Ya no, lo siento, tu hora pasó

Hace 15 años se estrenó una nueva forma de cubrir a las celebridades. La farándula le dio tema de conversación a Chile y fue un termómetro de lo que nos escandalizaba. Hoy el tongo, la falta de renovación y una mayor politización de nuestro país la tienen en declive. Dicen que no está muerta, pero muchos coinciden en que en el último tiempo ha andado de parranda.




"La televisión está cambiando, los programas de farándula están en bajada…", dijo la presidenta Bachelet en mayo cuando promulgó la ley de TV digital. Pocas semanas antes, Glamorama de La Tercera le había empezado a poner la lápida al fenómeno que contribuyó a crear en 1999 (Ver "la pelea fundacional"). "¿Muere la farándula?", preguntaba quince años después, un asunto que desde entonces se ha convertido en materia de conversación, columnas y crónicas.

La razón es "la estrepitosa caída de rating de los programas". Primer Plano, uno de los espacios emblemáticos en este tipo de contenidos, que llegó a los 21 puntos el 2006, hoy marca casi diez números menos. SQP logra con dificultad cinco puntos promedio, al igual que Secreto a Voces (SAV) de Mega que realizó una completa reformulación. Intrusos de La Red, que cuenta entre sus panelistas con rostros insignes de farándula como Jennifer Warner, Pamela Jiles y Alejandra Valle, está bajo los tres puntos promedio, y Canal 13 sencillamente sacó de pantalla Alfombra Roja, luego de una baja sistemática de audiencia que lo dejó marcando cinco puntos.

Nadie puede decir con certeza qué pasa, pero hay diagnósticos que se repiten: los personajes que hoy "alimentan" estos programas son cada vez menos conocidos y no ha habido un recambio generacional. Kel, por ejemplo, no es Raquel. Anita Alvarado tiene un programa en internet llamado Anita Sin Filtro, pero está muy lejos de ser el personaje que le contaba a Chile desde su enorme casa en Chicureo su fórmula para el ascenso social mientras su ex marido era perseguido en Japón por un escándalo financiero de los que se ven pocos en ese país. Y ni siquiera Cecilia Bolocco puede ocupar el lugar que tuvo Cecilia Bolocco en los 90 y la primera década del 2000, matrimonio con Carlos Saúl Menem incluido.

"La farándula está pasando por un momento complejo", admite el director ejecutivo de CHV, Jaime de Aguirre, canal que transmite dos de los programas más influyentes de este tipo. "Muchos espacios se quedaron pegados en la misma nota y tenemos que hacer un mea culpa, pero eso no quiere decir que esto se acabó".

Historia de una noticia

¿De qué hablamos cuando hablamos de farándula? El interés por la vida de los famosos, sus escándalos y romances han sido materia de la prensa del corazón tradicionalmente. Pero mientras ésta generalmente descansa en lo que las celebridades quieren contar o no, sus idas y salidas del infierno, sus nacimientos y renacimientos, este género va un paso más allá y aplica técnicas más propias del periodismo de denuncia, incluidas las interpelaciones, seguimientos, fuentes en off, y hasta cámaras escondidas. Eso puede llegar a extremos delictuales como el del diario británico News of the World, propiedad de Rupert Murdoch, que intervenía los teléfonos de celebridades y miembros de la realeza para conseguir información.

Aunque el espectáculo criollo tenía algunos registros faranduleros anteriores, como el matrimonio y la separación de la Bolocco con Michael Young, los disparos de Raquel Argandoña y Eliseo en la famosa "Casa lila" y las fotos en revista Cosas del Chino Ríos bailando con otra mujer distinta a su novia Giulina Sotela, en general, no se cubría la trastienda de la vida de las celebridades chilenas sin su colaboración. En general hay coincidencia en que la noticia que dio inicio oficial al periodismo de farándula fue la del mechoneo entre Daniella Campos y Titi Ahubert por el amor de Iván Zamorano. Cristián Farías reporteó la historia, varios testigos entregaron detalles, apareció en la portada de La Tercera y el asunto reventó como una bomba de racimo: fue tema de conversación nacional, la cubrieron las radios, las revistas y hasta los programas de televisión de entretención. La Ahubert fue disparada a la fama.

Era la primera vez que una noticia de este tipo generaba tanta réplica. Y con el tiempo las réplicas de este tipo de noticias llevaron a la reconfiguración de Las Ultimas Noticias como medio farandulero, la creación de la columna semanal de Glamorama en La Tercera a cargo del propio Farías y, al que estas notas aterrizaran en la televisión.

