Sacando cuentas tras la elección papal

Al menos tres bloques pueden haber dado con Bergoglio. El habría atraído a los que buscan una reforma en la burocracia del Vaticano.




EL LUNES, en el programa de CNN Conectando al mundo, un día antes del inicio del cónclave 2013, la anfitriona, Becky Anderson, me preguntó acerca de los bloques geográficos en el Colegio Cardenalicio.

Esto es lo que dije: "Si hubiera un único candidato latinoamericano fuerte, creo que ese hombre ya tendría la carrera ganada... El problema es que no hay sólo un latinoamericano plausible, sino varios". Al final, era una verdad a medias.

Aunque había otros candidatos convincentes de Latinoamérica a medida que la elección se acercaba, como los brasileños Odilo Scherer y Joao Braz de Aviz, y el mexicano Francisco Robles Ortega, en cinco votaciones surgió un solo candidato fuerte de la región, bastante antes de las 7,4 rondas de votación como promedio estadístico de los nueve cónclaves anteriores.

De hecho, un latinoamericano fuerte arregló rápido las cosas.

Luego de que el arrojo del nuevo Papa hiciera su debut la noche del miércoles -al pedir la bendición de la gente, antes de bendecirlos él, se refirió a sí mismo, modestamente, como un "obispo", mostrando una sonrisa encantadora y gentil, y lo más revolucionario de todo, tomando el nombre de Francisco-, la opción por el cardenal Jorge Mario Bergoglio corre el riesgo de parecer obvia. Los fieles católicos pueden inclinarse también a decir que las políticas que llevaron al resultado son irrelevantes ahora porque, como quiera que haya ocurrido, la Iglesia tiene un Papa.

Sin embargo, probablemente implicó la intersección de varias corrientes del Colegio Cardenalicio llevar a Bergoglio al papado, y es fácil imaginar cómo las estrellas podrían haberse alienado de forma distinta.

Sin duda sabremos más en los días que vienen, pero por ahora es posible identificar al menos tres bloques que pueden haber dado con el nombre en el jesuita de 76 años proveniente de Buenos Aires.

Primero, los cardenales que en entrevistas precónclave se refirieron a la conveniencia de elegir a un Papa que no fuera de Occidente, probablemente vieron en él su mejor apuesta, en especial dado el fuerte apoyo que logró hace ocho años, cuando efectivamente fue el competidor del Papa Benedicto XVI.

Es razonable conjeturar que una vez que la candidatura de Bergoglio pareció real, atrajo la mayoría de los votos de los 19 cardenales latinoamericanos, así como un número considerable de los 11 africanos y 10 asiáticos.

A ese total hay que añadir el voto de los cardenales de Europa y Estados Unidos que querían elegir un Papa no occidental, para poner un rostro para la dinamización del catolicismo en el hemisferio sur.

En una entrevista precónclave, el cardenal italiano Francesco Coccopalmerio dijo lo que muchos de sus hermanos cardenales estaban obviamente pensando: "Es hora de mirar fuera de Italia y Europa y, en especial, de considerar a América Latina".

Segundo, aunque Bergoglio es incuestionablemente ortodoxo, puede haber logrado una vez más el apoyo de los europeos moderados que hace ocho años lo vieron como la principal alternativa frente al cardenal Joseph Ratzinger. Para aquel electorado, el hecho de que Bergoglio sea un jesuita con reputación de aglutinar a diversas corrientes al interior de la orden probablemente lo hizo parecer atractivo.

Aquellos europeos moderados no tenían en 2013 el peso numérico de que gozaron en cónclaves anteriores, pero probablemente representaban 15 a 20 votos.

Tercero, Bergoglio habría atraído a una corriente al interior de los 38 cardenales del Vaticano que participaron en el cónclave, especialmente aquellos que vienen de la tradición diplomática del Vaticano y valoran el rol tradicional de la Santa Sede como voz de conciencia en la escena mundial.

Para aquella corriente, un Papa dedicado a las enseñanzas de paz y justicia de la Iglesia, especialmente la solidaridad con los pobres, puede posicionar de nuevo al catolicismo como una fuerza política y social relevante a comienzos del siglo XXI.

El cardenal Angelo Sodano, decano del Colegio Cardenalicio, pareció insinuar esa visión en su homilía en la misa Pro Eligendo Romano Pontifice, la mañana del martes. "Los últimos papas han construido laboriosamente muchas buenas iniciativas para la gente y para la comunidad internacional, promoviendo la justicia y la paz", dijo Sodano. "Recemos para que el futuro Papa pueda continuar esta labor incesante a nivel mundial". Aquellos cardenales diplomáticos representaban 10 a 15 votos en el cónclave.

Al sumar a 40 cardenales del mundo en desarrollo, 20 europeos moderados y 15 diplomáticos se llega a 75 votos, sólo dos menos del umbral mágico de los 77 sufragios requeridos para elegir a un Papa.

Como un cardenal que nunca ha trabajado en la Curia Romana y con historial de criticar el elitismo y la ambición, Bergoglio habría atraído también a aquellos cardenales que buscan una reforma en la burocracia del Vaticano -reforma en el sentido de un regreso al Evangelio, personificado en Francisco de Asís, no necesariamente el "gerente de 10 minutos"-.

Lo que tiende a ocurrir en un cónclave es que, una vez que la elección de alguien parece inevitable, otros se suben al carro para ofrecer al nuevo Papa una muestra unificada de apoyo.

Al menos a primera vista, esa forma de hacer las cuentas parece cuadrar.

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