Los votos de la elección presidencial
Por Sebastián Hurtado Torres, Instituto de Historia, Universidad San Sebastián
En la elección presidencial del pasado domingo, el candidato conservador, José Antonio Kast, obtuvo el 31,3% de los votos en las comunas con un padrón de menos de 50.000 votantes, que contribuyen cerca del 25% al total nacional. Su rival de la segunda vuelta, Gabriel Boric, alcanzó el 19,6% de las preferencias en las mismas comunas. Franco Parisi y Yasna Provoste recibieron cada uno el 15% de esta votación y Sebastián Sichel se llevó un 11,3% de estos votos. En las comunas con padrón entre 50.000 y 100.000 votantes, las cifras cambian: Kast obtuvo un 28,4% de los votos, Boric un 24,9%, Parisi un 12,2%, Provoste un 10,7% y Sichel un 14,2%. Si se excluyen las comunas de la Región Metropolitana, sin embargo, el escenario es diferente: Kast baja a un 27,8%, Boric a un 22,7% y Sichel a un 10,7%, mientras que Parisi sube a un 18,2% y Provoste a un 11,9%. En el resultado de todas las comunas del país con padrón superior a 100.000 votantes, que equivalen a más de un 60% del universo electoral, se impuso Boric, con un 28,8% de los votos, seguido por Kast, con el 26,2%, Sichel (13%), Parisi (12%) y Provoste (10,3%). No obstante, si se consideran sólo las comunas con padrón de más de 100.000 votantes fuera de la Región Metropolitana, que aportan cerca del 27% del total del electorado nacional, el resultado cambia: Kast se impuso con el 29% de los votos, seguido por Boric (24,4%), Parisi (17%), Sichel (11%) y Provoste (10,5%).
Este panorama devela diferencias entre distintos espacios de Chile que, aunque vieja y evidente, suele ser ignorada por los partidos y líderes políticos cuando se trata de competir a nivel nacional. La realidad de las ciudades grandes, especialmente de Santiago, es muy diferente a la de las ciudades pequeñas, pueblos y localidades rurales. El mensaje de la izquierda, enfocado en la desigualdad y promotor de valores culturales abrazados principalmente por generaciones jóvenes educadas en la universidad, tiene buena recepción en las ciudades, donde se concentra la población con estas características (el casi 40% de Boric en Ñuñoa es muy emblemático de esto). El mensaje de la derecha conservadora representada por Kast tiene mejor recepción en el Chile de localidades rurales, ciudades y pueblos pequeños y, muy significativamente, no le va en zaga a la izquierda en las ciudades más grandes; fuera de Santiago, de hecho, Kast también se impuso en este electorado. El hecho de que Yasna Provoste y Franco Parisi hayan tenido una mejor performance electoral en las comunas de menos de 100.000 votantes y fuera de Santiago es, muy probablemente, indicador de lo mismo. Para muchos votantes de estos espacios, más moderados y/o conservadores en cuestiones culturales y sociales, el voto por la candidata democratacristiana parece haber sido mejor opción como manifestación de oposición al actual gobierno y el voto por el candidato externo al sistema de partidos tradicional mejor opción como rechazo al establishment político que el voto por el candidato de la izquierda radical, teóricamente representante de ambas inclinaciones.
Esta realidad no es nueva y responde a procesos sociales y culturales que ciertamente están fuera del alcance del manejo de las fuerzas políticas, especialmente de las actuales, poco dotadas para una comprensión profunda del mundo en que se desenvuelven. El fenómeno es propio de la modernización acelerada en que nos encontramos, no solo en Chile. El resultado de la elección presidencial de 2020 en Estados Unidos develó una polarización aún más dramática en la misma línea. El ambiente de conflicto y agitación que ha caracterizado el acontecer político del país en los últimos dos años, que para muchos ha tenido también los rasgos de una gesta, ha satisfecho las expectativas de un número importante de chilenos, incluso en lugares donde la violencia del proceso arreció con más fuerza. Esta misma realidad, por contraparte, ha enajenado a muchos chilenos que viven en lugares con menos población y menos concentración de personas con educación superior. En estos espacios, paradójicamente menos afectados por la violencia del estallido, el desorden azuzado por la izquierda, su promoción de valores culturales de vanguardia y su discurso igualitario, que en la percepción de muchos ignora por completo la cuestión de las responsabilidades individuales, han empujado al electorado a favorecer al candidato conservador o, complementariamente, a optar por otras alternativas de oposición a la derecha.
En un escenario como éste, favorecido por la existencia de la segunda vuelta presidencial, es responsabilidad de los líderes políticos intentar hablarles a todos los chilenos y no solamente a quienes ya están en su trinchera ideológica y, sobre todo, en su territorio cultural. De otro modo, la polarización de la sociedad chilena, aún moderada, se exacerbará y, como ha sido el caso en otros lugares y en otros momentos de nuestra historia, producirá una fractura más profunda, duradera y de más difícil sanación en el país.
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