Liderazgo en función de resultados
El liderazgo exige convencer (vencer con el otro) a otros que debemos cambiar nuestros comportamientos, hábitos o actitudes, hacia una visión común, para alcanzar un equilibrio superior al actual.
Comunicarse en tiempos normales ya es difícil. En tiempos de incertidumbre -donde la tensión sube y el temor aumenta- lo es aún más. Ejercer liderazgo es prácticamente imposible si no hemos generado la confianza suficiente para que la comunicación fluya y, para que esto ocurra, es fundamental que nuestro entorno reconozca en nosotros la capacidad de interpretar esa información y traducirla en el cambio que el sistema requiera. Sin la información correcta, lo más probable es que forcemos la adaptación del sistema social hacia un escenario equivocado, sin lograr los resultados deseados.
CON-VENCER MAS QUE PERSUADIR
Liderar no es persuadir al otro para que haga lo que uno quiere. El liderazgo exige convencer (vencer con el otro) a otros de que debemos cambiar nuestros comportamientos, hábitos o actitudes, hacia una visión común, para alcanzar un equilibrio superior al actual.
Las principales estrategias que se usan para ejercer influencia sobre subordinados, colegas e incluso jefes son las llamadas tres "R": retribución, reciprocidad y razonamiento.
De acuerdo con Whetten y Cameron, la retribución está más asimilada a coerción, a intimidación del tipo "si Ud. no hace esto, lo lamentará"; la reciprocidad suele enfocarse hacia el intercambio o la integración, con frases como "si Ud. hace esto, recibirá aquello" o de compromiso recíproco como "Yo he reducido mis exigencias, espero lo mismo de Ud."; por último, el razonamiento o persuasión basada en hechos, necesidades o valores personales suele asumir comportamientos como "deseo que Ud. haga algo porque es consistente /bueno/necesario para…" o llamados a un eventual triunfo a conseguir.
Como es natural, sin embargo, no es tan fácil la obtención de un compromiso verdadero y no es poco habitual enfrentar resistencia si lo solicitado es poco agradable, irrelevante o incluso difícil de cumplir. La modificación de hábitos y actitudes será más fácil si el requerimiento que se realiza es razonable, claramente relevante y la persona objeto de influencia está empoderada y sabe cómo cumplir la tarea. Sin embargo, las empresas extraordinarias son fruto de comportamientos extraordinarios, que por definición son guiados por motivaciones que van mucho más allá de una relación meramente transaccional.
BUSCANDO EL COMPROMISO
Ejercer liderazgo es gratificante, pero peligroso. Gratificante, porque nos permite alcanzar altos niveles de autorrealización; peligroso, porque existe una posibilidad de que el esfuerzo sea en vano y nuestra frustración, total.
Términos como influencia, poder y autoridad son fundamentales, pero no suficientes, en el ejercicio de liderazgo. Para Gary Yukl, autor de Leadership in Organizations la influencia es el efecto de la acción de un agente sobre otro, ya sea sobre actitudes, percepciones o comportamientos. Pero las consecuencias de esta influencia pueden o no coincidir con las intenciones de quien la ejerce.
A nuestro modo de ver, el ejercicio de liderazgo requiere el compromiso con un destino superior al punto de partida y no se debe medir según la magnitud del proceso -número de seguidores, sacrificios demostrados, por ejemplo- ni la complejidad del cambio (poder relativo frente a quienes se espera movilizar). El liderazgo, por definición, debe evaluarse en virtud de sus resultados. Lo contrario nos puede llevar a confundir y admirar situaciones que ojalá nunca hubiesen ocurrido.
PARA TENER EN CUENTA
Con sus actos, discursos y su pensamiento en pro de la resistencia pacífica, el líder negro Martin Luther King logró remecer las conciencias y movilizar a toda una generación de sus compatriotas por un ideal de mayor igualdad e integración racial.
Nació en Atlanta en 1929 y a los 17 años fue ordenado ministro baptista siguiendo los pasos de su padre. En la Universidad de Boston conoció el pensamiento pacifista de Gandhi, personaje que lo influenció fuertemente.
En 1955, a raíz del arresto de Rosa Parks, mujer negra que se negó a ceder su asiento a un blanco en un bus, Luther King encabezó un boicot contra la compañía de transporte. Fue arrestado, su vivienda destrozada y amenazado de muerte, pero logró una sentencia de la Corte Suprema que declaró inconstitucionales las leyes de segregación racial en el transporte.
Poco a poco fue ganando influencia en el movimiento por los derechos civiles de los negros, situándose como uno de sus grandes líderes, siempre con una estrategia de no violencia activa.
En 1963, durante el gobierno de John F. Kennedy encabezó la histórica marcha a Washington D.C., donde pronunció su inolvidable discurso "Yo tengo un sueño". En 1964 ganó el Nobel de la Paz.
Se opuso enérgicamente a la Guerra de Vietnam aunque fue duramente criticado por quienes sostenían que involucrándose en este tema perdía fuerza en lo que debía ser su lucha fundamental, contra la segregación racial. Sin embargo, él consideraba la oposición a Vietnam como parte de su lucha.
Luther King fue asesinado en abril de 1968 por un opositor blanco. Su figura se recuerda en Estados Unidos con un feriado el tercer lunes de enero y su legado permanece en hitos tan concretos como la elección, en 2008, del primer presidente negro de la historia de ese país.
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