Papa Francisco asume protagonismo en política exterior a seis meses de su llegada al Vaticano
Con sus gestiones por la situación en Siria, el Pontífice ha devuelto el papel activo a la Iglesia en el plano internacional, según vaticanistas.
Fue el primer Pontífice en asomarse sin muceta roja ni estola al balcón de San Pedro. El primero en llevar una cruz de hierro en lugar de la de oro. El primero en lavar los pies a una mujer - y de fe musulmana- la noche del Jueves Santo. El primero en querer vivir entre otros funcionarios y clérigos, rechazando el departamento apostólico. El primero en descolgar el teléfono y llamar a fieles a su casa. El primero en llamarse Francisco, como el santo pobre de Asís. Desde el primer instante de su instalación en el solio de Pedro, Jorge Bergoglio ha roto esquemas y traído novedades en las milenarias bóvedas vaticanas. Con el mismo estilo informal, pero decidido, el Papa Francisco actúa como jefe de Estado. Y encaró el primer desafío internacional de su pontificado -la posibilidad de un ataque militar de EE.UU. en Siria - devolviendo al Vaticano un papel activo en la política exterior.
Sus declaraciones, a partir del Angelus del 1 de septiembre, se centraron en este asunto con insistencia y claridad. El Papa usó también Twitter como megáfono: "Condeno con especial firmeza el uso de armas químicas", escribió el 3 de septiembre.
El sábado 7 de septiembre fue incluso más allá y, antes de celebrar "una jornada de ayuno y de oración por la paz en Siria, en Medio Oriente y en el mundo entero", firmó y envió una carta al Presidente ruso, Vladimir Putin, gran aliado del régimen de Damasco, pidiéndole actuar "para evitar nuevos sufrimientos al pueblo sirio".
"Es innegable que el Santo Padre se está esforzando al máximo en el plan exterior. Es un hecho evidente a los ojos de todos que asistimos a un renovado interés para lo que pasa en el mundo", comentó a La Tercera el vocero vaticano, padre Federico Lombardi, evitando, sin embargo, comparaciones directas con su predecesor, Benedicto XVI.
Comparación que, en cambio, se atreven a subrayar algunos de los expertos vaticanos que se mueven bajo la cúpula de San Pedro. "Ratzinger era un sutil teólogo, concentrado en detallar las cuestiones doctrinales más que en regir con fuerza las riendas del gobierno. Bergoglio deja a un lado los temas teóricos, los da por sentados y es más concreto, dirigido a la acción. Esto lo vimos con sus primeros pasos en el frente interno, pero también en sus posiciones sobre la primera posible guerra que surgió: la Iglesia se abre al mundo", resume Rachel Donadio, durante cinco años corresponsal en Roma y Vaticano para el diario estadounidense The New York Times. Clarín dijo que "fuentes vaticanas" develaron que Bergoglio abrió varios canales de presión para que EE.UU. no acabe desplegando sus armas.
En sus primeros meses de papado, Bergoglio dio a conocer su faceta determinada a la hora de emprender un camino nuevo en los asuntos internos. Ahora pasa a la acción como jefe de un Estado que reivindica su peso en el mundo. Además de jefe espiritual -que insta a rezar por la paz-, el Pontífice también dispone de un nutrido cuerpo diplomático, contactos y autoridad.
"El Vaticano vuelve al ajedrez internacional tras años de ausencia", sintetiza Ignazio Ingrao, vaticanista del semanario italiano Panorama, que ve en la política exterior de Bergoglio la "verdadera y profunda novedad de su pontificado, la verdadera y profunda diferencia con su predecesor". En esto se vislumbra alguna sugestión del nuevo secretario de Estado, el diplomático y actual nuncio en Venezuela, Pietro Parolin. El número dos del Vaticano empieza a trabajar el 15 de octubre, pero el anuncio de su nombramiento llegó en el último día de agosto. Parolin luce una larga carrera diplomática, a lo largo de la cual amontonó experiencia en temas delicados, como las relaciones entre la Iglesia y China, Vietnam o la Venezuela de Chávez. "Su perfil profesional y humano hace de él un hombre que va a devolver a la Santa Sede algo de centralidad en la comunidad internacional. La diplomacia vaticana pasó por una racha oscura. Ahora tiene que ganar protagonismo. La influencia de Parolin ya se nota. O se intuye su afinidad con Francisco", dice Ingrao. Fue el mismo Parolin en admitirlo hablando con la prensa venezolana: "Me siento muy afín a su estilo de sencillez y de cercanía a las personas, a su ánimo de escucharlas y de intentar que la Iglesia pueda volver a tener una presencia significativa en el mundo de hoy".
El Papa vuelve a mirar aquel mundo "como hacía Juan Pablo II antes de enfermarse", señala Alessandro Speciale, de la revista estadounidense National Catholic Reporter.
Parolin no sólo acompañará y dará sustancia a esta vuelta al ajedrez internacional del Papa argentino. También es consciente de que tendrá que encargarse de cuestiones internas, sobre todo la reforma de la Curia romana -el gobierno central de la Iglesia- hacia una estructura menos burocrática y más ligera.
También será un asesor de confianza del Pontífice en temas doctrinarios. Por eso, causó mucho eco su afirmación de que el celibato "no es un dogma" y que "se puede discutir, porque es una tradición eclesiástica".
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