Natalia Lafourcade, cantautora: "El folclor captura una emoción universal que es la que quiero lograr con mi música"
La solista vuelve a Chile este viernes para presentar Musas, su tributo al cancionero latinoamericano. Aquí cuenta cómo será el show y el segundo volumen del álbum, y analiza el presente del "pop de raíz".
La Natalia Lafourcade que el mundo conoce hoy apareció a comienzos del 2009. Por ese entonces, la solista acumulaba varios premios y se alzaba como la gran promesa del pop mexicano, gracias a un puñado de éxitos en los que analizaba con sarcasmo y guitarra eléctrica las relaciones de pareja y los arquetipos de género. Pero cuando su sello quiso presentar como primer adelanto de su tercer álbum un tema que insistía en esa tecla, Lafourcade se reveló y promocionó por su cuenta el que para ella debió ser el primer single: Azul, una sentida versión del clásico bolero de Agustín Lara que prácticamente ninguna radio puso al aire.
"Quería coquetear un poco con esos géneros para enriquecer mi propia música", explica a La Tercera la cantautora de 33 años, quien desde entonces vive los pasajes más celebrados de su carrera, cimentando su obra en la relectura del bolero, el folclor y la ranchera. Una fórmula que exploró en Mujer divina (2012) -tributo al mencionado Lara-, el excepcional Hasta la raíz (2015) y en el más reciente Musas (2017), donde junto a Los Macorinos, el dúo de guitarristas que acompañó a Chavela Vargas en sus últimos años, une composiciones propias con versiones para temas de Mercedes Sosa, Violeta Parra y clásicos del cancionero mexicano.
Es ese disco -para el que ya prepara un segundo volumen- el que Lafourcade viene a presentar a Chile este viernes, con un concierto en el Teatro Coliseo (entradas en Puntoticket).
¿Cómo será el formato de este concierto? ¿Viene con Los Macorinos o con su banda habitual?
Los Macorinos son dos señores grandes y no pueden viajar siempre, pero con mi banda adaptamos los temas de Musas y suena muy bonito también. Ha sido un trabajo a largo plazo encontrar el balance musical entre las canciones que hacíamos antes y las nuevas, y nos hemos llevado la sorpresa de que hay muy buen juego entre ambos repertorios. A Chile voy poco así que aprovecho de tocar de todo.
¿En qué estado se encuentra el segundo volumen de Musas?
El disco ya lo terminamos, creo que lo vamos a liberar el próximo año. Desde el principio visualizamos esto como un proyecto de dos volúmenes, yo quería aprovechar a Los Macorinos así que grabamos como 26 temas. Hay una canción cubana que se llama Tus ojitos; otra que escuché mucho en la voz de Chavela Vargas, Luz de luna; otra canción que me gusta mucho de María Grever, Alma mía; un bolero que se llama Existes... un poco de todo, es un volumen muy bonito.
¿Incluirá música chilena?
No recuerdo. Creo que lo más cercano realmente sería Duerme negrito (canción popular interpretada por Atahualpa Yupanqui y Víctor Jara). En este volumen nos fuimos más hacia el centro, hacia México y Cuba también.
¿Se siente responsable en parte de este redescubrimiento que ha tenido en el continente el bolero y la música de raíz por parte de artistas y un público joven?
Creo que la gente está mucho más abierta que antes, se ha quitado el estigma que alguna vez hubo con este tipo de música. No sé cómo será en Chile pero al menos en México había quienes la encontraban muy anticuada y ahora ya no. A mí también me ha gustado mucho buscar en esos géneros porque me han ayudado a conectar conmigo, con mi música, con mis letras y con mi gente también, con el pueblo. El folclor logra capturar una sensación y una emoción que son universales y eso es lo que quiero hacer con mi música.
¿Ve algún tipo de vínculo con otras artistas pop que están explorando géneros similares, como Mon Laferte?
Me encanta la música de Mon, la admiro muchísimo. Es una mujer maravillosa y en México la queremos mucho. Me da mucho orgullo ver que hay artistas que están buscando la forma de entrelazar su mundo con el del folclor, tiene una carga y una identidad de lo que somos, y logra fotografiar muy bien nuestro momento, con nuestros matices y esas pequeñas cosas que nos hacen darnos cuenta de dónde venimos.
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