"Me enviaron a un psiquiátrico para curarme la homosexualidad"

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Yo tenía 18 años, casi 19, cuando mi madre se enteró de que era homosexual. Se lo tomó mal y después lo consultó con médicos.




Este es el escalofriante testimonio del cómico y presentador de radio de Liverpool Peter Price, que en su juventud fue sometido a una terapia de aversión en un hospital psiquiátrico de Reino Unido para "curarlo" de su homosexualidad.

Crecer en los años 60 siendo gay fue muy difícil. Tocar a otro hombre, abrazarlo, sentir, tener emociones... todo eso te podía llevar a la cárcel.

En esa época era además muy peligroso, porque había ataques a los homosexuales. Los chantajeaban y algunos acabaron suicidándose. Fue una época muy triste.

Yo tenía 18 años, casi 19, cuando mi madre se enteró de que era homosexual.

Se lo tomó mal y después lo consultó con médicos yestos nos dijeron que había"una cura".

Ahora sé que se llamaba terapia de aversión.

Entonces yo no sabía nada sobre eso. Mi madre me preguntó si estaría dispuesto a someterme a ella y yo le dije que sí, que por ella lo haría.

Metido en un "bote para chiflados"

Me metieron en una institución mental. En aquel entonces lo llamaban un "bote para chiflados". Estas no eran unidades de psiquiatría... había barrotes en las ventanas.

Y yo estaba muy, muy asustado.

Entonces entré a ver al psiquiatra y vi que tenía una grabadora antigua.

Y él empezó a describir los actos sexuales que la gente homosexual practica usando un lenguaje muy explícito, muy gráfico, para hacer que me sintiera repugnante.

Después me metieron en una habitación. Yo todavía no sabía qué iban a hacer conmigo. De verdad, no sabía nada. Lo único que me preguntaron fue qué solía beber, y les dije que bebía cerveza negra, Guinness.

Había un enfermero y no había ventanas. Tenían allí una pila de libros que llamaban "libros sucios".

Tenían imágenes de hombres en bañadores, pero no tenían nada de erótico.

Entonces se suponía que yo tenía que mirar esos libros y escuchar la cinta en la grabadora operada por el enfermero, que contenía esa nauseabunda conversación con el psiquiatra, mientras me daban Guinness.

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Y a la media hora me inyectó algo que me hizo ponerme tremendamente enfermo.

Pedí si me dejaban ir al baño y me dijeron: "No, usa la cama".

Y entonces empecé a vomitar violentamente y a defecar en la cama, y allí estuve acostado sobre mi propio vómito, sobre mis propias heces, sintiéndome muy enfermo.

Tres días de tortura

Yo era un joven asustado. Tenía 18 años, a punto de cumplir los 19, y tenía mucho, mucho miedo.

Yo no estaba pensando en una cura, lo que pensaba era que me iba a morir, porque esto fue una tortura.

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Al final de 72 horas no quedaba nada de mi. Yo solo quería irme de allí.

Y decidí que ya era suficiente: les dije "entré voluntariamente y me voy por mi propia voluntad".

Y llamé a un amigo para que me viniera a buscar.

Olía fatal, olía que daba asco.

Me fui a dar un baño y debí de pasarme unas ocho horas tratando de sacarme la porquería de la piel.

Suficiente

Después del tratamiento decidí que ya era suficiente, y me levante un día y me dije: "soy lo que soy y tengo que aceptarme".

Y así fue como empecé a canalizar mi manera de ser a través de mi carrera como cómico.

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Aprendí sobre mí mismo. Me presenté tal cual era y me convertí en alguien hilarante y esa fue la manera en como me fui aceptando.

Creo que me he sentido a gusto conmigo mismo como homosexual.

Pero no creo realmente que pertenezca a un lugar o a otro.

Y eso sí, jamás perdonaré lo que me hicieron, jamás.

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