Los nuevos muros que se levantan en Europa

Las separaciones, que parecían haberse acabado con la caída de la Cortina de Hierro, vuelven a surgir por el temor a la política rusa, a la llegada de inmigrantes y a la infiltración de yihadistas.




Con el derrumbe del muro de Berlín, en 1989, y el fin de la Cortina de Hierro, a consecuencia de la disolución de la Unión Soviética y el término de la Guerra Fría, pareció abrirse un nuevo tiempo sin grandes murallas en Europa. Eso, a pesar de que siguieron construyéndose en otros lugares, como la israelí en Cisjordania y la que Estados Unidos levantó en su frontera con México. Sin embargo, en los últimos meses, los muros parecen haber regresado al Este del Viejo Continente, motivados por la política del Kremlin, la masiva llegada de inmigrantes y el temor a la infiltración de yihadistas que quieran atentar en el territorio europeo.

Como consecuencia del turbulento cambio de gobierno en Ucrania, el enfrentamiento con Moscú y el alzamiento de los separatistas en el este del país, el Ejecutivo de Petro Poroshenko puso manos a la obra y ordenó construir la "gran muralla de Ucrania" que busca dejar afuera e impedir que crucen la frontera impunemente a los rusos y a los separatistas.

El primer trecho de esa valla fue levantado en el norte, en Jarkov, no muy lejos de la rebelde región de Luhansk, pero la idea es cubrir toda la frontera oriental del país con Rusia, es decir, a lo largo de 2.300 kilómetros. Aparte de la verja, el proyecto contempla trincheras, torres de observación y guardias armados. El proyecto en su conjunto tiene un valor calculado de US$ 550 millones (el que Kiev espera que la Unión Europea le ayude a financiar) y tardaría entre tres y cuatro años en estar listo.

En vista de lo que el Kremlin de Vladimir Putin ha hecho en Ucrania, ha surgido el temor en otros países vecinos, especialmente en Polonia, que convive con un pequeño fragmento ruso junto a su territorio: Kaliningrado. Varsovia anunció planes para reforzar la frontera con ese enclave, en la orilla del Báltico. Para eso levantará seis torres de observación, que deben estar listas en junio a un costo de US$ 3,8 millones. Las alarmas polacas se dispararon cuando un oficial de Defensa de Rusia anunció en marzo que Kaliningrado recibiría muy pronto misiles Iskander.

"Los muros están de vuelta. Había muchos en la Guerra Fría. Pensamos que nos habíamos librado, pero ahora están surgiendo nuevamente. Estamos, en parte, viendo una militarización de las fronteras y estamos también viendo muros erigiéndose para contener el movimiento de las personas. No estamos en un mundo maravilloso de negocios entre todos, con las personas moviéndose libremente, como parecía que iba a ocurrir en los 90. Eso no sucedió", dijo a The Independent David Priestland, profesor de Historia Soviética en la U. de Oxford.

Precisamente, en otro país de Europa del Este se está levantando un muro de casi 800 kilómetros que mira hacia el sur. Bulgaria -al igual como lo hizo Grecia- busca con un sofisticado "sistema integrado de vigilancia", poner atención a su frontera con Turquía. Para eso está creando una nueva fuerza de tareas de 1.500 policías de frontera. El objetivo, según el gobierno de Sofía, es frenar la enorme corriente de refugiados que llegan hasta suelo búlgaro desde Medio Oriente y Africa. Y también está la intención de poner nuevas trabas a los extremistas que, provenientes de Siria e Irak, pretenden cometer actos terroristas en algún país de Europa.

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