Aprendizajes del Covid-19 para enfrentar la segunda ola

mascarilla

Por Carolina Velasco, del Centro de Estudios Públicos.

A pesar de las múltiples advertencias de los expertos (Osterholm 2017), la pandemia del Covid-19 nos pilló desprevenidos. No obstante, probablemente dada la globalización y avances tecnológicos -basta con decir que en un año ya se cuenta con varias vacunas-, hemos ido aprendiendo y ajustándonos rápidamente a partir de las diversas experiencias a nivel planetario.

En el caso de Chile, cuyo sistema de salud no cuenta con un número elevado de camas, médicos y enfermeras, reforzar dichos insumos es fundamental, pero no es lo único. Tal como se desarrolla en un extenso trabajo recientemente publicado en el Centro de Estudios Públicos, la literatura y evidencia señalan que para abordar una pandemia se debe contar con una estrategia (ojalá previamente diseñada) que sea integral. Por tanto, es también fundamental incorporar una sólida estrategia de testeo y detección temprana, así como el seguimiento y aislamiento de casos y contactos cuando corresponde. Mientras más rápido se haga, mayor posibilidad de contención de los brotes. Asimismo, se requiere de estrategias de mitigación y contención, como cierres de fronteras, escuelas, comercio, cuarentenas, según se requiera, donde Chile ha ido adquiriendo y mejorando los criterios para definir cuándo aplicar dichas medidas. En tercer lugar, se debe apoyar económicamente a las personas y empresas, pero en particular a los grupos más vulnerables, que no pueden permitirse dejar de trabajar, ya que dependen de dicho sustento diario para vivir. Finalmente, pero no por ello menos importante, se debe manejar desde el punto de vista comunicacional y de la coordinación la estrategia para afrontar la pandemia. La transparencia, veracidad, participación e involucramiento de todos los actores es un activo que permite mayor adhesión a las medidas y mejores resultados.

No debemos olvidar estos aprendizajes para las futuras olas, ya que las vacunas no lograrán la protección total hasta bastante tiempo más, periodo en el que deberemos convivir con nuevos brotes. Pero, además, estas lecciones deben aportar para la elaboración de un plan para futuras pandemias. Éste debe considerar una voz única que informe adecuada, clara y transparentemente a la población, para evitar el pánico, incluyendo al personal de la salud, que debe comunicar el riesgo. Asimismo, cada actor debe tener claro su rol y los criterios que activan cada una de las medidas (cierre de fronteras, prohibición de actividades); todo esto bajo una adecuada coordinación a cargo de las autoridades. Lo anterior requiere que dicho plan debe ser conocido por cada entidad relevante (colegios, empresas de suministros básicos, entre otros).

Asimismo, el plan debe considerar medidas para asegurar la continuidad de la atención básica en salud (enfermos crónicos, actividades preventivas), los métodos para adaptar las capacidades con que se cuente y los mecanismos para asegurar la distribución de vacunas e insumos médicos.

Todo ello, tomando en cuenta las diversas realidades de Chile, para así generar respuestas eficaces; lo que requiere sistemas de información integrados y completos. Por cierto, dicho plan debe tener asociado un costo y los criterios para priorizar la distribución de los recursos (humanos, financieros, físicos) lo que permite un uso más eficiente de los mismos.

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