Pizzi ya ganó en la cara de Gareca

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En la cancha coincidieron muy poco, pero a un costado de ella, los técnicos de Chile y Perú animaron duelos con mucha historia. El más importante fue la final del Apertura 2013 de Argentina, que ganó Macanudo.




Seguro que Juan Antonio Pizzi no olvidó, y jamás olvidará, aquel domingo 15 de diciembre de 2013. Seguro también deseará que ese día se replique con sensaciones idénticas este martes en el estadio Nacional. Significará que Chile sonrió en este partido decisivo por las Eliminatorias Sudamericanas, camino a Rusia 2018. Significará también que él de nuevo pudo más que Ricardo Gareca, ese entrenador adversario de hace casi tres años, que ahora dirige a Perú. Es que no fue aquel duelo uno más. Se trató de la vuelta olímpica que Macanudo, bien de visitante, le robó al Tigre.

Un partido para la memoria. El momento más potente que los enfrentó en sus extensas trayectorias como jugadores especialistas en el gol y como entrenadores impulsores del buen gusto.

Después de no haber logrado el ascenso a Primera con Rosario Central a pesar de una muy buena campaña desdibujada en el final, Pizzi desembarcó en el San Lorenzo de Marcelo Tinelli que venía de salvarse del descenso. Tanto lo encaminó que un año y un par de meses más tarde ubicó al equipo en una pelea atrapante por el título. Parecía que San Lorenzo arrasaba, pero faltando tres capítulos aflojó y llegó a la jornada decisiva peleando la punta contra el Vélez de Gareca, además de Newell's y de Lanús.

El destino del fixture los enfrentó a los cuatro en esa fecha final. Todo se definía en dos canchas: en Rosario, Newell's frente a Lanús; y en Liniers, Vélez contra San Lorenzo, o Gareca contra Pizzi. Como San Lorenzo llegó con dos puntos de ventaja sobre los otros tres equipos, era campeón ganando. Para coronar con un empate dependía de que no hubiera vencedor en el otro partido.

Bien de visitante, sin hinchas propios, sólo con fanáticos de Vélez en la tribuna, el equipo de Pizzi sintió la ausencia de sus dos delanteros lesionados (Verón y Cauteruccio), salió con un esquema 4-2-3-1, le faltó pimienta ofensiva y casi no generó situaciones de gol. Dibujado con un 4-4-2 y con Lucas Pratto (despegó en Católica con Pizzi como DT) como uno de los atacantes, a la formación de Gareca le pesó la presión de cargar con la obligación del triunfo. Sin embargo, en el tramo final, con centros, empujó. Y hubo un instante clave: un remate de Allione, volante de Vélez, desde el punto penal, viajaba a un ángulo. Era el gol que Vélez necesitaba, pero Torrico (arquero todavía hoy de San Lorenzo) la desvió al córner, en una atajada milagrosa. A esa altura, para recuperar la tenencia de la pelota, Macanudo ya había puesto a Enzo Kalinski (hoy en Católica) por el talentoso Ángel Correa. El cero a cero no se rompió, pero a San Lorenzo le alcanzó porque Newell's y Lanús también empataron. Así Pizzi fue campeón del Torneo Inicial argentino 2013. Así Gareca observó cómo San Lorenzo le daba la vuelta olímpica a Vélez en su propia cancha, en un partido que no es un clásico, pero que encarna una inmensa rivalidad.

Mauro Cetto, en su función de marcador central, fue uno de los hombres que defendió a San Lorenzo y a Pizzi en aquel domingo de gloria. Tiene grabado cada detalle de la previa y de la definición. "Juan planteó el partido como todos, para delante, pensando en ganar, ofensivo. El problema es que a ese equipo le faltaba experiencia en pelear títulos y llegamos sin delanteros a esa fecha final", le cuenta Cetto a La Tercera. Y agrega el hoy defensor de Rosario Central: "En la charla tampoco cambió nada. Señaló las cuestiones de siempre: la pelota parada y dos o tres movimientos ofensivos. Lo único que cambió fue que nos mostraron dos videos en el vestuario, un ratito antes del partido. En uno nos pasaban imágenes con mensajes de nuestros familiares, jugador por jugador, y en otro eran momentos grupales buenos y malos que habíamos vivido. No se nos podía escapar". Y a San Lorenzo no se le escapó.

Al otro día, la idea era volar a Roma para ofrendarle el título al Papa Francisco, reconocido hincha de San Lorenzo. "Yo tuve la suerte de ser uno de los jugadores elegidos para viajar. También tenía que ir Juan, pero en la cena de festejo de ese mismo domingo dijo que no podía", rememora Cetto. Y se queda con una imagen singular: "Esa noche en la que festejamos el título, Juan no tenía la cara de alguien que disfrutaba. Parecía estar con la cabeza en otro lado. Dos días después me di cuenta a qué se debía. Había decidido irse al Valencia de España. Lo entendí y varios compañeros también. Era una oportunidad única. Me hubiera gustado que Juan siguiera con nosotros, pero no pudo ser. Si hubiera seguido Pizzi por ahí no venía el Patón Bauza y no ganábamos la Libertadores". Pero Pizzi se fue de San Lorenzo. Y partió campeón porque supo darle una vuelta olímpica en la cara a Gareca.

La lupa de la historia se posa en este duelo de Pizzi contra Gareca, pero antes, en la Copa Libertadores 2011, el hoy DT de Chile ya doblegó al de Perú en la misma casa de Vélez. Y fue con épica, porque Universidad Católica se recuperó de un 3-1 para terminar ganando 3-4, con dos goles en la agonía: el del entonces cruzado Pratto, a los 89', y el Francisco Pizarro, a los 91'. Fue el primer triunfo oficial de la UC de su historia en tierras transandinas.

De pantalones cortos, Pizzi gritó 221 goles y Gareca festejó 208. Fueron centrodelanteros que no perdonaban. De todos modos, en la cancha se cruzaron muy poco por la diferencia de edad: con sus 58 años, el Tigre le lleva una década de ventaja a los 48 de Macanudo. Cuando Pizzi debutó en Primera en Rosario Central, ya Gareca jugaba en América de Cali. Fueron rivales apenas un año, en 1989, cuando el hoy DT de Perú volvió a Argentina seducido por Vélez. Y al año siguiente el actual técnico de Chile voló al Toluca mexicano. Posteriormente, como entrenadores, aparte del estilo, se parecen porque ambos dirigieron a Colón y en el fútbol peruano, Pizzi a Universidad San Martín y Gareca a Universitario.

Ahora, en Chile-Perú, volverán a cruzarse. Seguro que los dos, de aquella historia, se acordarán.

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