Made in Paredes
Dos exquisiteces del capitán, esta vez asistente, disparan a Colo Colo. Vilches (5') y Morales (60') mandan a la red los servicios de Esteban. Wanderers gana las bandas, pero sucumbe ante la inspiración del siete.
Paredes es fútbol. Así de simple. Lo desmiente por apariencia su físico, lo cuestiona por vigencia su edad, lo discute su intermitencia, pero lo afirma un día tras otro y con rotundidad su gobierno sobre el juego. O mejor, sobre los resultados. Hay un partido que se ve y que se cuenta y, no siempre caminando de la mano, un marcador final que determina casi siempre el siete de Colo Colo. Paredes no gana por velocidad, tampoco por cuerpo, mucho menos por constancia o trabajo. Pero gana. Sabe dónde estar y adónde acudir, qué hacer con la pelota (que además le obedece por enredada que llegue), entiende de qué se trata, domina el espacio (el vacío y el ocupado) y opera. Para influir. Es fútbol.
Y por eso se impuso Colo Colo, también en Valparaíso, en un viaje decidido hacia el título que sólo sus propios caprichos, burocráticos o técnicos, le pueden complicar. Bastaron dos apariciones exquisitas de Paredes, esta vez asistente, para arruinar el plan que había preparado Espinel al líder.
Dos apariciones en momentos determinantes. Primero, nada más empezar: Vilches bajó un pelotazo con la cabeza, Paredes hizo rápidamente sus cálculos y se la devolvió con un toque picado y lleno de delicadeza en el lugar y el momento exacto, a la espalda de la defensa y con toda la ventaja frente a Castellón. Cinco minutos y los albos ya tenían la ruta hacia la victoria abierta.
Wanderers se había cuidado por las bandas y acabó apuñalado por el centro. Pero el partido por los costados lo ganó enteró. No sufrió ningún arañazo por ahí y, sin embargo, sí lastimó a su rival, especialmente por el carril que recorrió Opazo, el izquierdo, tirando centros de primera categoría, de selección. Farfán mandó fuera el más brillante y claro (12'), solito frente a Garcés.
El arquero de los sobresaltos esta vez cumplió. Puso a temblar a Colo Colo cuando le tocó jugar con los zapatos (no faltó su regalo de balón a los verdes), pero despejó dudas en los asuntos aéreos, de colocación o reflejos. Colo Colo insinuó debilidad defensiva, pero esta vez no por su portero. Tampoco por Barroso, que estuvo imperial. Pero sí por fuera, posiblemente más por un defecto de dibujo. Aún así, Campos se presentó muy frágil.
En el primer tiempo, Colo Colo tuvo la pelota y Wanderers la velocidad. Pajarito se subió al furgón de los abuelos llenos de vitalidad y puso el control. También una conducción de las suyas, sobreponiéndose a un agarrón, pero su remate se marchó al cielo. Bien protegido por Baeza se le encontró suelto y cómodo, aunque sin muchas opciones para descolgar sus pases. Wanderers estuvo certero y atento en los marcajes y las vigilancias. Desconectó a los extremos albos y también a Ramón, su habitual enganche iluminado.
El duelo estuvo dividido e incierto durante la primera media hora, sin llegar al ida y vuelta pero casi.Luego se fue durmiendo, lo que favoreció a Colo Colo, que ganaba. La segunda parte arrojó a la cancha otro Wanderers, con más ganas de empate y de balón. El puntero comenzó a pasarlo mal. Guede lo percibió y movió su banca: retiró a Ramón y Vilches y metió a Mark y Morales. Un minuto después, Paredes irrumpió para darle la razón. Otra exquisitez. Un toque sutil para untar de gloria al juvenil emergente. Era la primera intervención de Morales y la alojó en la red. Para cerrar el partido.
Por más que Espinel hurgó ya en sus cambios, retiró defensas para aportar atacantes, la historia no cambió. La había dejado escrita otra vez el de siempre. Paredes, que es fútbol.
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