El Príncipe Aránguiz se ensució en dura derrota de Leverkusen
Combatiendo todo el duelo contra el brillante Atleti, el puentealtino mereció ser expulsado. Los españoles ganaron por 2-4 y están a nada de cuartos de final.
Era una oportunidad. De consolidación, de demostrar quién era, de justificar la espera por su lesión. Charles Aránguiz volvió a ser titular en el Bayer Leverkusen, en parte por la lesión de Lars Bender. No jugó mal, pero se sacó. No mantuvo el control que se exige en fútbol europeo. Se descontroló en el segundo tiempo, cuando el desesperante Atlético de Madrid superaba con exceso a su titubeante equipo. Le dio una patada por detrás a Griezmann de esas que denotan poca mesura, y después le dio un planchazo a Gabi que fue castigado solo con amarilla.
Estas reacciones, inesperadas para alguien del nivel del Príncipe, fue en un contexto en el que su conjunto fue muy superado. Él era de los pocos que entregaba el balón al pie, y de los que más corría. Pero tuvo que hacerlo hacia atrás. Desde el principio los españoles se vieron más cómodos, y en ocho minutos parecían dar el golpe de gracia en la serie. Un zurdazo espléndido de Saúl y una contra notable de Gameiro comandada por Griezmann, con la atenta mirada del lamentable defensor Dragovic, mostraban la diferencia entre un experto en Champions y un aspirante a serlo. El alemán es un equipo lleno de jóvenes, de figuras que anuncian una consolidación pero que no la logran en Europa. Como lo es, por ahora, el mismo Aránguiz.
El puentealtino se vio forzado a ser un seis casi a la antigua. Parecía tener prohibido sumarse mucho en ataque. Como si algo lo frenara. Puede ser Schmidt. O la desconfianza de abandonar una retaguardia que ayer dio lástima, además de tener que enfrentar a uno de los mejores ataques del continente.
El inicio de segundo tiempo ilusionó con el gol de Bellarabi. Las aspirinas dejaban cada vez más claro que su negocio, hoy y en todos los partidos, es por los costados. Pero por ahí mismo Gameiro madrugó nuevamente a Dragovic, se fabricó un penal y puso el 1-3.
El autogol de Savic entusiasmó, pero los locales daban la sensación de saber que era muy difícil remontar una llave así. Individual y colectivamente, el Atlético fue superior, y esa capacidad fue relucida por un goleador de esos insaciables. El Niño Torres no había tocado el balón, pero solo necesitó un buen centro de Vrsaljko para liquidar todo.
Bayer Leverkusen necesita de una epopeya para remontar esta llave. El Príncipe Charles no desentonó futbolísticamente, pero reprobó en lo emocional. Se debió ir expulsado, y estuvo cerca de provocar una debacle mayor. Todavía tiene una oportunidad de deslumbrar en el Vicente Calderón.
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