Mauricio Isla: de Canadá para el mundo

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De aún no debutar por algún club nacional a clasificar a La Roja a una semifinal: el Huaso ha sido pilar fundamental en la historia de la generación dorada.




"No sé cómo gritarlo, no sé cómo decirlo, pero es gol de Chile. Sí, Chile ya está muy cerca de la semifinal", relataba Pedro Carcuro. Minuto 113:35, suena el pitazo y un desconocido para muchos ejecutaba el penal frente a Nigeria. Con un remate cruzado a la derecha del arquero Ezenwa, el partido quedaba 2-0 a favor de La Roja. Cuatro minutos más tarde, Nicolás Larrondo despejaba el balón en zona chilena, un tiro largo y fuerte. Desde mitad de cancha, vuelve a aparecer el de la camiseta 3. Un pique de 50 metros y, ante la salida del meta, un remate fuerte, arriba. 3-0. El hombre del partido, un tal Mauricio Isla, comenzaba a escribir su historia.

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Delantero. Así fueron los inicio del Huaso, cuando lo descubrió Alfonso Garcés en Buin. Una calidad de la que dio muestras en aquella definición de cuartos de final frente a Nigeria, pero que nunca supo concretar en las inferiores de U. Católica. En ese entonces, la calidad de Isla era evidente, pero las necesidades del club eran otras. Poco a poco, fue retrocediendo más y más en la cancha; pasó así a transformarse en un volante por derecha que también podía retrasarse hasta la defensa. "Podría jugar incluso de central", dijo una vez Miguel Michel González, su DT en el Marsella.

Lejos de la consagración, cuando viajaba acompañado de su abuela desde su natal Buin, en un trayecto eterno hasta San Carlos de Apoquindo, Isla parecía saber que estaba destinado a formar parte de la historia grande de La Roja. Tras 7 años en inferiores, el Huaso fue ascendido al primer equipo de los cruzados, cuando José "Chemo" del Solar era el entrenador del club. Uno donde, por cierto, nunca pudo debutar. Fue en aquel equipo del "Negro" Sulantay donde todo comenzó.

Tras el histórico —y para muchos injusto— tercer lugar, las preguntas por su ausencia del plantel titular de la UC no se hicieron esperar. "Él no vino a entrenar. Yo las oportunidades se las doy a la gente que se las gana, no las ando regalando", explicó en conferencia.

Justificable o no, lo cierto es que el gran torneo de Isla lo dejaría en la retina de los clubes de todo el mundo. Fue ahí cuando Udinese apareció para quedarse con el chileno.

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"Uno se da cuenta de cuándo tiene que estar en la selección y cuándo no". Intentando ganar terreno en Udinese y haciendo gala de la faceta "amurrada" que desclasificó Alexis Sánchez, Mauricio Isla renunció a la selección a finales de marzo de 2008 y con Marcelo Bielsa en la banca de La Roja. "Jugaba por el lado de él y te grita mucho. Sinceramente, no te deja jugar tranquilo", contaba a El Mercurio.

Una pausa pequeña en la relación del Huaso con La Roja. Tras unos meses, el lateral volvió para un amistoso contra España. De ahí en más, la historia de éxito de la Selección Chilena comenzaría su rumbo: clasificación al Mundial de Sudáfrica 2010 al derrotar por 2-4 a Colombia —partido que no jugó por lesión—. El juego ofensivo de Chile y la idea de pararse de igual a igual frente a cualquier equipo se insertaron en el cerebro de los jugadores. En Isla fue a quien más le llegó el mensaje y su juego comenzó a ser parte fundamental del ataque del esquema del "Loco", principalmente por su proyección y gran sociedad junto a Alexis.

El amurrado quedaba atrás. Tanto, que gracias a la experiencia adquirida, estuvo en la órbita del Real Madrid y Barcelona, hasta que logró llegar a uno de los clubes más poderosos de Europa: Juventus.

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Cuando Bielsa dejó la selección y asumió Claudio Borghi, el bajón futbolístico fue evidente. Eso Isla igual lo sintió y su nivel le costó perder terreno en la Juve. La importancia que tuvo para el Huaso la llegada de Jorge Sampaoli se tradujo en un considerable aumento en su juego.

Chile, rumbo y en Brasil 2014, demostró una ofensiva que maravilló al mundo entero. Una en la que Isla desbordaba de mitad hacia arriba con carácter, mientras en lo defensivo se transformaba en una fiera. Con ese impulso es que, buscando continuidad, llegó al Queens Park Rangers, aunque sin mucho éxito.

La dolorosa eliminación ante Brasil en el Mundial fue también el momento en que los jugadores se propusieron llevar su gran nivel un poco más allá. Lograr lo que parecía imposible. Así llegó la primera Copa América para Chile. Una en la que Isla fue fundamental: así como sus goles en Canadá, el tanto en el minuto 80 con el que La Roja derrotó a Uruguay se transformó en uno de los recuerdos más emotivos de aquella campaña. Isla, ese que nunca jugó en Chile, levantaba su primer título en suelo nacional. Esto lo llevaría a cambiar de club y trasladarse a Francia junto al Olympique de Marsella.

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2015 fue de un año de cosas buenas y malas para Isla. Su buen rendimiento en el Marsella no se vio reflejado en la Copa América Centenario. Si bien Chile logró derrotar nuevamente a Argentina, pareció ser el torneo más bajo del Huaso. Algo que también reflejó en las clasificatorias.

Ya con el sabor a victoria en el paladar de los chilenos, jugando en el Cagliari y tras encontrar el amor junto a Gala Caldirola, el "bastante tímido" pareció recuperar el aire. Isla, ese que comenzó brillando con la Sub 20 hace 10 años atrás ahora está a un triunfo de darle a Chile la primera Copa Confederaciones de su historia.

Isla, como siempre, desde lejos, sin tanta cobertura mediática, hizo de sí mismo uno de los pilares de esta selección. Un seguro en cada nómina y formación. Mauricio, ese que desde Buin viajaba casi 50 kilómetros hasta San Carlos de Apoquindo, le ganó a todo lo que se le ha puesto en frente. El Huaso demostró que ser amurrado, que renunciar en su momento a la selección, no fue en vano.

Por algo está a un paso. Por algo dejó hace rato de ser bastante tímido.

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