Allamand: “El día del plebiscito vamos a ver si el Apruebo o el Rechazo fue lo que identificó más fielmente a la centroderecha”
El canciller mantiene su espíritu deportivo, herencia de años practicando rugby: asegura que está por verse quiénes en el oficialismo estuvieron en la vereda correcta frente al dilema constitucional.
Todos los días dedica al menos una hora a explicar a sus pares de distintos países la situación por la cual atravesó Chile el pasado 18 de octubre y el proceso constituyente que se abrió con la decisión de realizar un plebiscito el próximo 25 de octubre. El canciller Andrés Allamand, en la interna, asume su postura en favor del Rechazo y -deportista como es- espera el resultado del plebiscito para evaluar si está o no en la vereda correcta.
¿Cómo recuerda el día del estallido social?
Para mí, el elemento fundamental es la profundidad de la crisis, la irrupción inusitada de la violencia y, con posterioridad, las expresiones de apoyo masivas.
¿Qué comentario le merece la postura que empezó a tomar la oposición frente a la crisis?
Hay que diferenciar las oposiciones. A mí no me han sorprendido para nada las declaraciones de Guillermo Teillier esta semana, ya que el mismo 18 de octubre estaba reclamando la renuncia del Presidente de la República. Creo que, en general, la oposición -que no manejó el estallido- de alguna manera se aprovechó de él . Pero, en todo caso, lo central es que el estallido logró encauzarse.
Usted fue muy crítico de la conducción del gobierno en los primeros meses del estallido. Cuestionó el manejo del orden público, el hecho de que el gobierno fuera desbordado por las manifestaciones. ¿Cómo evalúa usted, hoy, lo que le pasó a La Moneda en esos meses?
Creo que no hay dos opiniones. Cuando se produce un estallido, que en definitiva genera una ola de violencia como la que vivimos y que genera una alteración del orden público como la que sufrieron miles de personas, hay una responsabilidad en el gobierno, que es aquel que tiene la obligación constitucional de imponer el orden. Como el propio Presidente Piñera ha señalado, el gobierno no se encontraba preparado, ni en particular Carabineros, para enfrentar un estallido de la naturaleza del que se enfrentó. Creo que estuvo la incapacidad de poner el orden público y frenar la violencia, y ahora, mirado con más perspectiva, en el haber, está la capacidad de haber encauzado institucionalmente el proceso.
¿Su diagnóstico es que el entonces ministro del Interior tuvo responsabilidad en no lograr controlar el orden público?
A esta altura las conjeturas son múltiples. Vivimos, hace un año, una situación de violencia que objetivamente en algún momento amenazó la estabilidad democrática. Tuvimos que recurrir durante algunos días a un estado de excepción constitucional, por lo tanto, fue, objetivamente, la situación más grave desde el retorno de la democracia. Fue una situación que llevó al país al borde del abismo. Y por eso hoy el empeño, tanto del gobierno como de todos los sectores democráticos, es que en la semana crítica que tenemos por delante el país mantenga su normalidad.
Usted recalca que Carabineros tampoco estaba preparado, ¿cómo se podía asegurar que una institución no preparada enfrentara el problema? ¿O usted cree que hubo inoperancia política?
Las cosas se mezclan. En esto las señales públicas son particularmente significativas. Respaldo 100% la actitud de firmeza que ha mantenido en este tiempo el actual ministro del Interior, Víctor Pérez, y tengo la impresión de que mirando hacia atrás, quizás faltó una señal más enérgica, en términos de que el gobierno iba a volcar toda su energía e iba a utilizar el conjunto de sus recursos institucionales precisamente para ser capaz de frenar la violencia.
