Columna de Camilo Feres: La derecha destituyente
Las dos acusaciones constitucionales (AC) presentadas por la derecha esta semana son esquirlas del caso Cubillos. Y lo son, no solo por su evidente intención de imponer el mantra “crisis de seguridad” en el centro de la agenda -como forma de sacar a la exministra y el caso Audio de la agenda y tomar algo de control sobre ella-, sino porque responden también a la guerra de identidades desatada en la oposición por la candidata a Las Condes con su desafiante estrategia de defensa.
Y es que los liderazgos polarizantes operan así, convirtiendo toda acción política en un asunto de posiciones, obligando al sistema a fijar bando y modelando un entorno en el que quiénes no están contigo están contra ti. Develada por la publicidad de su abultado sueldo universitario, Cubillos desplegó el manual del polarizador: identificó a un enemigo (la izquierda); una causa en juego (la libertad) y a un fetiche con el cual diferenciarse (cierta derecha que no cree en la libertad).
Fijado el encuadre, en los días siguiente prosiguió mostrando a sus audiencias que, para ella, las convicciones son ante todo una cuestión de actitud y pasó a fustigar uno a uno a representantes de la triada del mal: al Presidente Boric y su gobierno; a Elisa Loncón, como representante del octubrismo constituyente y a la cúpula de la UDI, a quiénes les mostró los dientes por osar criticar su sueldo invitando a la prensa a indagar en los sueldos de sus dirigentes que ostentan cargos directivos en otras universidades privadas.
En simple, para defenderse Cubillos desató una guerra y de esa guerra derivan las acusaciones constitucionales; la libertad de acción de Evópoli para votar en Las Condes y la lucha de clases entre diputados y senadores de RN. Ahora bien, para ser justos, hay que consignar que toda la tensión que se liberó en pocos días no estaba ahí por Cubillos, ella fue solo la chispa que encendió la mecha.
Desde hace rato la incertidumbre sobre qué posición política pagará más, si la dialogante y moderada o la desafiante y confrontacional, estaba instalada en el centro de los debates de la derecha. Pero el buen posicionamiento relativo de la candidata de Chile Vamos, así como la debilidad creciente del referente Republicano, habían desplazado esos humores hacia adelante y muchos esperaban su desbande más bien hacia la elección parlamentaria y presidencial.
Pero Marcela adelantó el cronograma y hoy los Republicanos, que son quienes de verdad llevan el pandero en el diseño destituyente de la derecha, han impuesto su AC. Un texto que es mucho más meditado y estratégico que el de RN -como se ha visto- y que incluye en su justificación la principal oferta política del partido de Kast: reemplazar a la elite gobernante de los últimos dieciocho años.
De esta forma, poniendo a Piñera, Bachelet y Boric como el problema, los Republicanos han clavado la bandera en la punta de playa que había tomado Cubillos. Con esto, se posicionan como voceros principales de la desaprobación del gobierno (que es mayor que la aprobación a su candidato) y obligan a las oposiciones, con el mismo guion de Marcela, a tomar la decisión de con quién y -sobre todo- contra quién están. De manual.
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