Tibios shows marcan la tarde de Primavera Fauna
El festival de rock y pop indie convocó a unas 10 mil personas en el espacio Broadway.
Si la programación ofrecida ayer en la cuarta edición del Primavera fauna durante sus primeras ocho horas, promedia el estado actual de la música indie en la escena internacional, el género está en problemas. A pesar de las agradables características del sitio -el espacio Broadway en ruta 68-, con áreas verdes y sendas piscinas, de las notorias mejoras en cuanto a servicios de comida -una de las feroces críticas a las primeras versiones-, y de la diversidad de escenarios, la debilidad de los números programados desde las 13 horas hasta el atardecer, fue la tónica.
Digamos que la apuesta fuerte de ese bloque horario fue el rock noruego, en serio. Paradigmática resultó la presentación de KAKKMADDAFFAKKA. No solo cargan con uno de los peores nombres posibles -chistecillo obvio sobre una palabrota en inglés-, sino que sus canciones insípidas y bobaliconas gatillaron una reacción más cercana a la cortesía, que verdadero entusiasmo. Más tarde los pergaminos de otro noruego, Erlend Øye, de cierto renombre por bandas como The whitest boy alive, no varió la opinión sobre el indie del país nórdico, inconsistente en ambos casos.
Las fichas corrían a favor de los estadounidenses Real estate. Sin embargo, desechan cualquier utilización del escenario más allá del lugar donde están instalados los instrumentos. Se revelaron estáticos, soporíferos, apenas destacable la cristalina primera guitarra de Matt Mondanile. A pesar de congregar una de las mayores audiencia de la tarde, su show solo merece un calificativo: aburrido.
No mucho mejor lo hizo Banda de turistas, grupo argentino promocionado como el recambio musical de su país. Acarrearon escasísimo público que permaneció sentado en su mayoría, gracias a su pop rock de pretensiones bailables seriamente debilitado por desafinaciones y mediocres armonías vocales. Otro ejemplo de la condición grogui del rock trasandino hace lustros.
En el escenario dedicado a la música electrónica tampoco hubo mucho que rescatar, con la excepción de Omar Souleyman, artista de Siria que con beats y su canto inherente a las melodías del medio oriente, logró entusiasmar al público y provocar lo más parecido a una fiesta para Primavera fauna en su horario diurno. Pero en el mismo lugar, ni la gran promesa nacional de las tornamesas, Daniel Klauser, ni los socorridos Matanza (en plan DJ set), equipararon la sorpresa de Souleyman.
Cuando el sol comenzó a ocultarse, la presentación del compositor y multi instrumentista francés Yann Tiersen, autor de la banda sonora de Amélie, le dio algo de categoría a la jornada, mediante una excelente banda y un versátil catálogo musical.
Al cierre de este despacho, Primavera fauna servía sus verdaderos platos fuertes: Mogwai, famosos por el uso (y abuso) de los decibeles; los australianos Tame Impala, renovadores del rock mundial en los últimos años (y con gran número en directo), y la sensación bailable Icona pop, dúo sueco femenino dueño del súper éxito I love it.
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