Aunque usted destaca que hoy hay una postura firme, vuelven a surgir episodios de violencia como los que se han visto en Plaza Italia y que también dan cuenta de que Carabineros sigue con problemas, como lo que pasó en el caso del Puente Pío Nono…
No son comparables los episodios de violencia que hemos vivido en los últimos días respecto de los que vivimos hace un año, donde en algunos casos se produjo una masividad que hoy no existe. Pero para mí, el tema fundamental es el siguiente: siento que hoy tenemos un gobierno resuelto a jugar todas sus cartas políticas e institucionales para que la violencia no se adueñe de las ciudades y debo reconocer que vislumbro en muchos sectores de la oposición la misma ambigüedad de hace un año respecto de los fenómenos de la violencia. Digamos las cosas por su nombre, la acusación constitucional contra el ministro Pérez carece totalmente de fundamentos jurídicos, es simplemente un patrón. Hay sectores de la oposición que pretenden inhibir a los ministros del Interior para que no puedan cumplir sus tareas en materias de control de orden público. Fue lo que hicieron con el ministro Chadwick, a quien destituyeron, lo intentaron con el intendente Felipe Guevara y ahora lo intentan contra el ministro Víctor Pérez.
A diferencia de la oposición, la derecha se ha dividido en dos alternativas frente al plebiscito: Rechazo y Apruebo. ¿Uno podría deducir que no hay una lectura común en la derecha de lo que pasó el 18 de octubre y de lo que vino después?
Es difícil saberlo. Lo que sí constato es que hay una aproximación estratégica distinta en relación al mecanismo plebiscitario. Unos creen que es mejor avanzar hacia una nueva Constitución por una vía, otros a través del Congreso, y ciertamente habrá un sector que cree que no es necesario efectuar tal avance. Pero mi impresión es que, con posterioridad al 25 de octubre, la centroderecha y el mundo independiente va a tender a dejar atrás la diferencia y converger. Ahora, vamos a ver el día del plebiscito cuál de estas posiciones fue la que identificó más fielmente a la centroderecha. Por qué lo digo: porque la centroderecha históricamente obtiene una votación levemente superior al 35% de los votos, en consecuencia, habrá que ver cuál es el porcentaje que obtuvo el Rechazo, para saber si en definitiva esa opción representó fielmente o no a la ciudadanía que se identifica con Chile Vamos.
¿Cuál cree que va a ser el resultado del plebiscito?
Mantengo la sabia costumbre de no anticipar los resultados de las elecciones.
Se lo planteamos de otra forma. ¿Cuál cree que va a ser el impacto en Chile Vamos una vez que se conozca la diferencia del resultado entre una y otra opción?
Siempre he creído que para el país lo mejor es que el plebiscito sea equilibrado, eso para mí garantiza una convención equilibrada y una Constitución equilibrada y espero que así sea.
O sea, un 40% al menos del Rechazo…
Puede ser 65% versus 35%, por así decirlo, y al día siguiente ese 35% puede haber aumentado en cinco puntos con personas de la centroderecha que estuvieron en el Apruebo y puede generarse un 40% sólido, pero a la inversa, ese 65%, como ha venido ocurriendo, puede fragmentarse en a lo menos tres fuerzas distintas. Por lo tanto, habrá que estar muy atento a cómo se reconfiguran las fuerzas políticas con posterioridad al 25 de octubre.
¿Y cómo cree que va a ser el impacto para Chile Vamos?
Creo que Chile Vamos va a superar la diferencia de estrategia que hemos sobrellevado en estos meses, va a lograr unificarse y creo que va a poder aprovechar en el proceso inmediatamente posterior, la ventaja apreciable que hoy tiene en materia presidencial, porque el día 26 de octubre no solo se empieza a vivir el posplebiscito, se empieza a vivir la pre presidencial y la centroderecha tiene candidatos muy instalados, a diferencia de lo que ocurre con la ex Concertación, donde no hay nadie que levante cabeza, lo que genera un cuadro complejo.
Usted dice que estar por el Apruebo o el Rechazo es una diferencia meramente estratégica…
No digo que sea una diferencia menor, es una diferencia importante, no irrelevante. Para la historia va a quedar que la centroderecha, en el plebiscito más importante después de 1988, no fue capaz de tener una posición única y eso va a persistir durante mucho tiempo.
¿Y qué dice eso de la derecha?
