Inflación y crisis en la cadena de producción: ¿Qué riesgos presenta la concentración económica?

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Por Sofía Jordan, economista Red ProCompetencia

Hoy vivimos un fenómeno inflacionario global que preocupa a los gobiernos de todo el mundo por su efecto tremendamente nocivo en la economía de los hogares. Las medidas macroeconómicas que se han implementado -como elevar las tasas de interés- suponen que la presión inflacionaria se debe a mayor consumo. Sin embargo, es importante analizar lo que ocurre en la cadena de producción y cómo la concentración económica de ciertas industrias podría estar contribuyendo al aumento generalizado de los precios. Si bien es cierto que muchas veces las fusiones entre empresas resultan en mayores eficiencias, un mercado con menos competencia es más vulnerable a ciertas crisis.

El contexto actual está definido por dos características clave: primero, las cuarentenas y restricciones al trabajo presencial generaron disrupciones en la cadena de producción y, segundo, durante estos años de pandemia las personas hemos modificado nuestro consumo demandando más bienes tangibles y menos servicios que antes.

Entonces, ¿qué ocurre en aquellas industrias con pocas empresas competidoras o donde la cadena de producción está integrada?

En primer lugar, cualquier catástrofe o shock externo, tendrá un efecto más disruptivo en los precios que en aquellos donde exista mayor competencia. Imaginemos una industria con tres o cuatro empresas: si producto de una restricción regulatoria, una de ellas debe cerrar sus plantas, la oferta total se contraerá más rápida y drásticamente que en un escenario con más competidores, produciendo escasez y un aumento de los precios finales que pagan las personas.

En segundo lugar, existe menos capacidad productiva para hacer frente a un aumento abrupto de la demanda dado que las industrias oligopólicas tienen mayores restricciones para aumentar su oferta rápidamente (por ejemplo, necesitan tiempo para construir otra planta). Cuando hay más empresas en un mercado existe mayor dinamismo en la producción y manejo de inventarios que permite vender fácilmente cuando existe escasez.

Tercero, el riesgo de carteles y coordinación es más alto y las empresas pueden abusar de su poder de mercado dado que este ejercicio es más rentable. De hecho, los precios tienden a ser mayores en industrias más consolidadas. Así, la coyuntura inflacionaria provee un escenario ideal para esconder aumentos de precios ilegales puesto que la atención está puesta en el alza generalizada y no en mercados particulares.

Por último, considerando que las empresas también son empleadoras, cuando hay pocos competidores existe mayor capacidad para pagar menores salarios, ya que los trabajadores no tienen opciones de empleo alternativas.

Dado que la libre competencia permite regular y sancionar los abusos de poder mercado, ésta ofrece un camino para abordar la crisis que atravesamos. Es positivo que las autoridades continúen investigando aquellas industrias donde los precios y márgenes han subido, y/o donde existe baja movilidad laboral, puesto que esto tiene un efecto disuasivo y se socializan los problemas que traen los ilícitos anticompetitivos. Asegurar la competencia en los mercados es clave para proteger intereses generales, pero más aún en momentos como el actual.

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