Una ventana para reformar el sistema político
Es irresponsable no hacerse cargo de los cambios que requiere el sistema político, en particular su alta fragmentación. Ahora que la ministra del Interior busca abrir una nueva ventana para reformarlo, cabe esperar una pronta propuesta de La Moneda, y que los partidos no busquen excusas para torpedearla.
A pesar del consenso que parece haber en torno a la necesidad de modificar nuestro sistema político -hay amplia coincidencia en que el excesivo fraccionamiento que se observa en el Congreso se ha convertido en una pesada traba para poder llegar a acuerdo en reformas esenciales-, los intentos por dar pasos concretos en esa dirección han sido tibios, siendo evidente que los propios partidos, pero también el gobierno, en los hechos han ido dilatando una reforma en esta materia.
Probablemente el intento más serio provino de la Comisión Experta, durante el segundo proceso constituyente, la cual acordó por la unanimidad de sus miembros avanzar en establecer un umbral de 5% para que un partido accediera a representación en la Cámara de Diputados, así como la pérdida del escaño para un parlamentario que decidiera renunciar al partido una vez electo. Pero luego de que el texto fuera rechazado por la ciudadanía en el plebiscito constitucional, el tema prácticamente salió de la agenda.
El Presidente de la República, en su cuenta pública de junio, apenas trató el tema. “Considero necesaria una reforma al sistema político que, sin sacrificar representatividad, evite fragmentación y fortalezca la democracia”, una declaración de intenciones valiosa, pero que, al no aterrizarla en definiciones más específicas, y solo limitarse a instruir a la Segpres para que buscara consensos, no ha tenido ningún efecto sobre este debate.
Hay razones para sospechar de la verdadera voluntad de los políticos para comprometerse con cambios más estructurales. Prueba de ello es que el ímpetu con que en mayo un grupo transversal de senadores -liderados por el PS Alfonso de Urresti- estaba dispuesto a fijar umbrales mínimos y frenar la práctica del discolaje, con la pérdida del escaño, terminó diluyéndose, producto de sutiles presiones desde la propia Moneda, y por el escaso entusiasmo en las propias fuerzas políticas. Este año se han presentado dos mociones -una en la Cámara y otra en el Senado- que apuntan a objetivos similares, pero que apenas han tenido movimiento.
Es ciertamente preocupante que un tema tan fundamental para la salud de nuestra democracia esté siendo tratado con tanta desaprensión, haciendo prevalecer ante todo los intereses de los propios partidos que, pese a lo que declaran en público, en los hechos se resisten a perder cuotas de poder. Hay un diagnóstico compartido en cuanto a que un sistema político con una veintena de partidos con representación en el Congreso genera tal nivel de dispersión que cualquier negociación política se torna cuesta arriba. Esto está generando un profundo daño al país, porque además de dilatar las soluciones que el país demanda en una serie de ámbitos -es el caso de las pensiones, la salud, el régimen tributario, facilitar la tramitación de las inversiones o reformas para combatir más efectivamente la delincuencia, algo que en este momento resulta crítico-, está generando una profunda desafección de la ciudadanía hacia el rol del Congreso y los propios partidos políticos, todo lo cual abre espacio para los populismos y el desencanto con la propia democracia.
Hacerse cargo de las reformas a nuestro sistema político constituye por tanto una prioridad, y en tal sentido parece abrirse una nueva oportunidad a partir de los dichos de la ministra del Interior, quien en una entrevista con El Mercurio señaló que “el sistema político requiere de cambios. Si no los hacemos hoy, es posible que no volvamos a tener otra oportunidad. Los procesos constitucionales fracasaron rotundamente, pero dejaron aportes que debemos aprovechar”. Entre ellos, la ministra mencionó la necesidad de hacer cambios para que tengamos un sistema multipartidista, pero que no promueva la fragmentación.
Cabe esperar que el sentido de urgencia que la ministra busca transmitir se traduzca esta vez en avances concretos, partiendo desde la propia Moneda, porque su concurso resulta fundamental para colocar estos temas en la agenda política. No cabe duda de que sería ingenuo suponer que por el solo hecho de reducir el número de partidos entonces los acuerdos se allanarían en forma automática. Hay voces que documentadamente han hecho ver que el problema de fondo va más allá de la alta fragmentación; la manifiesta indisciplina parlamentaria, o la débil coherencia programática que se observa en los partidos son aspectos que no se resolverán por el solo hecho de que se coloque un umbral.
Se ha planteado, en cambio, que debería revisarse nuestro sistema electoral, que a partir de la reforma de 2015 que migró hacia un sistema proporcional incorporó además una serie de cambios que han contribuido a la proliferación de partidos, por ejemplo al disminuir las firmas requeridas para constituir colectividades, o al aumentar la magnitud de los distritos electorales, lo que redujo la votación necesaria para lograr un cupo. A ello se suman otros factores como el fenómeno de los independientes, o la posibilidad de constituir pactos electorales, algo que si bien ha permitido la llegada de nuevos actores políticos, a su vez posiblemente han contribuido a debilitar la cohesión de los proyectos políticos.
Son temas gravitantes, pero sin duda de mayor escala y sobre los cuales difícilmente podría encontrarse en este momento un consenso razonable. Sabemos además lo riesgoso que resulta emprender reformas al sistema electoral justo cuando el país está entrando a un ciclo electoral. De modo que parecería razonable comenzar a reformar nuestro sistema político allí donde al menos se han alcanzado ciertos consensos, justamente en lo relativo al umbral y al discolaje. Empezar a reducir el número de partidos con representación parlamentaria es un primer paso, y probablemente eso mismo facilitaría en el futuro ir avanzando en los temas más de fondo.
Sería un grueso error dejar pasar esta oportunidad para empezar con esta tarea, pues tal como lo advierte la ministra del Interior puede que esta ventana no se vuelva a abrir en mucho tiempo más. Por eso resulta clave que el propio gobierno dé a conocer cuanto antes una propuesta al país, y donde cabe esperar que los partidos y los parlamentarios sepan esta vez estar a la altura.