Libia fija elecciones el 25 de junio en medio de una profunda crisis
Además, el nuevo primer ministro solicitó a la Asamblea una prórroga para poder formar un Ejecutivo de "consenso nacional", para contribuir a la salida de la crisis.
La Comisión Suprema Electoral libia ha fijado el 25 de junio como la fecha para la elección de un nuevo Congreso Nacional General (Parlamento), coincidiendo con la mayor crisis política y militar vivida en el país desde la caída del régimen de Muammar el Gaddafi.
El diputado Husein al Ansari ha asegurado a Efe que el Parlamento, que se reunió en un hotel de la capital tras el ataque registrado contra su sede el pasado domingo, ha confirmado dicha fecha antes de levantar la sesión.
Al Ansari agregó que los diputados han sido convocados para el próximo domingo con el objetivo de dar su voto de confianza al equipo del nuevo primer ministro Ahmad Maitiq y para dar luz verde a los presupuestos generales de 2014.
Ambas cuestiones se encontraban en el orden del día de hoy, pero no han prosperado.
Maitiq, que fue encargado de formar Gobierno el pasado 5 de mayo, ha solicitado a la Asamblea una prórroga para poder formar un Ejecutivo de "consenso nacional", para contribuir a la salida de la crisis.
Según varios diputados, Maitiq ha propuesto presentar un equipo en el que estén incluidos representantes de todas las formaciones y grupos políticos del país, para limar las profundas diferencias políticas, tribales y regionales que imperan en Libia.
El anuncio de la fecha se produce un día después de que el Gobierno saliente propusiera una iniciativa que incluía la celebración de comicios antes del 15 de agosto, así como una pausa vacacional del Parlamento hasta las elecciones.
El estallido de esta nueva crisis, reflejo del caos que impera en el país, se remonta al pasado febrero cuando el Parlamento decidió prolongar su mandato, que oficialmente concluía el día 7 de ese mes.
En aquel momento, el general Jalifa Hafter, responsable de los ataques del pasado viernes contra varias milicias de la ciudad oriental de Bengasi, así como las milicias Al Qaqaa y Al Sawaeq, que el domingo atacaron la sede del Parlamento en Trípoli, ya mostraron tanto su oposición a dicha medida como su rechazo a la legitimidad de la Asamblea Legislativa.
A esta situación se suman las rivalidades dentro del hemiciclo entre las fuerzas laicas y la corriente islámica, representada por el bloque Al Wafa y el partido Justicia y Construcción, próximo a los Hermanos Musulmanes egipcios.
Tanto las dos milicias, originarias de la ciudad de Zintan, situadas al noroeste de Trípoli, como Hafter, no ocultan su inquina contra la corriente islámica parlamentaria a la que consideran responsable del surgimiento de milicias radicales, contra las que Hafter asegura combatir a través de la denominada "Operación Al Karama (Dignidad)".
Tras la ofensiva lanzada por Hafter el pasado viernes, en la que murieron 70 personas y 141 resultaron heridas y el asalto al Parlamento del domingo, en el que cuatro personas perdieron la vida, se han sucedido tanto anuncios generalizados de adhesión al Parlamento como a la "Operación Dignidad" del general retirado, tildado de golpista por el Gobierno.
Ayer el jefe de las Fuerzas Especiales del Ejército, Wanis Abu Hamada, anunció desde Bengasi su ingreso en las filas encabezadas por Hafter, un paso emulado hoy por las milicias de la región de Derna, en el este del país, que también se han unido a los golpistas.
Por otra parte, la agencia de noticias estatal ha reproducido comunicados de la ciudad de Sirte y de Misrata, en el centro-norte, en los que las autoridades civiles y militares insisten en su lealtad al Congreso Nacional General (Parlamento).
La confusión desatada en la capital ha llevado a Arabia Saudita y a Argelia a cerrar temporalmente sus misiones diplomáticas, mientras que este último país ha ordenado el cierre de sus fronteras con Libia, según informaron hoy varios medios argelinos.
Más de dos años y medio después de la caída de la dictadura de Gaddafi los distintos gobiernos que se han sucedido en Libia se han visto incapaces de extender su autoridad.
Tampoco han logrado reconstruir muchas de las instituciones básicas o crear unos cuerpos de seguridad capaces de hacer frente a las milicias, muchas de las cuales continúan desafiando la autoridad del Ejecutivo o imponiendo su ley en las zonas bajo su control.
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