Coordinador Políticas Sociales de Clapes UC: "Reducir la jornada laboral no es la solución al problema de fondo"
Sergio Urzúa sostiene que la propuesta no aborda las dificultades del país en materia de productividad y que Chile debe avanzar en mayor flexibilidad. Sostuvo que recorte de 45 a 40 horas de jornada semanal tendría costos relevantes si no va de la mano con otros cambios.
"No hay un diagnóstico para extrapolar que la solución a nuestros problemas de productividad van a ser mágicamente resueltos a partir de la reducción de la jornada laboral". Ese es uno de los principales puntos que enfatiza el académico Sergio Urzúa, economista de Clapes UC, respecto a la propuesta que busca reducir la jornada laboral de 45 a 40 horas semanales impulsada por la diputada Camila Vallejo (PC) y que es vista de manera positiva por economistas como el académico de la U. de California, Sebastián Edwards
Según el experto, Chile primero necesita mejorar la flexibilidad laboral y el capital humano, y una vez desarrollado aquello, poder pensar en la reducción de la jornada laboral como resultado.
¿Qué le parece la propuesta de reducir la jornada laboral?
Es muy consistente con la forma con que se han hecho políticas públicas durante el último tiempo, esto de poner la carreta frente a los bueyes. No hay un diagnóstico para extrapolar que la solución a nuestros problemas de productividad, como se plantea, serán mágicamente resueltos a partir de la reducción de la jornada laboral. Entiendo que conceptualmente se puede hacer el punto de que, quizás, trabajando un poco menos la gente pueda sentirse más feliz y eso pueda tener algún impacto en la productividad, pero no ocurre en la práctica. Teóricamente uno puede parar un elefante en un alfiler, pero en la práctica no se puede.
La iniciativa busca acercar a Chile a las jornadas de trabajo de los países desarrollados…
Países como Holanda, Alemania, Noruega, efectivamente trabajan menos que nosotros, pero hay que ver cómo lograron eso. Tenemos que preguntarnos bajo qué condiciones esos países lograron reducir el número de horas trabajadas. Esos cambios se produjeron entre 1960 y 1980 y tomaron varios años. Fueron cambios que, además, estuvieron asociados a crecimientos económicos bastante más altos a los que estamos viendo hoy. Hasta cuándo nos vamos a estar comparando con la Alemania, Noruega y Finlandia de hoy. Cuando uno mira la trayectoria que han tenido estos países durante los últimas cinco décadas, los cambios que se hicieron y las oportunidades que aprovecharon, esa debería ser nuestra discusión, el trabajo previo a los resultados que hoy muestran.
Entonces ¿qué condiciones deberían darse en Chile para implementar la reducción de la jornada laboral?
Las condiciones hoy día para avanzar en esa línea, no están. Aquí lo que hace falta, en línea con lo planteado por Sebastián Edwards, es una reforma que tome en consideración la rigidez del mercado laboral. Se necesita mayor flexibilidad en el mercado laboral para poder atraer jóvenes y mujeres que hoy están fuera. Tenemos también la necesidad de reformar el Sence, transformándolo en una institución que entregue capacitaciones y herramientas para el trabajo de forma eficiente. Esas son tareas pendientes, tareas que deberían estar muy por arriba de la opción de reducir la jornada laboral.
Costo laboral
El ministro de Hacienda, Rodrigo Valdés, planteó que esta medida elevaría el costo laboral en 12,5% ¿está de acuerdo?
Para aquellas personas que promueven esta iniciativa lo que les queda es demostrar que el cálculo que plantea el ministro Valdés está equivocado. Si el ministro Valdés dice que ese es el número con el que hay que partir trabajando, y que aumenta en un 12,5% los costos, me parece que es un número que hay que tomar en consideración, y cualquier economista serio lo que tiene que hacer es plantear cómo se compensa ese aumento de 12,5%.
¿Qué efectos podría tener en la economía la aprobación de esta iniciativa?
La reducción de la jornada laboral tiene un costo importante, esto significa un encarecimiento de la mano de obra. Si bajamos la cantidad de horas, mantenemos los salarios, no negociamos adaptabilidad, ni contamos con un sistema de capacitación que sea eficiente, no veo cómo una propuesta así podría compensar las cosas. Dudo que este proyecto vaya a aprobarse, el país tiene muchísimas otras obligaciones en materia económica y laboral como para sentarnos a discutir los beneficios o costos de esto. Esto es una fiebre que tiene Chile desde que entró a la OCDE y Sebastián Edwards cae en esa trampa, de creer que cambiando leyes nos vamos a transformar en los países de la OCDE. Reducir la jornada laboral no es la solución al problema de fondo que enfrentamos, ya sea en el corto plazo con la reforma laboral o en el largo plazo que es la productividad.
¿Menos feriados podría compensar los efectos negativos de una reducción de jornada?
No se trata de parear una cosa con la otra. Tenemos que tener una discusión clara y precisa respecto de cuáles son los cuellos de botella en la legislación laboral que implica que los trabajadores no puedan tener un sistema flexible y moderno, y en el lado del capital humano, hay que ver cuáles son los puntos que evitan que los trabajadores en Chile cuenten con las habilidades necesarias para desenvolverse de forma eficiente en sus trabajos. Tengamos ese debate primero, como lo hicieron los países que lograron la reducción de jornada, y vayamos mostrando avances este tipo de cosas, y efectivamente van a ir apareciendo los resultados.
¿Se está adelantando la discusión sobre este tema?
Acá hay que mejorar el capital humano de la población y dar mayor flexibilidad al mercado laboral, una reducción de la jornada laboral, como se propone, es un resultado de todo eso, de un trabajo previo.
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