Rusia está lista
Hoy parte la Copa Confederaciones, el gran examen de los anfitriones de cara al Mundial de 2018. Ningún detalle se deja al azar. Y en ese mismo plan se encuentra Chile, enfocado en el debut contra Camerún, mañana.
Decenas de jóvenes portando enormes letras blancas de Chile y Camerún. Los medios no pueden asistir a los ensayos de la ceremonia de inauguración de Moscú como sede de la Copa Confederaciones. Sin embargo, entre una reja de acero, un guardia de rostro intimidante y unas puertas que se abren y cierran, se puede distinguir una mínima parte de la fiesta que se inicia mañana en la capital de Rusia.
El torneo, sin embargo, vive hoy su primer día. En San Petersburgo, la Ciudad de los Zares, los fuegos se abren con el partido entre los dueños de casa y Nueva Zelanda, y con el presidente ruso, Vladimir Putin en las tribunas. Los anfitriones no quieren dejar nada al azar. A un año del inicio de la Copa del Mundo, buscan demostrar que ya están listos para recibir la cita futbolística más importante. Los controles son exhaustivos, incluso en el metro. Mochilas, teléfonos, computadores y tablets, todo se debe mostrar y hacer funcionar a la vista de los encargados de seguridad. Ni hablar cerca de los recintos oficiales, los hoteles que albergan a las selecciones y los estadios. Pareciera que las garantías de calma son más importantes que el mismo deporte.
En ese ambiente, la Roja se mueve por Moscú con tranquilidad. Ayer, en el estadio Yantar del FC Strogino, el cuadro de Juan Antonio Pizzi trabajó a puertas cerradas de comienzo a fin. Con verdaderos pívots de básquetbol, en uniforme militar, merodeando por los alrededores del lugar, para evitar cualquier presencia ajena a la delegación. A un año del Mundial, el DT también quiere demostrarle al planeta que Chile está listo para disputarle el protagonismo a las grandes potencias. Aunque la clasificación a Rusia 2018 todavía no está firme.
A la selección nacional se le da como favorita, pese a que ayer Gonzalo Jara esquivó el apelativo. Fue mucho más cauto que Vidal o Alexis, y reconoció abiertamente que los grandes candidatos a quedarse con el trofeo de la Confederaciones son Alemania (que va con equipo B) y Portugal. "Sí nos sentimos con la responsabilidad de pelear el campeonato, es lo que vamos a buscar. No nos sentimos inferiores, podemos sacar ventajas en lo colectivo, tenemos jugadores que pueden marcar la diferencia, pero decir que Alemania no es favorito también es una falta de respeto", sentenció el zaguero nacional.
Ayer llegó hasta el Spartak Arena el alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, para revisar las instalaciones que albergarán el compromiso de chilenos y africanos. "Moscú está lista", apuntó la autoridad de la ciudad. Todo indica que así es. ¿Y está la Roja lista también? En las últimas horas quedó atrás la baja de Claudio Bravo, quien no se ha podido recuperar del desgarro de un centímetro que sufrió el 27 de abril, jugando por el Manchester City.
La responsabilidad, ya se sabe, recaerá en Johnny Herrera. Pizzi, consciente de eso, ha tenido diálogos aparte con el portero, para potenciarlo de cara al debut. El entrenador del Equipo de Todos no quiere sorpresas, asumiendo que Chile es favorito frente a los africanos. El análisis de Camerún es simple. "Equipo muy potente físicamente y peligroso con espacios", indican al interior de la escuadra nacional. Y claro, la Roja regalará esos espacios mañana, porque la disposición para el duelo ya está clara entre los jugadores: "Atacar desde el primer minuto, no pasarles la pelota".
Por eso, el llamado jugador número 11 de Chile ante Camerún será José Pedro Fuenzalida. Salvo un cambio de última hora, el extremo derecho de la UC será de la partida, por la doble función que puede cumplir: atacar y también defender, especialmente cuando Isla se desdoble tal como acostumbra.
La ausencia de Alexis en la práctica vespertina de ayer (ver secundario) impidió que Macanudo pueda probar todas sus piezas. Pero la idea está clara y asimilada hace rato, aseguran en las filas del combinado mayor.
La otra preocupación
Quizás lo único que no ha podido controlar la organización es la venta de entradas para el torneo. Los números han sido bajos, en relación a lo que se esperaba y lo que no quiere ver Rusia son estadios vacíos, como en el amistoso entre Rusia y Chile, disputado en el estadio de CSKA.
El comité local admitió en las últimas semanas que hay miles de entradas sin vender. De ahí que el esfuerzo por revertir esa tendencia ha sido importante, pero todavía los resultados no llegan a los niveles esperados. Se creó, por ejemplo, el programa Rusia ama al fútbol, lanzado en abril de 2016, con mucha publicidad en los medios de comunicación. Su éxito se cuestiona, eso sí.
Lo cierto es que el balompié está lejos de ser el fenómeno social similar al de otros países de Europa y de Sudamérica. Periodistas locales explican, como ejemplo, que es poco común ver estadios llenos en la liga local.
Alexei Sorokin, jefe del comité organizador, ha tocado el asunto en más de una ocasión. Rusia ha invertido millones de euros en mejorar vías de transporte, aeropuertos, instalaciones y todo lo que signifique mayor comodidad para turistas fanáticos del balón. Lo bueno, dicen los anfitriones, es que éste es sólo un ensayo para la gran fiesta del próximo año. Una a la que la Roja no quiere faltar por nada.
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