Robert Silvers: "El documental de Scorsese sobre la revista fue un buen regalo de aniversario"
El editor de The New York Review of Books, la publicación literaria más venerada en EE.UU., se refiere a su método de trabajo.
A la hora de pensar una revista, ¿qué características la destinarían a no perdurar? Que sea de reseñas de libros: sólo (o fundamentalmente) reseñas. Que no se restrinja a la actualidad: puede dejar pasar varios meses después de la publicación del libro o reunir varios sobre un mismo tema. Nada de pequeños reportes, sino ensayos reflexivos de varias páginas. El comentarista debe ser la persona a la vez más adecuada y sorpresiva para el libro o tema. Susan Sontag sobre el SIDA, Graham Greene sobre Panamá o Václav Havel sobre la Revolución de Terciopelo.
Aunque parezca un acto de magia, esa revista existe: los autores y temas no son inventados. Es The New York Review of Books (o NYRB), la que apareció por primera vez en 1963 y a estas alturas es una institución literaria y política en Estados Unidos. Allí han escrito algunos de los más grandes escritores de nuestro tiempo, desde Vladimir Nabokov a John Updike. Entre sus colaboradores habituales se cuentan autores tan destacados como los premios Nobel de Literatura V. S. Naipaul o J.M. Coetzee, de Economía Robert Solow y Paul Krugman o de Física Steven Weinberg.
Desde 1963 Barbara Epstein y Robert Silvers coeditaron la revista hasta la muerte de ella en 2006. Y desde entonces, lo hace Silvers en solitario.
"No soy bueno en las entrevistas", dice Silvers. Y, efectivamente, tiende al laconismo. "Sí", responde a si cree que las reseñas largas sobrevivirán o si ha considerado escribir unas memorias.
Según Silvers, su labor como editor es: "ver los libros que llegan y enviar algunos a reseña". La calidad de sus colaboradores ha sido su marca. Cuando una generación mayor (Isaiah Berlin, Noel Annan) moría, llegaba una nueva: Tony Judt, Charles Rosen, Timothy Garton Ash, Tim Parks, Daniel Mendelsohn, Zadie Smith.
Cuando NYRB cumplió 50 años, en 2013, Martin Scorsese realizó un documental sobre la revista, co-dirigido por David Tedeschi. "Sí", dice Silvers, respecto del documental , "la película The 50 year argument, fue un buen regalo de aniversario".
Desde que se fundó, Silvers ha estado en su oficina siete días a la semana, a menudo hasta la medianoche (incluso tiene una cama en un gabinete).
Según la leyenda usted está siempre en su oficina. ¿Es una exageración?
Sí, es una exageración. Disfruté visitando Chile, por ejemplo.
¿Describa un día común suyo?
No puedo: no hay días comunes.
¿Se complicó la labor después de la muerte de Barbara Epstein?
Sí, pero todos los escritores y otras personas que trabajaban con Barbara han sido extremadamente amables conmigo.
¿Usted elige los libros a comentar o el reseñista?
Yo envío cada libro y confío bastante en el consejo de otros.
¿Quién edita los artículos?
Yo edito todos los artículos y cada uno es también editado por uno de nuestros editores más antiguos, mientras nuestros asistentes editoriales hacen mucho trabajo en algunas reseñas.
¿Y quién lee las cartas al editor?
Yo veo todas las cartas de los lectores.
¿Hay algún secreto para conseguir buenos reseñistas?
Sólo se pueden encontrar buenos reseñistas leyendo su obra.
La revista ha tenido una gran variedad de colaboradores. ¿Tiene algún favorito entre ellos?
Son muchos.
En el primer número apareció W. H. Auden reseñado y reseñando. Algunos acusan a la revista de ser endogámica?
Usted mismo da la respuesta al mencionar nuestra gran variedad de colaboradores: han sido miles.
En el mismo número escribieron Gore Vidal y Norman Mailer. ¿Cómo se las arregló para contar con colaboradores que fueron "enemigos"?
Ni Gore ni Norman nunca nos objetaron que publicáramos al otro.
¿Qué hay de la libertad editorial en la revista?
Hemos tenido una completa libertad editorial desde el primer número en adelante.
¿Cómo definiría el punto de vista político de ella?
No hay un único punto de vista político. Los colaboradores tienen una diversidad de perspectivas que consideramos merecen ser publicadas.
Si pudiera editar su pasado, ¿qué tacharía?
El pasado no puede ser honestamente editado, no importa lo mucho que uno quiera hacerlo.
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