Start-Up Chile prevé levantar capital por US$ 100 millones en 2014

Programa de Corfo, que nació en 2010 en apoyo de emprendedores, aseguró su continuidad.




El 24 de febrero de 2010, Juan Andrés Fontaine, quien se preparaba para asumir en marzo de ese año como ministro de Economía del gobierno de Piñera, decidió llamar a Nicolás Shea, un emprendedor chileno que entonces vivía en Palo Alto, California, Estados Unidos. El motivo de la llamada fue ofrecerle el cargo de Asesor de Innovación y Creación de Empresas.

Fue el puntapié inicial para dar forma a lo que hoy se conoce como Start-Up Chile, iniciativa que entrega apoyo a emprendedores con el objetivo de convertir a Chile en polo de innovación de América Latina. El programa, dependiente de Corfo, a la fecha exhibe positivos resultados: 12.268 postulaciones de proyectos, con un impacto social de 3.447 actividades y 163.731 personas participantes de esos encuentros (ver infografía).

A la luz de las buenas cifras, la administración de Bachelet decidió asegurar la continuidad del programa. "Medimos el impacto cultural que se genera en Chile con los emprendedores que llegan de otros países, ya que todos tienen la obligación de realizar actividades con los emprendedores locales. Lo medimos y funciona bastante bien. Ese mecanismo gustó mucho en la nueva administración", comenta el director ejecutivo del programa, Horacio Melo. A su juicio, la iniciativa "permite que haya más emprendedores, más innovación y más inversionistas".

El crecimiento del programa ha sido exponencial, asegura. Tanto así, que de los 750 proyectos que ha financiado en sus casi cuatro años de funcionamiento, más de 200 han levantado casi US$ 80 millones en capitales privados luego de salir de Start-Up Chile. "Es un número que nos pone al mismo nivel de las mejores aceleradoras del mundo, lo que es una buena señal de que seleccionamos buenos proyectos", destacó Melo.

Para 2014, las expectativas del programa son altas. El gobierno prevé llegar a las 1.000 Start-Up, "que es el gran hito que tiene que pasar este año", anticipa. En términos de capital, la proyección es levantar alrededor de US$ 100 millones durante el presente ejercicio, señala Melo.

Esto, en línea con el segundo gran objetivo del programa, que es maximizar la probabilidad de que los proyectos seleccionados sean exitosos. "Tenemos un mecanismo interno de aceleración que ayuda a que les vaya bien a los proyectos. Trabajamos con mentores, y acercamos a los Start-Up a los inversionistas", indican en el gobierno.

El programa también ha logrado prestigio fuera de Chile. "Hay varios gobiernos haciendo cosas similares", dice Melo.

Por eso, en una etapa siguiente la mirada del programa girará hacia regiones y el resto de Latinoamérica. "La línea está ya clara, ahora lo que tenemos que seguir evaluando y midiendo es cómo llevamos esto más allá, para que sea más masivo", señala la autoridad.

En las próximas semanas, comenta, se definirán los grandes desafíos, "que tienen que ver con cómo nos consolidamos como polo de innovación y emprendimiento para Latinoamérica y cómo hacer que esto explote en Chile".

Por ahora, funcionan con alianzas entre universidades, municipalidades y ONG en Chile. A juicio de Melo, es la forma más directa para lograr la masificación dentro de nuestro país. "Hay que crear mecanismos internos que nos permitan movernos más rápido a regiones", indica.

RIESGO Y APRENDIZAJE

Cifras compartidas en el mundo de los Start-Up indican que a nivel mundial, el 85% de los proyectos falla en los primeros dos años.

"Como sabemos eso, tenemos un proceso de selección que trata de minimizar ese riesgo, pero asumiendo que es muy probable que pase", reconoce Melo.

Un tipo de falla, explica, radica en la mala identificación que hace la Start-Up del problema a solucionar en el mercado. La segunda más común, agrega, es que pese a generar una buena solución, el mercado no está dispuesto a pagar por ella. Y el tercero más recurrente, es el que se produce una vez que el negocio está en marcha y es momento de escalarlo.

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