El Rechazo es la mejor opción para el país

texto convencion

Al ser evidente que la Convención desaprovechó la oportunidad para proponer una Constitución sólida y que le haga sentido a la mayoría, el Rechazo ofrece un camino más claro para alcanzar los cambios que el país requiere.


En los días previos al plebiscito de entrada para definir el proceso constituyente, La Tercera señaló en su editorial que el Apruebo era la mejor opción para el país. En ese tiempo -al igual que ahora- existía un sentir mayoritario en torno a la necesidad de modificar la Constitución vigente, algo que posteriormente fue refrendado en las urnas, donde el Apruebo obtuvo el 78% de los votos.

Aunque en Chile no tengamos tradición de textos editoriales ante eventos electorales, la toma de postura en una definición tan relevante como un proceso constituyente es parte de nuestra función y también es un ejercicio de transparencia. No hay que confundir la opinión editorial de un medio con las páginas de información periodística. Si bien ambas se realizan con estrictos estándares profesionales, son géneros periodísticos distintos que cumplen objetivos diferentes.

Esa vez, junto con decir que el Apruebo era el mejor camino, se advirtió que para que fuera exitoso, el proceso debía cumplir ciertas condiciones. La primera era que la discusión se hiciera en un clima de respeto. La segunda, que la idea de la “hoja en blanco” no debía ser sinónimo de partir de cero. Las constituciones son pactos intergeneracionales y en esto Chile tiene una larga y rica tradición constitucional que era necesario rescatar. Lamentablemente, eso no sucedió.

Así las cosas, el próximo 4 de septiembre la ciudadanía se enfrentará a votar por una propuesta constitucional que a una parte importante de la población no le hace sentido en su completitud, algo que resulta evidente considerando que tanto los partidarios del Apruebo como los del Rechazo han planteado la necesidad de reformar el texto propuesto o definitivamente hacer uno nuevo. Se perdió una oportunidad muy valiosa para construir una Carta Magna sólida y de futuro.

Si bien ambas opciones son válidas y de alguna manera podrían alcanzar objetivos similares, la opción Rechazo aparece como la más conveniente para el país. Primero, porque expresa un voto claro en contra del proyecto elaborado por la Convención Constitucional, que por de pronto propone un deficiente sistema político, la piedra angular de toda Carta Fundamental.

Además, pese a que contiene ciertos avances en derechos sociales, medioambientales, en materias de género y en reconocimiento de pueblos originarios, en otras temáticas despierta serias interrogantes, como en el sistema de justicia y el resguardo de su independencia; en los alcances de la plurinacionalidad así como del pluralismo jurídico; el apropiado resguardo de los derechos de propiedad y la forma como se articulará la regionalización ante la proliferación de todo tipo de autonomías. Tampoco es un texto que estimule el progreso económico, tan necesario para cumplir con los derechos sociales que la misma propuesta consagra.

Segundo, porque existiría un mayor compromiso entre las fuerzas que apoyan el Rechazo acerca de la necesidad de construir un nuevo texto, algo que seguirá siendo fundamental. En las últimas semanas se dio un primer paso en el Congreso con la modificación de los quórums para cambiar la actual Constitución.

Es cierto que hace unos días la coalición de gobierno, a petición del Presidente Boric, presentó un listado de reformas que impulsarían en caso de ganar el Apruebo. Si bien en ellas se incluyen materias importantes, no son suficientes para abordar los problemas que concita el nuevo texto constitucional. Además, la iniciativa quedó en cierta forma como una maniobra electoral de última hora y la voluntad de cambio en entredicho, como lo advirtió el mismo presidente del Partido Comunista. Por ende, la opción “Apruebo para reformar” no entrega la certidumbre que desde el mismo sector se ofrece. Así, de ganar el Apruebo -dado el respaldo mayoritario que obtendría en ese caso- existe el riesgo de que sectores más extremos del oficialismo se resistan a introducir las modificaciones tal cual fueron comprometidas.

De cualquier manera, a partir del 5 de septiembre no finalizará la discusión constitucional. Por lo anterior, todas las fuerzas políticas, incluyendo al Presidente de la República, tendrán que trabajar para superar el clima de polarización de estos días y así no repetir los errores del pasado, porque lo relevante es que Chile pueda contar con una Constitución acorde con los tiempos y que concite el más amplio apoyo posible.

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