Los pelos que desmienten la existencia del yeti

<p>Pie grande, el abominable hombre de las nieves, el yeti Son muchos los nombres del misterioso ser que muchos creen que acecha en las cumbres montañosas y cuya existencia la ciencia acaba de poner en duda con nuevas herramientas. </p>




Pie grande, el abominable hombre de las nieves, el yeti… Son muchos los nombres del misterioso ser que muchos creen que acecha en las cumbres montañosas y cuya existencia la ciencia acaba de poner en duda con nuevas herramientas.

Estos "primates anómalos", según el lenguaje científico, pueblan mitos, leyendas y temores de varias culturas alrededor del mundo: en América del Norte se los conoce como "sasquash", en Mongolia como "almas", en Sumatra como orang pendek.

Y los diversos relatos de quienes dicen haber visto su rastro han alimentado un misterio que los aficionados a la llamada criptozoología –el estudio de animales ocultos o legendarios– mantienen vivo.

Por eso, un equipo de investigadores de la Universidad de Oxford, en Reino Unido, decidió realizar un exhaustivo análisis de ADN a muestras de cabellos de supuestos yetis recogidas alrededor del mundo.

"Numerosos reportes que incluyen testigos oculares y evidencias de huellas señalan la existencia de grandes primates no identificados en muchas regiones del mundo", escriben los científicos liderados por Brian Sykes.

Pero como hasta ahora no hay pruebas materiales concluyentes, los investigadores se abocaron a pedir a museos y coleccionistas privados muestras capilares que supuestamente provienen de primates anómalos.

SIN RASTROS DEL YETI

Así, pudieron estudiar 30 fragmentos de pelo "abominable".

El resultado de su trabajo, que publica la revista especializada Proceedings de la Real Sociedad británica, decepcionará a los seguidores del enigmático hombre de las nieves: no encontraron evidencias genéticas de su presencia.

En cambio, los pelos analizados arrojaron otras curiosas procedencias: una cabra del sudeste asiático, varios osos pardos, caballos, vacas o mapaches y hasta un tapir de Malasia.

Entre los supuestos mechones de pie grandes procedentes de Estados Unidos, los científicos encontraron pruebas genéticas de osos, lobos o coyotes, un puercoespín y hasta un humano, probablemente europeo, según señala su ADN.

Las numerosas teorías que se alimentan de los supuestos avistamientos de yetis incluyen supervivientes neandertales y especies desconocidas de simios gigantes, pero de ninguna de ellas encontró evidencias el equipo de Sykes.

ALGO DE MISTERIO

Sin embargo, y aunque el yeti y sus parientes no dieron señales, los cabellos aún arrojaron un resultado desconcertante.

Dos de las muestras recogidas en India y Bután mostraron un vínculo genético con el Ursus maritimus, es decir, el oso polar.

Según los científicos, estos pelos provienen de un descendiente lejano del oso polar o de un cruce local con el oso pardo.

"Si estos osos están distribuidos en los Himalayas, pueden haber contribuido a la base biológica de la leyenda del yeti, especialmente si, como informó el cazador que disparó al espécimen de Ladakh (India), son más agresivos hacia los humanos que las especies de osos locales conocidas", dice Sykes en sus estudio.

Sin embargo, cómo se mezclaron osos polares y osos pardos es otra historia y los científicos pueden ahora seguir esta pista.

En cuanto al yeti, los investigadores aclaran que la intención de su trabajo no es desanimar a los buscadores de criaturas extrañas.

"En lugar de creer que han sido rechazados por la ciencia, los defensores de la comunidad de criptozoología tienen más trabajo que hacer para producir evidencias convincentes de primates anómalos y ahora tenemos los medios para hacerlo", escriben los autores.

"Las técnicas aquí descritas ponen un final a décadas de ambigüedad sobre la identificación de especies de muestras de primates anómalos y establecen un estándar riguroso para juzgar futuras pruebas".

Así que por ahora, los abominables hombres de las nieves siguen ocultos en sus guaridas de leyenda.

Comenta

Por favor, inicia sesión en La Tercera para acceder a los comentarios.