Dice varias cosas, algunas de las cuales pueden ser precisamente una lectura distinta del estallido, una apreciación diferente respecto de la salida institucional y constitucional que el país cedió, una diferencia estratégica de cómo enfrentar el proceso desde un punto de vista electoral, hay una diferencia. Yo no minimizo las diferencias, existen, creo que es importante, no estoy diciendo que sea trivial. Lo que sí estoy diciendo es que cuando se le contrasta con las otras afinidades, se calibra en su real dimensión.
Usted participó activamente en las tratativas que dieron vida al acuerdo constitucional. ¿Fue un mal acuerdo el del 15 de noviembre?
Me jugué hasta el final y fui el último en insistir en que Chile Vamos debía haberse mantenido firme en la tesis de la convención mixta. Ese día, las negociaciones partieron con dos posiciones: la oposición, que a esa altura se había aglutinado, incluyendo al PC, en la idea de la AC que había sido su reclamo desde siempre y que nunca había obtenido votos para hacerlo realidad, y la de Chile Vamos, que insistía en que la reforma constitucional debía realizarse a través del Congreso.
¿Fue un mal acuerdo, entonces?
Ya he dicho que habría preferido una fórmula diferente, pero esa noche acepté el mecanismo que finalmente se estableció y creo que ese mecanismo, con todas las complejidades que tiene, va a permitir encauzar constitucionalmente la crisis política que emergió a partir del estallido (…). Fue un acuerdo obtenido bajo presión de una violencia intimidante. Ese día las aguas no estaban calmas y, en consecuencia, quizás esa presión puede haber influido en algunos en términos de alcanzar finalmente el resultado que se obtuvo.
¿Cree que fue un acuerdo que finalmente perjudicó las ideas de la derecha?
Prefiero mirarlo en positivo, lo otro es simplemente una conjetura. Había una crisis política de gigantesca envergadura. La democracia, objetivamente, estaba amenazada. Había que alcanzar una solución política y la alcanzada creo que finalmente va a permitir que el país salga adelante.
Usted que es canciller ahora, ¿cómo aprecia que ha cambiado la imagen del gobierno del Presidente Piñera posestallido?
Lo que ha cambiado y se ha resentido es la imagen exterior de Chile y quiero ser muy preciso en qué es lo que se ha generado. Vuelvo a insistir, del extranjero no hay preocupación porque Chile avance hacia una nueva Constitución, lo que genera preocupación es que retorne la violencia o que se empiece a alterar uno de los grandes activos que el país tiene, que es su certeza jurídica y confiabilidad institucional. Por ejemplo, el 10% que permite el retiro de fondos de pensiones es una medida que en el extranjero no es tan cuestionada por su propósito, ya que hay diversos países que tienen mecanismos similares, sino lo que preocupa es que se haga a través de un procedimiento, es decir, una iniciativa parlamentaria, en circunstancias de que las materias previsionales son de atribución exclusiva del Presidente de la República. Lo que preocupa es que los cambios que se hagan en Chile se hagan fuera de las normas institucionales y no dentro de ellas, y por eso el país tiene que ser particularmente cuidadoso, en términos de este elemento.
Son varios los episodios que golpearon la imagen exterior del país y que usted está trabajando en recomponer: acusaciones de violaciones a los DD.HH., la cancelación de la Apec, Cop25 y hechos de violencia. ¿Cuál de estos hechos cree que impactó más?
Hay un impacto que debe ser revertido fundamentalmente explicando, por una parte, que en Chile no hay ninguna circunstancia para la impunidad de las violaciones a los DD.HH., al contrario, todas aquellas violaciones que han sido reportadas están siendo objeto hoy día de actuación directamente de la justicia. y también la manera de hacer prevalecer esto tiene que ver con las medidas que se están adoptando, por ejemplo, para que los organismos policiales puedan actuar de mejor forma sin incurrir en contra de los derechos de las personas.
Usted separó los dos fenómenos: el estallido social y los episodios de violación a los DD.HH. ¿Cuál ha dañado más la imagen país?
Ambos lo han afectado. Y la manera de recuperarla es responder adecuadamente frente a los dos.
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