Alcances de la jornada de instalación

Jaime Bassa y Francisca Linconao.
Elisa Loncón, presidenta de la Convención junto a Jaime Bassa, vicepresidente.

Pese a que hubo grupos que buscaron empañar la jornada recurriendo a la violencia, finalmente prevaleció un tono de civismo y respeto, lo que envió una positiva señal al país. El protagonismo de los pueblos originarios quedará también como una de las imágenes más potentes.


A pesar de que los serios incidentes registrados durante la mañana hicieron temer que la instalación de la Convención Constitucional podría verse comprometida, la ceremonia finalmente pudo llevarse a cabo conforme lo previsto, logrando satisfacer las expectativas que en ella se habían cifrado, dando así una positiva señal al país.

Este primer encuentro quedará marcado por varios hechos de especial simbolismo, pero probablemente el más importante de todos es que se haya podido llevar a cabo en la forma y modo establecido por la reforma constitucional que lo habilitó -fruto de un amplio acuerdo político en el Congreso-, permitiendo que los 155 convencionales asumieran formalmente su cargo, dando inicio así al proceso para redactar una nueva Carta Fundamental.

A pesar de que en las semanas previas habían existido una serie de señales que adelantaban una primera sesión compleja, en particular por las exigencias formuladas por algunos grupos para lograr la liberación de los llamados “presos de la revuelta” así como de formular petitorios particulares, en algunos casos más allá de lo razonable, en la gran mayoría logró prevalecer un ambiente de respeto y civilidad, que es lo que cabe esperar de una instancia como esta. Ciertamente que también resultó encomiable el rol que desempeñó la secretaria relatora del Tribunal Calificador de Elecciones, cuyo temple y mesura -que recordaron las mejores prácticas republicanas- permitieron que las fuertes tensiones iniciales se pudieran canalizar civilizadamente, lo que permitió que la ceremonia se pudiera retomar y luego fluyera con total normalidad.

Fue también una jornada en que los pueblos originarios tuvieron el mayor protagonismo, especialmente por el hecho de que fue una de sus representantes -y por una amplia mayoría de 96 votos, tras una segunda votación- quien asumió la presidencia de la Convención, la destacada académica y lingüista Elisa Loncón. El tono del discurso que pronunció ante el pleno una vez electa logró ser convocante, pues junto con reivindicar a los pueblos originarios y al rol de la mujer, también manifestó que “se funda un nuevo Chile: plural, plurilingüe, con todas las culturas, con todos los pueblos, con las mujeres, con los territorios”.

Ya se adelanta que habrá temas de especial complejidad que habrán de ser tratados por la Convención. Conforme lo anunció su presidenta al término de la jornada, para la sesión de hoy se espera discutir una petición para amnistiar a los “prisioneros de la revuelta” así como de aquellos que cumplen prisión en el marco del conflicto indígena. Si bien es cuestionable que un petitorio de esta naturaleza sea objeto de un pronunciamiento por parte del pleno, por tratarse de una materia que está fuera de sus atribuciones -pues no solo supone hacer exigencias directas a los poderes del Estado, sino además alterar el curso de procesos judiciales-, cabe esperar que dicho petitorio no sea utilizado como excusa para entrabar el funcionamiento de la Convención. Como lamentablemente se pudo comprobar ayer, hay sectores dentro de esta instancia que insisten en promover ambientes de exacerbación y buscarán presionar a la Convención incluso por medios violentos, lo que no debe ser consentido.

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