Educación on line en Chile: de la emergencia a la calidad
Por Darío Ledesma, Consultor de Trayectorias Formativo-Laborales, Centro de Desarrollo Humano, Fundación Chile
Tras la llegada del Covid-19 a nuestras vidas a principios de 2020, la educación online se ha convertido en la única alternativa viable para continuar con las clases en todos los niveles educativos, pero también ha evidenciado las numerosas brechas digitales y competenciales a las que se enfrenta el sistema.
Pese a su esfuerzo por incorporar nuevas herramientas y tecnologías, las instituciones educativas chilenas han seguido utilizando, paradójicamente, metodologías tradicionales, es decir, aquellas en las que el profesor imparte una clase en directo y ésta puede ser recuperada también en diferido. En la mayoría de los casos se han subido recursos educativos digitales a las aulas virtuales, pero con reducidos niveles de interactividad y trabajo colaborativo. Lo que las instituciones están poniendo en práctica es una educación remota de emergencia, la cual difiere de una educación online de calidad. Para llegar a esta necesitamos contar con un diseño curricular e instruccional ad hoc, así como un cuerpo docente fuertemente capacitado y habilitado para implementarla. No es extraño por tanto que, según un reciente informe de la Unesco, el cambio de modalidad haya sido recibido negativamente por los estudiantes, lo que se suma a una pronunciada curva de aprendizaje entre los docentes para la correcta integración de las TIC en educación a distancia.
En cierta forma, Chile ya partía con desventaja para asumir el desafío de la educación virtual. Mientras países como España o Estados Unidos cuentan desde hace años con programas de grado y pregrado totalmente on line, las instituciones chilenas apenas han prestado atención a esta modalidad salvo contadas excepciones. Esto queda reflejado en una reciente encuesta de Ipsos, según la cual solo el 9% de los chilenos cree que en cinco años la educación superior del país será mayormente online, el menor porcentaje de los 29 países estudiados.
Por otra parte, a nivel internacional existen organizaciones e instituciones como NSQ, OLC o DEAC que velan por la calidad de la educación on line a través de estándares de calidad específicos. En Chile lo más similar son los criterios emitidos por la Comisión Nacional de Acreditación para programas virtuales y semipresenciales que, sin embargo, emanan de los asociados a la modalidad presencial.
¿Cuál será el principal desafío educativo en 2021? Sin duda alguna, implementar una oferta formativa en todos los niveles y modalidades educativas que integre herramientas tecnológicas bajo un foco pedagógico y estándares de calidad para asegurar al estudiante una experiencia enriquecedora. Para ello, es imprescindible un compromiso que guíe a Chile en la definición, difusión e implementación de estándares de calidad para la educación on line.
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