Paz Errázuriz expone por primera vez en EEUU y edita libro con fotos inéditas
La muestra en el Museo de la U. de Berkeley recoge su series de La Manzana de Adán y los boxeadores.
Las primeras veces que Paz Errázuriz (1944) se enfrentó a una cámara digital no fueron agradables. A decir verdad, desencadenaron una crisis que la tuvo varios años sin tomar fotografías. El sistema análogo parecía en franca retirada, mientras el digital conseguía cada vez más adeptos. "Me costó cambiar mi manera de hacer fotos. El tema del color fue clave, me sentía insegura usándolo, me perturbaba al igual que esa cosa rápida del digital, que puedes tomar millones de fotos. Estaba acostumbra a la finitud del rollo de 36. Un trabajo entero podía estar en un solo rollo", dice la fotógrafa.
Superó los miedos y hoy está entregada al digital, a los colores, incluso al Photoshop. La transición la hizo consciente también del peligro que corrían sus miles de negativos de desaparecer. Fue entonces, hace dos años, que conoció a la curadora del Centro de Patrimonio Fotográfico (Cenfoto), Andrea Aguad, a quien le planteó su inquietud de proteger su obra análoga. Aguad no lo pensó dos veces. Acababa de terminar su proyecto sobre la fotógrafa Lola Falcón, la siguiente sería entonces Paz Errázuriz. Así fue.
Hace unos meses, la curadora ganó un Fondart para conservar y difundir todo el archivo de la fotógrafa, que suma más de 100 mil imágenes, entre negativos y copias, y que para fines de 2015 estará alojado en un sitio web para consulta pública. "El archivo está en buen estado, pero le falta orden. La Paz tiene cajas y cajas con trabajos que nunca se han mostrado. Son pocos los fotógrafos que se preocupan de reunirlo y ha sido un hallazgo increíble", dice Aguad.
Incluso para la fotógrafa el reencuentro con su obra fue una sorpresa. "Tenía muchas imágenes olvidadas y es que es el gran drama de los fotógrafos de mi generación que trabajamos con la foto análoga, porque todo suele quedar apilado y sin mucho orden. Luego el drama se lo llevan los hijos. La verdad es que sería imposible para cualquiera encontrar un negativo mío sin que yo dé alguna pista", señala Errázuriz.
Figura clave de la escena artística de los 80 y cofundadora de la Asociación de Fotógrafos Independientes (AFI), Errázuriz se ha caracterizado por retratar la identidad chilena desde los márgenes: famosas son sus series sobre enfermos siquiátricos, ancianos, el circo, boxeadores y travestis.
Estos dos últimos protagonizan hasta fines de marzo su primera exposición en EE.UU., en el Museo de la Universidad de Berkeley, que incluye varias imágenes inéditas. "He exhibido poco. A veces la oportunidad es precisa para realizar un proyecto, pero luego queda guardado. A diferencia de otros fotógrafos, yo trabajo con la realidad, mi mente no tiene ideas tan definidas sobre lo que quiero fotografiar, sino que va encontrando la historia. Me gusta trabajar así, sin la presión de la entrega", dice Errázuriz, quien tiene listo un libro con las imágenes de la muestra que publicará en los próximos meses junto a la Fundación AMA.
La muestra en EE.UU., curado por Apsara DiQuinzio, es el punto de partida para el descubrimiento de su archivo. El próximo año realizará una gran muestra en Madrid, junto al curador Juan Vicente Aliaga, donde espera mostrar más trabajo inédito, el que luego llegará a Chile. Entre ellos está una serie de retratos a amigos y escritores como Enrique Lihn, Jorge Teillier y Nicanor Parra; una serie sobre mujeres chilenas y sus profesiones, una sobre la frontera en Tacna- Arica y otra sobre Cuba.
De formación autodidacta, Errázuriz partió tarde en la fotografía. Se casó joven, a los 18 años, y se fue a Inglaterra con su marido donde estudió para ser Profesora de Educación Básica, carrera que terminó en Chile, en la U. Católica. Nada le hacia presagiar que en unos cuantos años dejaría todo para embarcarse a ser fotógrafa y menos que su foco se centraría en personajes anónimos, pobres y marginados. "En principio mi trabajo fue muy descalificado, rechazado por lo difícil y crudo de los temas. Sin embargo, hoy la fotografía ha ganado un espacio importante, donde mi trabajo tiene cabida", dice Errázuriz.
Lo cierto es que hace rato que la obra de la fotógrafa se abrió camino internacional, siendo adquirida para integrar la colección Daros, con sede en Zurich y Río de Janeiro, y la colección latinomericana de la Tate Gallery de Londres. "Creo que lo que más sorprende de su trabajo es esa mirada dulce, sin prejuicios con la que retrata a sus personajes. Lo hace con mucha inocencia", dice Aguad.
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