Peter Bogdanovich, cinéfilo de excepción, cumple 70 años
El escritor y director, nombre clave para conocer las últimas décadas del cine, es autor de clásicos sobre Orson Welles y John Ford y autor de La última película, hito de Hollywood.
El concepto de cinéfilo se redefinió en torno a él. Peter Bogdanovich, incansable crítico, ensayista y posterior director, es el equivalente para el cine americano de lo que fueron en su momento Jean-Luc Godard y Francois Truffaut previos a la explosión de la Nueva Ola: un incansable divulgador de la historia del cine.
Hoy Bogdanovich cumple 70 años y pese a que su carrera tras las cámaras deambula en un permanente segundo plano, su influjo aún es reconocido: En febrero recibió un premio Grammy por su documental musical Runnin' Down a Dream, sobre Tom Petty y los Heartbreakers.
Hijo de un matrimonio de padre serbio y madre judía austríaca, Bogdanovich quso ser actor y estudió con Stella Adler y en 1955 se estrenó sobre los escenarios como mimo en una obra de Shakespeare. Pero su descubrimiento del cine lo hizo convertirse en un devorador compulsivo de filmes: dice el mito que en su juventud veía hasta 500 cintas al año. Así, naturalmente comenzó a escribir críticas y ensayos y comenzó a acercarse a la obra de grandes clásicos como Howard Hawks, John Ford y Orson Welles.
A comienzos de los sesenta programó películas en el MoMa de Nueva York, especialmente de sus directores favoritos. Su trabajo llamó la atención y le permitió escribir en la revista Esquire. En ese momento publicó libros sobre Ford, Hawks y comenzó su larga amistad con Orson Welles, con quien se reuniría durante décadas y donde luego plasmaría estas conversaciones en el monumental Ciudadano Welles, la más exhaustiva radiografía del genio más renacentista del siglo XX.
Su entrada al cine fue casual y se dio cuando -siguiendo el ejemplo de Truffaut- decidió convertirse en director. Para ello se mudó a Los Angeles y comenzó a frecuentar premieres y a contactar a productores. En una de ellas el mítico productor Roger Corman estaba sentado tras de él y pronto comenzaron a conversar. A Corman le habían gustado algunos de sus artículo para Esquire y le ofreció dirigir dos filmes: Las mujeres prehistóricas y El héroe anda suelto (Targets).
La escuela de Corman, así como para otros insignes como Francis Coppola o Brian de Palma, resultó la mejor para Bogdanovich, quien pocos años más tarde realizó el que hasta hoy es su mejor filme: La última película (1971): crepuscular crónica sobre el fin de la juventud en el que lanzó al estrellato a Cybill Shepherd y Jeff Bridges, y que obtuvo ocho nominaciones al Oscar. Y lo que es más, gracias a esta cinta fue comparado con Orson Welles.
En los setenta prosiguió su carrera con ¿Qué pasa doctor? y Luna de papel, con la que se puso en primera fila entre los directores más importantes de EEUU (con Coppola, Scorsese, De Palma y Spielberg). Además publicó en 1972 el imprescindible libro Fritz Lang en América. Sin embargo, su carrera tuvo luego un repentino giro cuesta abajo. Con Shepherd, de quien se había enamorado, Bogdanovich rodó dos películas que fueron un fracaso y que hicieron tambalear su carrera: Daisy Miller y At long last love.
Pero el infierno se desató durante el rodaje de la comedia Y todos rieron (1981). El director volvió a enamorarse de una actriz, la modelo de Playboy Dorothy Stratten. Cuando el aún marido de ésta, el productor de cine porno-soft Paul Snider, se enteró de la relación, mató brutalmente a la joven de 20 años para suicidarse luego.
Bogdanovich necesitó años para sobreponerse a la pérdida de su "gran amor". Además, la comercialización del poco exitoso film lo llevó a la ruina financiera. Tiempo después el director se consolaba en privado con la hermana menor de Stratten, Louise, con quien a pesar de una diferencia de edad de poco menos de 30 años se casó en 1988. La pareja se divorció en 2001. En ese tiempo, el artículo Death of playmate, no lo dejó bien parado. Bogdanovich respondió con el libro The killing of the unicorn, Dorothy Stratten 1960-1980, pero pese a todo, el artículo sirvió de base al filme de Bob Fosse Star 80, y la imagen del director siguió en picada.
El talento de Bogdanovich volvió a salir a la luz con la película Máscara (1985). En ella Cher (que obtuvo el Oscar) juega el papel de la madre de un hijo con malformaciones, basado libremente en El Hombre elefante. En 1990 el director presentó Texasville, la secuela de su hit La última película. En los últimos años su imagen ha sido recuperada y puesta en el sitial que le corresponde. Ha ayudado a eso su breve pero contundente participación en la serie Los Soprano (es el siquiatra que atiende a la Doctora Melfi) y algunos buenos filmes aunque inadvertidos como El meollo del gato, sobre un desconocido episodio de los años del cine mudo, en que se afirma que el magnate de los medios William Randolph Hearst, pudo haber matado al director Paul Ince.
La figura de Bogdanovich sigue siendo de enorme influjo en el cine estadounidense. Es habitual verlo introduciendo ediciones de filmes clásicos del sello Criterion Collection y hasta hace pocos años tenía un programa en el canal TCM. Como realizador se ha volcado a la televisión, con el telefilme sobre la actriz Natalie Wood y ahora prepara su nuevo trabajo como director, The broken code, sobre la científica y ganadora del Nobel Rosalind Franklyn. Y quizás aún sea tiempo de legar otro libro a la historia del cine, donde tiene un sitial entre sus más apasionados y rigurosos historiadores.
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