Los tres pecados del Maratón de Santiago
Paco Borao, presidente de la Asociación de Maratones Internacionales y Carreras de Distancia, evalúa el Maratón capitalino y alerta sobre algunas falencias.
Analizar las principales bondades de un evento masivo resulta relativamente sencillo. Identificar las principales falencias es, sin duda, mucho más complejo. Sobre todo si no te llamas Paco Borao, y no eres el presidente de la Association of International Marathon and Distances Races (AIMS); es decir, el máximo dirigente del principal organismo en materia de carreras de fondo a nivel internacional. "Veía muy complicado el que un maratón, un medio maratón y un 10k de este calibre pudiesen realizarse sin problemas mayores. Pero, desde el punto de vista organizativo, ha salido todo muy bien", confesaba el evaluador experto, tras presenciar el desarrollo de la prueba santiaguina.
Tras los halagos iniciales, hay tiempo para las críticas constructivas. Principalmente, en tres frentes fundamentales, relacionados con la seguridad de los participantes y el nivel de los atletas de elite participantes.
El primero de ellos, es un problema antiguo, persistente. Porque pese a la implementación -por primera vez en la historia de la prueba- de un plan de contención canina, para evitar que los animales pudiesen perturbar el normal desarrollo de la carrera, la presencia de perros callejeros en algunas zonas del recorrido volvió a generar polémica. Una realidad que, para Borao, tampoco pasó desapercibida.
"Es un problema. Pero, más bien, es un tema cultural, que se mejorará a medida que Chile siga creciendo como país", sostuvo al respecto.
"Hubo una disminución de la presencia de perros de la calle en el circuito y, en ese sentido, se puede decir que el resultado fue mejor que en años anteriores. No es fácil dar una solución integral a este problema, pero es fundamental poder solventarlo definitivamente a futuro", reconoce Fernando Jamarne, presidente de la Corporación Maratón de Santiago, haciendo autocrítica.
Pero no fueron los perros callejeros los únicos que pusieron en riesgo el éxito de la competencia y la integridad física de los atletas.
Ciclistas y patinadores burlaron con frecuencia los controles de seguridad, y accedieron al circuito pedestre, obstaculizando a los corredores, circunstancia que el propio Jamarne achacó a una "falta de cultura atlética en Chile".
Una cultura atlética que podría resultar decisiva para lograr el ansiado salto de calidad de una prueba que, desde 2013, posee categoría Bronce. "En infraestructura y organización, no hay problema. En eso, Santiago no es de Plata, sino de Oro. La organización ha demostrado que es capaz de hacer un gran evento social. Ahora, sólo falta invertir", manifiesta Borao, antes de señalar los requisitos que podrían permitir al MDS evolucionar cualitativamente: "El requisito para acceder a las categorías Silver y Gold reside en apoyar a los mejores corredores del mundo. La fórmula es exigir un mínimo de cinco atletas varones y cinco damas, de nacionalidades distintas. Y eso requiere una inversión importante, porque estás fichando a los mejores del mundo".
Dedicar recursos económicos para seguir creciendo. Esa es la consigna. Pero sin que ello requiera, necesariamente, "aumentar el costo de las inscripciones", como alerta Jamarne. Y es que organizar un maratón de altura es también una carrera de fondo.
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