Tres de cada 4 británicos apoyan el suicidio asistido en enfermos terminales

Tres de cada cuatro de los consultados opinaron que debía permitirse que un familiar o un amigo ayudara a "quitarse la vida" a una persona querida que estuviera en esa situación irreversible y que hubiera expresado tal deseo conscientemente.

Sin embargo, el apoyo se redujo a un 48 por ciento cuando se preguntó a las mismas personas si este tipo de eutanasia estaba justificado en el caso de que no se trate de una enfermedad en fase terminal.

Los resultados del sondeo se publicaron en un programa de la emisora pública en el que se entrevista también a una británica absuelta recientemente de la acusación de asesinato tras haber ayudado a morir a su hija, que sufría una encefalomielitis miálgica.

Kay Gilderdale, reconoció ante el tribunal que había ayudado a su hija, Lynn (31), quien llevaba postrada en cama desde los quince años, y había sido hospitalizada más de cincuenta veces por distintas enfermedades. Además, había comunicado expresamente a su madre el deseo de morir.

"Sé que hice lo que tenía que hacer por Lynn. Finalmente está libre y en paz, que es lo que quería. Lo volvería a hacer fueran cuales fuesen las consecuencias", afirma Gilderdale cuando el periodista de la BBC le pregunta al respecto.

A diferencia de lo ocurrido con esa madre, otra británica llamada Francis Inglis, de 57 años, fue condenada también este mes a nueve años de prisión firme, por haber matado con una dosis letal de heroína a su hijo, que llevaba más de un año en estado vegetativo tras haberse fracturado el cráneo al saltar desde una ambulancia.

El año pasado, la Fiscalía Pública emitió un conjunto de directrices sobre cuándo llevar ante los tribunales un caso de suicidio asistido, pero los partidarios de la eutanasia creen que la ley no es aún suficientemente clara.