El proceso constituyente ya empezó

Voto, servel

La noche del martes se enviaba una carta desde distintas zonas del país, con olla y cuchara de palo en mano, tomando posición sobre los anuncios presidenciales y la votación en la cámara del 10% de los fondos previsionales. Tras la votación, ampliamente seguida, hay un ambiente de celebración popular: bocinazos, aplausos y vuvuzelas. Es que la conversación que está abierta en Chile desde la revuelta de octubre no es por el mejor mecanismo, ni el mejor arreglo. No es una conversación exclusiva sobre las pensiones – bien lo expresó el gremio de empresarios en su carta o el ministro Briones al confesar que la mayoría de las y los chilenos no tienen fondos-. Es que el proceso constituyente ya empezó: “no son 30 pesos, no es el 10%” se puede leer en distintas redes sociales.

La pandemia puso en suspenso los cursos del proceso constituyente, no solo por el confinamiento, sino por el intento decidido del gobierno por recuperar el control tras el estallido a través de la crisis sanitaria (ya sabemos las consecuencias de esa apuesta de conducción de la crisis sanitaria). Pero las propias condiciones en las que estamos viviendo (desigualmente viviendo) por el Covid-19, afianzaron el ánimo constituyente. Los múltiples análisis que hacen llamados a la racionalidad económica, ningunean el valor de 20 mil pesos, y convocan a pensar en su futuro a quienes tienen urgencias hoy, o todavía no comprenden los cambios que ha tenido Chile en los últimos treinta años y por qué estalló en octubre. O, de plano, reafirman su disposición para cerrar filas tras el modelo y los horizontes posibles de cambio en país.

En el movido escenario en que nos encontramos, las tensiones en la derecha copan los medios. La derecha ya se había enfrentado a un gran dilema tras el acuerdo del 15 de noviembre. Pero ante la obstinación de Piñera y con un largo periodo electoral avecinándose, varios y varias de su sector ven el riesgo de seguirle al despeñadero. En “el desorden” circunstancial del sector también se expresa la crisis que ya había golpeado al resto de los partidos del sistema político y que parecía solo mantener firme al oficialismo. Lo cierto es que no se trata necesariamente del derrumbe del sector. Puede que veamos un largo periodo de reordenamientos en la derecha, más o menos tensionados por el empresariado y por los cambios sociales que acechan sus otrora seguridades electorales.

Sin embargo, hay un gran riesgo en la oportunidad que ven sectores de clausurar todo lo que queda de espacio democrático, desplegando múltiples provocaciones y amenazas cuando no pueden ordenar sus filas, ni establecer negociaciones con partes de la oposición, a través de los espacios institucionales. Porque en tales aventuras autoritarias lo que está en juego es justamente la posibilidad de una nueva Constitución. Quienes hemos empujado largamente por transformaciones no podemos caer en sus provocaciones. De la mano de una ciudadanía activa, de un pueblo que actúa soberanamente y de todas las organizaciones sociales que han abierto horizontes de cambio tenemos que defender el giro democrático que ya arrinconó a las formas transicionales y consolidarlo en la constituyente como expresión de la dignidad de este pueblo.

Comenta

Los comentarios en esta sección son exclusivos para suscriptores. Suscríbete aquí.