Mujeres representan sólo el 33% de los investigadores del país
Es poco más que el promedio mundial, que alcanza el 29% según datos de Unesco. Pero todavía está lejos de la paridad, que sería alcanzar entre el 45% y 55% de los científicos.
Uno de cada mil trabajadores en Chile es investigador, de acuerdo a la última Encuesta Nacional sobre Gasto y Personal en I+D del Ministerio de Economía, pero de ellos sólo el 33% es mujer, según el mismo estudio y de acuerdo a los registros del Instituto de Estadística de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco). Son casi 4.300 las que se desempeñan en universidades, empresas, observatorios y el Estado, todavía lejos de la paridad en ciencias, que se consigue cuando las mujeres alcanzan entre el 45% y 55% de los investigadores locales.
Con todo, en este ámbito la realidad chilena no está lejos de la mundial. Según los datos de Unesco (ver tabla), el promedio de mujeres trabajando en ciencia en el mundo es 29% y ni siquiera países desarrollados como Francia y Alemania han alcanzado la paridad (las mujeres son 26% y 28%, respectivamente). En la región, Argentina y Bolivia tienen datos que superan el 50%, sin embargo, Paula Astudillo, coordinadora institucional de Género de la Comisión Nacional de Investigación Científica y Tecnológica (Conicyt) desconfía de cómo se levantan los datos.
Astudillo, también directora (s) de la unidad de estudios de Conicyt, está a cargo de la organización de Gender Summit, una cumbre internacional que a fines de este año, analizará el tema en Chile, por lo que ya está en contacto con los países vecinos. "Hemos tenido conversaciones con otros países de la región y parece que fuéramos más similares de lo que algunos datos muestran. Para todos sigue siendo una deuda el tema de la equidad de género en la ciencia, tecnología e innovación", dice. "Todavía hay trabajo transversal que hacer", agrega.
Madres investigadoras
Al igual que en otros ámbitos de la sociedad, las mujeres sufren discriminación en las ciencias, a varios niveles. "El tema de discriminación de género está en la estructura cultural y social, y la ciencia es parte de eso", dice Astudillo. Eso se ve en la práctica científica, tanto al no incorporar el enfoque de género en las preguntas de investigación, como en la invisibilización del rol de madre, que tensiona la relación laboral, provocando gran parte de las barreras para avanzar. Eso, porque en general, la crianza se produce en el mismo periodo en que los científicos son más productivos.
La astrónoma María Teresa Ruiz, Premio Nacional de Ciencias Exactas y presidenta de la Academia Chilena de Ciencias, concuerda con que la situación de la mujer científica en Chile no es tan distinta a lo que ocurre en otros países, "la diferencia salarial ocurre a nivel mundial y también el esfuerzo extra que debe realizar una mujer científica para avanzar y convencer a sus superiores que su vocación es real y sus capacidades y talentos son reales y valiosos", señala.
Ruiz añade que en las últimas décadas ha visto avances en la validación de las mujeres como científicas y una evolución hacia la paridad de roles domésticos y de cuidado infantil en el mundo científico, pero "claro, sería deseable que fuera más rápido", dice.
Jessica González, directora de proyectos de ComunidadMujer, sostiene que la situación de las mujeres en la ciencia reproduce similares condiciones de desigualdad que en el mercado laboral en general.
"Primero, sigue existiendo una baja participación de ellas en esta área, si bien, se han ido incorporando en los últimos años, aún es menor en relación a la participación de los hombres. Segundo, se observa una segmentación horizontal, es decir, las mujeres están presentes en algunas disciplinas científicas y en otras están absolutamente ausentes. Y, también, una segmentación vertical, que es la ausencia o baja presencia de mujeres en cargos de poder y toma de decisiones. A dicho escenario se suma la brecha salarial de género", dice.
Karina Vilches, académica del departamento de Matemática, Física y Estadística de la U. Católica del Maule y presidenta de la agrupación Red de Investigadoras, dice que la condición de las científicas ha mejorado sustancialmente desde el año 2009, con medidas de género en la asignación de becas de doctorado, por ejemplo, y en la evaluación de productividad de otros concursos.
Se refiere a una de las medidas de la política de género de Conicyt, que permite extender el periodo de evaluación de la productividad si coincide con el que la mujer ha sido madre, otorgándole dos años más. Pero en matemática faltan más esfuerzos para que las mujeres continúen en la carrera científica. "Los estereotipos de cómo es un científico, el uso de lenguaje sexista en las salas de clases y en los textos escolares, además de la invisibilización histórica del quehacer de las mujeres en ciencia, en particular en la matemática, producen que las niñas no cuenten con referentes femeninos importantes a nivel nacional e internacional en la ciencia", dice Vilches.
Post universidad
Si bien hoy más mujeres ingresan a la universidad (53%), más se titulan de carreras universitarias (55%), y el 44% alcanza el doctorado, representan sólo el 31% del total de la planta académica en las universidades en Chile. Menos alcanzan puestos de liderazgo, sobre todo en ciencias exactas, y están subrepresentadas incluso en los paneles de discusión, como en el último Congreso del Futuro (enero 2017), en que sólo el 13% de los invitados fueron mujeres.
González dice que la brecha en el acceso a la educación se ha cerrado, "pero si vemos qué estudian y qué pasa con ellas después que estudian, hay un fenómeno que es bien particular a nuestro país". Se ve que siguen concentradas en algunas carreras (salud, educación y ciencias sociales) e investigando principalmente en educación y salud, pero hay menos en carreras relacionadas con ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas. "A su vez, de las mujeres que estudian no todas se insertan al mercado laboral y ese fenómeno es muy propio de Chile. Esta relación no responde a los niveles de educación que actualmente tienen las mujeres en el país", agrega.
Pretender que se inserten no es sólo por conseguir la igualdad de género como cuestión de derechos humanos, sino porque hay evidencia suficiente para decir que la igualdad de género aporta en las actividades de I+D, dice Astudillo. "Una mejor y mayor inserción del talento de las mujeres aporta a la calidad y a la excelencia de la investigación, al desarrollo país, en términos de mejoramiento de brechas salariales, por ejemplo. Un equipo más diverso puede, probablemente, alcanzar resultados de investigación o soluciones tecnológicas mejores o con mejores resultados", enfatiza.
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