Ola de populismos y Brexit marcan los 60 años del pacto que forjó la Unión Europea
El 25 de marzo de 1957, se firmó el Tratado de Roma que creó la Comunidad Económica Europea. La Unión Europea debe hacer frente a la ola de nacionalismos euroescépticos y al terrorismo.
El sueño de la integración europea se concretó un 25 de marzo de 1957 en una lluviosa tarde en Roma. Los líderes políticos de Alemania, Bélgica, Francia, Luxemburgo, Bélgica e Italia se congregaron en esa ciudad para firmar Tratados constituyentes de la Comunidad Económica Europea, los pilares de lo que después se convirtió en la Unión Europea. Miles de romanos acudieron al Campidoglio, sede del municipio de la capital, para presenciar la firma que intentaba dejar atrás los resabios de la Segunda Guerra Mundial (1939-1945).
Sesenta años después, los mandatarios de 27 países europeos volverán hoy a la capital italiana para reafirmar su proyecto común. La ceremonia comenzará a las 10:00 y Roma ya se encuentra blindada. Además, se esperan protestas por algunas de las políticas del bloque.
Pese al mensaje de unidad que darán los líderes de la UE, el bloque enfrenta una severa crisis debido a la ola de nacionalismos euroecépticos. A ello se suma que el 29 de marzo Reino Unido apelará al artículo 50 del Tratado de Lisboa, lo que activará su salida del bloque.
"No es ningún secreto que el momento histórico al que nos enfrentamos exige una reflexión más profunda y más sólida sobre los retos que afronta la Unión Europea a corto y medio plazo", señaló en su carta de invitación a la Cumbre el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk.
Las consecuencias de la crisis financiera de 2008, especialmente en los países del sur de Europa, la crisis migratoria que reveló las diferencias con las naciones europeas del este y los recientes atentados yihadistas hacen que los europeos aboguen por un futuro basado en la defensa, la seguridad, el crecimiento y el empleo.
Según los analistas, este nuevo capítulo, que los líderes plasmarán en una declaración solemne en Roma, podría pasar por reconocer un escenario ya vigente en la práctica: el de una Europa con diferentes niveles como ya ocurre con el euro o con el espacio de libre circulación Schengen.
Esta "Europa a varias velocidades", que Juncker recoge entre sus cinco escenarios para el futuro de la UE, cuenta con el apoyo de las principales economías del bloque. Alemania, Francia, Italia y España ya se mostraron partidarias de esta opción, para poder avanzar más rápido en temas como la defensa o la armonización fiscal. Sin embargo, los países de la ex órbita soviética, los últimos en acceder al club europeo en la década del 2000, temen ser vistos como miembros de segunda clase. Esta opción pondría en peligro la "integridad" de la "propia UE", advirtió recientemente la primera ministra polaca Beata Szydlo.
"Avanzar sin excluir, progresar sin estigmatizar" requerirá un "equilibrio sutil" entre los 27, explicó a la agencia France Presse (AFP) Charles de Marcilly, responsable de la oficina en Bruselas de la Fundación Schuman.
En una columna publicada por el diario The Guardian, el ex primer ministro belga, Guy Verhofstadt, señala que el mercado único -que fue una iniciativa británica- es algo por lo que todos los europeos deberían sentirse orgullosos. Sin embargo, advierte, la prosperidad que los mercados abiertos y el libre mercado ha traído debe ser compartido de forma más amplia. "Muchos europeos enfrentan desempleo, bajos sueldos y una vida de exclusión social. Millones están siendo dejados atrás y los líderes político han sido muy lentos para reconocer esto", añadió.
Para Verhofstadt se necesita una reforma profunda de la eurozona, para poner en su lugar un sistema de gobernanza que impulsará la inversión y creará empleos. "La timidez con la que se han implementado las reformas desde la crisis económica de 2008 han socavado nuestra moneda común. En una economía global, digital, rápida, Europa debe ser capaz de adaptarse. Para asegurar esto necesitamos un liderazgo real y voluntad política para el cambio", concluyó.
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