Siria intenta cortejar a los turistas rescatando sus tesoros
El Gobierno de Damasco lleva una década queriendo dar una visión más occidental del país, de la mano del presidente Bashar al Asad y con una campaña que ha derivado en un aumento anual del 15 por ciento en el número de turistas.<br>
En una campaña de una semana para promocionar el turismo en Siria la frase que más se oyó fue "Ahlan wa sahlan" (Bienvenido), pronunciada por los ciudadanos de este país, que conserva el alfabeto más antiguo, el tratado más viejo y la primera escala musical en la historia.
De hecho, la lista continúa.
La edición anual del Festival de la Ruta de la Seda se concentró en los últimos días en presentar a Siria como un "puente entre el Este y el Oeste", una encrucijada que, como tal, muestra la deslumbrante riqueza de comidas, cultura, música y folclore.
Una variedad que se disfruta en Damasco, la capital más antigua de la Tierra que aún está habitada, en la histórica Alepo, las "ciudades muertas" del norte del país y otras poblaciones como Latakia, Homs o Palmira.
Siria quiere crear una diferente imagen del país, distinta a la extendida en países occidentales que están descontentos por el apoyo sirio a grupos radicales como el palestino Hamás y el libanés Hizbulá, o por su alianza con Irán.
PARTE DE LA CULTURA
"Siria alberga culturas, artes y civilizaciones en las que sus gentes todavía abren sus puertas y sus corazones a través de los años, y hoy, Siria recibe a sus huéspedes con la fragancia del jazmín y los pastos verdes, y la frase 'Ahlan wa sahlan'", dice un folleto distribuido para la ocasión.
El Gobierno de Damasco lleva una década queriendo dar una visión más occidental del país, de la mano del presidente Bashar al Asad, de 44 años, educado en Londres y que introdujo medidas liberalizadoras como la privatización de la banca o la eliminación de barreras arancelarias.
Esa campaña, según el ministro de Turismo, Saad Allah Agha al Qalla, ha derivado en un aumento anual del 15 por ciento en el número de turistas que visitan Siria.
"El ministerio busca mantener ese incremento y duplicar el número de turistas cada cinco años. Para fin de año esperamos alcanzar más de 7 millones de turistas", dijo Al Qalla en declaraciones a los periodistas durante el Festival de la Ruta de la Seda.
Una cantidad notable, si se tiene en cuenta que, en el año 2000, llegaron a Siria 800.000 turistas, y en el 2005 3,6 millones.
FLUJO ECONOMICO
Ese flujo tiene su impacto económico porque, según el Ministerio de Turismo, el año pasado los turistas se dejaron en Siria unos 5.000 millones de dólares, y para este año se calcula que los ingresos llegarán a 7.000 millones.
Siria ofrece elementos que pueden asegurar el éxito de su campaña turística: el mar, el desierto y más de treinta civilizaciones antiguas que aún están presentes en numerosos sitios arqueológicos.
Damasco y Alepo son los dos focos principales de atracción, con sus respectivos barrios antiguos, sus murallas medievales repletas de templos, extensos zocos, minúsculos pórticos y laberínticos callejones.
Por ejemplo, en el corazón de Damasco, una capital que tiene más de 4.500 años de antigüedad, se encuentra la mezquita de los Omeyas, una de las mayores, más antiguas y más sagradas del Islam.
Dentro del templo hay una tumba que se cree contiene la cabeza de San Juan Bautista. El minarete de la esquina suroriental lleva el nombre de Minarete de Jesús y muchos musulmanes creen que en este mismo lugar Jesucristo volverá a aparecer en el Fin del Mundo.
MODERNIZACION
Hace una década, se veían pocos visitantes extranjeros en la Ciudad Vieja de Damasco, pero ahora el barrio está repleto de modernos hoteles, restaurantes y cafés, que salpican la calle Al Mustaqim (La Vía Recta), mencionada por su nombre en la Biblia porque fue aquí donde el apóstol San Pablo se dirigió y donde vivió después de convertirse al cristianismo camino de Damasco.
Camino hacia Irak, 215 kilómetros al noreste de Damasco, el corazón palpitante de la Ruta de la Seda cruza el oasis de Palmira, donde se encontraban las caravanas a partir del siglo II A.C, trayendo seda y especias de Oriente.
Palmira, que llegó a tener 200.000 habitantes, sigue sorprendiendo con sus templos, sus soportales y sus teatros, y fue uno de los lugares recorridos por los periodistas durante el Festival del Camino de la Seda que se acaba de cerrar.
Allí, en un anfiteatro romano rodeado de ruinas, los periodistas pudieron disfrutar de una elegante actuación de folclore en el que se contaba la historia de Zenobia, la reina árabe del siglo III que fue famosa por su belleza, su valentía y su inteligencia, y quien llegó a desafiar a la omnipotente Roma.
Un recuerdo que, por razones parecidas, sigue latente en la Siria actual.
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