"Era un periodismo súperserio, muy reporteado. Teníamos que tener cuatro o cinco fuentes para confirmar una historia… tan serio como escribir de política o economía", explica Farías en referencia a Glamorama. "Para mí el momento peak fue el pololeo y matrimonio de la Bolocco con Menem. Con ella aprendimos a hacer guardia, a realizar seguimientos en auto, a buscarnos fuentes confiables que nos adelantaran detalles", recuerda Laura Landaeta, periodista que fue panelista de matinales, trabajó en LUN y que hoy prepara una biografía no autorizada de Bolocco. Según ella, con el tiempo eso se ha ido perdiendo y los estándares se han relajado.

Muy pronto la farándula consiguió espacio propio en la televisión con programas tipo "panel", en los que un puñado de personas -opinólogos- revisaba una nota periodística y la comentaba. El precursor de este esquema, replicado durante la última década, fue SQP (originalmente llamado Sálvese Quien Pueda) y su creador fue Rodrigo Danús. El empresario ligado al mercado energético, era cercano a Cecilia Bolocco y conoció la industria televisiva a través de ella. Vio un nicho de negocio inspirado en espacios de espectáculos argentinos, fundó la productora Broadeyes y le vendió su "producto" a Chilevisión. La apuesta fue arriesgada, de hecho durante los primeros 18 meses de programa debió financiar toda su operación. "Funcionábamos como un pequeño canal de televisión. Teníamos la gracia de tener libertad absoluta para investigar y opinar, no teníamos compromisos con ningún grupo de poder y podíamos hablar abiertamente de lo que pasaba en todos los canales", recuerda el propio Danús, quien tras la salida de Sebastián Piñera de CHV vendió el espacio al canal. Después intentó continuar en el mercado a través de UCV y En Portada, pero el panorama había cambiado.

El poder de la farándula

La cobertura de farándula muchas veces plantea dilemas éticos en relación a la vida privada de las personas, pero pese a esos debates, a partir del año 2000 los chilenos encontraron en esos contenidos tema de conversación para el café a media mañana en el trabajo, en el taxi, la micro y en la mesa familiar. Y eso es parte de su éxito. El sociólogo Matías Chaparro es gerente de Investigación y Desarrollo de TVN y, como ha estado a cargo del área de estudios, conoce bien la evolución de las audiencias. Él explica que la farándula contribuyó a generar sensación de pertenencia y temas comunes, en un país que tiende a ser segregado socialmente. "Anita Alvarado es tema de conversación para mí, pero también para otra señora a la que no conozco. Entonces su presencia en televisión me confirma que soy parte de una comunidad y, por lo mismo, tiene una función integradora".

Rodrigo Danús lo vivió en términos personales mientras hacia SQP: "Iba a comidas de negocios y terminaba siendo la estrella de la noche, porque todos querían saber sobre lo que pasaba o no en el mundo de la televisión", dice, pero agrega que la posibilidad de acercar a los más pobres a la pantalla fue fundamental. "Mostramos que los rostros podían vivir las mismas cosas que ellos y en eso la farándula fue muy transversal y generó un lenguaje común entre personas que antes no tenían de qué hablar". Lo mismo le ocurría a Jennifer Warner, el rostro del primer SQP: "La gente nos paraba en la calle para comentarnos sobre la vida de las celebridades, la sensación de que 'los famosos también lloran' se hizo muy patente, que ellos también sufrían desgracias, problemas, penas y alegrías", explica.

Un aspecto particularmente interesante que surge en las investigaciones cualitativas, explica Chaparro, es que para muchas dueñas de casa los programas de farándula son un factor de empoderamiento ante la familia: "Tienes a una mujer está todo el día viendo estos programas en la casa. Su marido e hijos circulan por la calle y escuchan al pasar que algo pasó con tal o cual personaje. Llegan a la casa y es ella la que sabe todos los detalles. Esa capacidad de opinar con información es clave para su autoestima y es algo que parece cuando hablan de farándula".

El comentarista de televisión Luis Breull es mucho más crítico y representa una visión que existe desde que se inició la cobertura de farándula en círculos académicos y periodísticos. A su juicio, este tipo de contenidos banalizaron las conversaciones y pusieron el acento en desigualdades como el éxito sin mérito ni gloria. "Lo que generó la farándula fue un reenfoque sobre qué conversar. Y en ese sentido creo que lejos de empoderar, empobreció y simplificó el debate, desvistiendo a las audiencias de sus capacidades para entender la realidad más compleja".

Razones de una caída

Muchas veces los espacios dedicados a la farándula se cruzaron con noticias que hablaban de temas de interés social. La famosa que era víctima de violencia intrafamiliar, el bailarín que sufría discriminación sexual, los chicos reality acusados de consumo de drogas, la pareja que no podía tener hijos o el fracaso matrimonial. Por lo mismo, tenían la posibilidad de abrir un flanco para la reflexión que, a juicio de Chaparro, no se supo utilizar adecuadamente. "De alguna manera los programas de farándula tematizaban una agenda valórica importante para el país, pero los analizaban y construían opiniones de manera bastante básica, sin tener verdadera conciencia de lo que hacían. No supieron ocuparlos de manera adecuada".

