy no ha parado. En 2008, uno de sus cuadros abstractos se vendió en 14 millones de dólares, equiparándose en precio a otros superventas como Lucien Freud y Francis Bacon.
Ahora, 27 cuadros de Richter llegan por primera vez al país en la muestra Sinopsis, que se abre el 9 de diciembre en el Museo de Artes Visuales. En ella se refleja el espíritu libre del pintor, quien ya en 1966 hacía su declaración de principios, hasta hoy cumplida al pie de la letra: "Me mantengo alejado de las definiciones. No sé lo que quiero. No persigo ninguna intención, no tengo sistema ni estilo".
CARGA POLITICA
Nacido en 1932 en Dresden, Richter era sólo un niño en la era nazi de Alemania. Estudió en la Academia de Arte de la ciudad (perteneciente a la RDA) y huyó del país sólo dos meses antes que cayera el Muro de Berlín. "La guerra marcó a Richter. En los 60 pintó a su familia, como a su tío Rudi Schonfelder, un joven oficial nazi caído en 1944, y plasmó aviones de combate, en que se mezclaban los miedos de la guerra con la fascinación infantil que se tiene ante los eventos extraordinarios", señala a La Tercera Dietmar Elger, biógrafo del pintor y su asistente personal en los 80.
A pesar del recelo que muestra Richter de dotar su obra de significado, muchos de sus cuadros tienen una gran carga política. Según Elger, su pintura más emblemática es la serie 18 Oktober 1977, donde pintó a cuatro miembros de la Fracción Ejército Rojo (RAF) que se dedicaba al terrorismo en Alemania Occidental. "Richter toca una herida y en base a su franqueza pictórica y temática abrió una controvertida discusión sobre los hechos de la República Federal de aquella época", dice.
En los 80, Richter dio un giro hacia lo abstracto, para luego saltar hacia las fotografías intervenidas con espátulas repletas de pintura. "Sus obras son contradictorias sólo en la superficie. En realidad todas giran en torno a la relación entre pintura y fotografía. Y cómo se construye una realidad independiente, pero a la vez relacionada", agrega Elger.
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