Viggo Mortensen: "Para sobrevivir en Hollywood no hay que tomarse en serio a sí mismo"

En el elogiado filme del argentino Lisandro Alonso, con guión de Fabián Casas, el actor interpreta a un militar danés que en 1850 se interna en la Patagonia argentina.




El año pasado se cumplió una década desde que Viggo Mortensen interpretó a Aragorn en El retorno del rey, la última parte de la trilogía El señor de los anillos. Son diez años en que el público ha vivido bajo el manto sagrado de aquellos héroes magnánimos y una década en que Viggo Mortensen, distante de las nostalgias, se ha reinventado en todos los personajes posibles. Burlando pronósticos y probabilidades, construyó una carrera singular en Estados Unidos, pero además en Europa y Latinoamérica. También, atado a sus inquietudes, ha sido poeta, editor literario, cantante, fotógrafo y pintor.

Al parecer, los espejismos de Hollywood no le nublan la vista y no cree todos sus cuentos. Cuando, llegada la ocasión, le cuentan uno, prefiere que sea uno de verdad. Que se lo cuente, por ejemplo, el argentino Fabián Casas, autor del guión de la película Jauja.

La cinta del destacado cineasta transandino Lisandro Alonso participó este año en la sección Una Cierta Mirada del Festival de Cannes y se llevó grandes elogios de la prensa, así como el Premio Fipresci de la Crítica. Ahora el filme, sobre un militar danés perdido en la insondable Patagonia argentina en el año 1850, llega a Chile. Se exhibirá en el Festival de Valdivia, que comienza este martes en la ciudad austral y que, además, trae los nuevos trabajos de Jean-Luc Godard y Abel Ferrara, entre otros (ver pág. 59).

Ante la clásica interrogante sobre si se ve con el resto de los actores de El señor de los anillos, se encoge de hombros y responde: "No mucho, sólo de vez en cuando. Por ahí quizás sólo un encuentro con los hobbits", responde, con acento inconfundiblemente argentino. Mortensen, de 55 años, es hijo de padre danés y madre estadounidense, pero creció en el país vecino. En el Festival de Cannes, donde dio esta entrevista, aprovecha de declarar su pasión por el club de fútbol San Lorenzo.

Actor de David Cronenberg en tres películas (Una historia violenta, Promesas del este y Un método peligroso) y de La carretera, basada en la novela de Cormac McCarthy, Viggo Mortensen protagonizó en el 2014 tres filmes para diferentes paladares: el mencionado Jauja; Loin des hommes, cinta francesa sobre la Guerra de Argelia, y The two faces of January, basado en una de las novelas de la serie de Ripley de Patricia Highsmith.

¿Cuáles son las películas que le interesan?

A estas alturas, lo que me interesa es estar en un filme del que me pueda sentir orgulloso y que me guste. Me da lo mismo si la película cuesta cien millones de dólares o casi cero pesos, como es el caso de Jauja. Lo importante es que sea buena. El trabajo es el mismo, la preparación es igual de larga. Por lo tanto, es mejor invertir ese tiempo en algo bueno que en algo malo.

¿Por qué le interesó actuar en Jauja, en particular?  

Fabián Casas es amigo mío. Es un poeta argentino bastante conocido e hincha enfermizo, como yo, de San Lorenzo. Me dijo que iba a trabajar con Lisandro Alonso, cineasta al que yo conocía desde Toronto en el 2006, cuando estuve allá con la cinta Alatriste. La película tiene algo de la historia de la conquista del desierto en 1850 y la protagoniza un militar danés que soy yo. El llega con su hija adolescente a estas tierras y tiene trabajo con el Ejército argentino. Al mismo tiempo, es el genocidio contra los pueblos originarios. Todo esto se mezcla con una historia de fantasía, pues el tipo comienza a perder el sentido de la realidad cuando se pierde en la Patagonia.

¿Es difícil para un actor participar en un filme tan visual y con tan pocos diálogos?

Yo estoy acostumbrado a eso. He hecho de todo, desde películas en las que no hablo mucho hasta Un método peligroso, de David Cronenberg, donde soy Sigmund Freud y me la paso hablando todo el metraje, sin parar. Nunca había sido tan parlanchín. Por otro lado, Jauja es un trabajo de pocos diálogos y bastante expresividad con el rostro y el cuerpo. Para mí, lo más importante no es hablar, sino saber escuchar: si un actor sabe escuchar, si sabe reaccionar ante su entorno, va a entregar lo mejor.

En la película es un danés. ¿Lo acercó a sus orígenes?

Por supuesto. Hay algo muy personal en esta cinta. Soy el padre de una chica y le hablo constantemente en danés, un poco como me hablaba mi papá a mí cuando crecí en Argentina. En cualquier caso, es un danés anticuado, simple y formal. Para eso imité la forma de hablar de mi abuelo, un campesino sencillo y sabio. Hay desavenencias clásicas que les pasan a los europeos cuando van a un país latinoamericano. En la película se ve eso, y me hace acordar de mi familia cuando llegó a Argentina. Son cosas graciosas. Por ejemplo, mi personaje se tiene que juntar con un militar argentino a las 5.30 de la tarde, pero cuando llega no hay nadie. ¿Y qué espera? ¿Que el otro esté puntualmente a la hora? Son argentinos, son latinos. Espera como un burro y no aparece nadie.

¿Cómo fue su relación con Lisandro Alonso?

Buenísima. A él no le importa mucho qué estás haciendo en el cuadro. Desde el momento en que ya estás en su película, eres el personaje y te deja hacer. No parecemos actores en sus películas, sino nosotros mismos, seres humanos. Esa es su grandeza. Sus guiones dicen, por ejemplo, "Hombre pasa arriba de un caballo y saluda". En una película de Hollywood eso son cuatro segundos, pero para él pueden ser cuatro minutos, pues da mucha libertad para crear dentro de esas instrucciones: el tipo aparece detrás del horizonte, viene, da un saludo, habla y se demora en volver. Uno ensaya cosas, rellena el espacio. Al principio te da miedo, pero luego te relajas e improvisas. Lo que hagas en la pantalla estará bien.

¿Hay puntos en común entre Peter Jackson, Cronenberg y Alonso?

Creo que los tres buscan contar historias de la forma más original posible. Peter Jackson, claro, dentro de su opción, que son películas de gran presupuesto. Y lo que une particularmente a Cronenberg y Alonso es que ambos tratan al espectador con respeto y proponen una obra abierta, no ideológica, que no busca imponer su verdad. Sin pretensiones ni arrogancias.

¿Qué opinión le merece la industria de Hollywood?

Hollywood es como Jauja: es un lugar, pero en realidad no es nada. Es un sitio imaginario. Puede ser horrible o maravilloso, dependiendo de cómo lo veas. Para mantenerme en forma en Hollywood sigo la siguiente receta: tomo mi trabajo seriamente, pero no me tomo con seriedad a mí mismo. Si lo hiciera estaría perdido, como el capitán danés de Jauja en la Patagonia. Hollywood te puede comer fácilmente.

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