Hay otros factores que explican el actual declive en el interés de la farándula: para el director ejecutivo de CHV, Jaime de Aguirre, parte del problema radica en que se produjo una "profesionalización" de los personajes en torno a los cuales giraba la farándula. "Aprendieron cuáles son las reglas", dice y agrega que el que no quiere aparecer, ya sabe cómo evadir los programas, periodistas, opinólogos y panelistas. Mientras, hay otros que ven en este tipo de formatos una oportunidad para alcanzar fama y también han aprendido a usarla. Todo a costa del interés de las audiencias.

Aquí aparece otro concepto que cruza los análisis: el tongo. Hace algunas semanas, Jordi Castell reconoció que en Primer Plano se orquestaban historias sólo para subir el rating. Para Cristián Farías, una de las plumas insignes del periodismo de farándula, ese es uno de los principales factores que explica el tedio de la audiencia. A la falta de reporteo de verdad, se suma el tono extremadamente agresivo que han adquirido: "Las agresiones son muchas y gratuitas en este tipo de espacios y eso es lo que está en bajada. Imagínate si a quienes nos dedicamos a esto nos molesta ver ese tipo de cosas, lo que puede pasarles a los televidentes. La farándula perdió la humanidad y hoy lo que se necesitan son historias verídicas, no opinólogos", dice.

La falta de personajes es también una crítica recurrente: "En un país donde no hay un circuito de revistas -como Argentina- ni aristócratas en decadencia -como España- ni un puñado de millonarios dispuestos a ventilar su vida privada -como Estados Unidos- es difícil que la farándula sobreviva. Un hito fue el reality de las Argandoña. Se suponía que tenía que ser un Keeping Up With the Kardashians, pero fue una lata. Estaba bien hecho en términos de factura, lo que falló era la historia. Las Kardashians van a fiestas de millonarios, invitadas a inauguraciones, celebran cumpleaños a bordo de jets y son de una promiscuidad pasmosa. Raquel Argandoña terminaba el día llorando en la cocina con su nana que la consolaba con agüita de boldo. Claro, vivían en un departamento grande y caro para la gran mayoría, pero eran demasiado normales", dice el escritor y periodista Óscar Contardo.

A juicio de Danús, no es que falten personajes sino que no se ha puesto el foco sobre los indicados: "Los canales tienen dueños que no quieren problemas. La televisión está cada vez más fome y aburrida, se ataca al débil porque tienen miedo de meterse con los rostros grandes. Otra cosa pasaría si el tema central fuera un animador importante y no el último que queda del reality", dice. Y en esto último coincide Jaime de Aguirre, quien asegura que la farándula debe empezar a mirar a otros actores, que tengan más relevancia e impacto en la sociedad.

No obstante, hay también otro ingrediente que podría estar influyendo en que el interés de la gente se esté volcando hacia otras temáticas. El inicio del declive de la farándula ocurre en 2011, año de movilizaciones y marchas, y hay quienes ven una relación entre una y otra cosa: "Este género funcionaba en un país mucho más despolitizado, en que el sentido de comunidad se estructuraba desde otro lado. La política ayuda a dar sentido de pertenencia a la comunidad, y cuando está ausente la farándula ocupa ese espacio. Pero cuando sales a la calle, la sensación de ser parte de algo es mucho más fuerte y hoy las nuevas generaciones sienten que ellos sí pueden influir en lo que pasa y que, por lo mismo, no están para temas chicos", dice Matías Chaparro. "Si el país está OK nos preocupamos de la farándula", aclara De Aguirre para explicar una tendencia vivida durante años de estabilidad económica y política y que hoy podría verse afectada porque una parte de la población está interesada en los cambios en educación, salud o reformas tributarias.

Eso no significa que la gente sólo esté consumiendo política, pero sí que puede estar contribuyendo a cambiar el foco de las audiencias. Y al parecer la farándula ha perdido conexión con los temas de conversación de la sociedad. Hay algunos atisbos de cambio. Hoy, programas de conversación como Mentiras Verdaderas, Más Vale Tarde o Buenas Noches a través de sus entrevistas están logrando primicias y frases para titular las secciones de espectáculos. Pocos entrevistados creen que la farándula vaya a morir, pero sí están de acuerdo en que si quiere sobrevivir va a tener que adaptarse. "Todos tenemos la necesidad de conocer historias y si son de famosos, es más sabroso y entretenido. Yo creo que pasaron de moda los chicos reality, las peleas discotequeras y las personas capaces de vender el alma con tal de figurar", sentencia Jennifer Warner.

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