Lo mejor del vintage madrileño
Tapas, cañas y un paseo por El Rastro. Tres indispensables dentro del recorrido que cualquier visitante haga por Madrid.
Hay tres alternativas para llegar al barrio de La Latina. Una es el metro del mismo nombre, La Latina, otra Puerta de Toledo y la tercera es la estación Tirso de Molina. Nuestra alternativa es ésta, aquí se llega al epicentro mismo de El Rastro y es más fácil también llegar a las calles aledañas a la plaza Tirso de Molina, donde se concentran apretadas, un poco empinadas (raro para ser Madrid) las calles del recorrido. Se parte viendo lo más típico del mercadillo, desde ropa usada en la calle, productos made in china, libros usados, CDs pirateados, Víctor Jara incluido. Es realmente adictivo, buenos precios y con obligatoriedad de regateo, el que no lo hace pasa, rápidamente, de cosmopolita visitante a "turistonto" en un santiamén.
Luego se llega a el sector de calles más apretadas, aún empedradas, con edificios de cuatro a seis pisos donde conviven inmigrantes, jóvenes artistas, estudiantes universitarios y locatarios con sus buenos años, especializados en muebles y lámparas. Un mundo de colección, unas tras otras las tiendas se agrupan y en no más de tres cuadras se puede ver lo mejor en muebles modernos originales, alguna que otra pieza art decó y una gran, gran colección de lámparas alucinantes.
Aquí ya no hablamos del puesto callejero, así es que olvidemos que los precios irán por debajo de los 100 euros, todo sube, sube y sube. Y aunque igual se puede conseguir un ajuste, sería una bendición encontrar, por ejemplo, una lámpara Fase, marca icónica del diseño industrial español de los años 60, por menos de 80 euros. Pero lo cierto es que un juego de té diseñado por Carlo Alessi, original de los años cincuenta en acero, varios cientos de euros. Esto es para entendidos, por lo mismo quien al menos huela por dónde va la mano de lo único, no dejará de apreciar una lámpara Alcachofa de Poulsen, en perfectas condiciones.
Hay que tomarse su tiempo, porque las buenas tiendas están concentradas y, entre ellas, las más potentes son La Latina, El 8 y La Europea. Así es que después de una mirada exhaustiva, quizás algo de suerte y el desprendimiento monetario necesario, se pueda uno ir cargando alguna pieza única, gastada y con olor a historia, un objeto que de seguro llenará de orgullo, para terminar el paseo comiéndose las mejores tapas de pulpo al olivo que se puedan encontrar a 10 euros cada una; una maravilla. Y si el ánimo acompaña todavía, el remate será en alguno de los bares que los madrileños repletan cada fin de semana para despedir el domingo a media tarde, como corresponde, con una caña, o más, varias más.
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