Alondra Carrillo (independiente): “El Senado es una institución expresiva de la democracia tutelada y excluyente”
La constituyente feminista defiende esta propuesta que fue elaborada por varios colectivos y dice que la idea no es "conservar intacta la Cámara de Diputados, como hoy existe". Explica que se pretende mantener la representación poblacional, pero incluyendo a legisladores elegidos por las regiones y también por los pueblos originarios. Todo ello con un criterio de paridad.
La psicóloga, exvocera de la Coordinadora Feminista 8M y actual constituyente, Alondra Carrillo, fue una de las autoras de la iniciativa constituyente que pone fin al Senado y crea el Congreso unicameral plurinacional.
“Nos parece fundamental que podamos tener una única asamblea que, sin embargo, tenga representación popular como es hoy la Cámara de Diputados y tenga también un método de integración regional, representativo de los territorios. Y, por supuesto, tal y como ha sido el estándar instalado desde la Convención Constitucional en adelante, que sea plurinacional, con escaños reservados y que sea paritaria”, dice Carrillo, integrante de la comisión de Sistema Político y que representa a algunas de las comunas más populosas de la Metropolitana, como La Florida y Puente Alto.
En el proyecto dice que el Congreso estará integrado por un número no inferior a 205 miembros. ¿Cómo se llega a esa cifra?
El número 205 resulta de la suma entre los 155 diputados actuales y los 50 senadores. Es una propuesta que, al mismo tiempo, intenta mantener la cifra total que hoy compone el Congreso y con ello también elevar el estándar que tenemos de representación parlamentaria en Chile al estándar mundial, que está alrededor de las 90 mil personas por cada representante electo que forma parte del Congreso. El hecho de que diga a lo menos 205 es para que pueda haber un cierto margen para poder corregir, dado que estamos pensando en tres modalidades de integración.
La lógica de un modelo bicameral es que haya una cámara poblacional que refleje el espíritu de la mayoría de la ciudadanía y otra cámara que represente la postura de las regiones. Ahora, si se elimina el Senado, algunos plantean que se pierde el peso en las regiones dentro del Congreso.
Nuestra propuesta, que entre otras cosas se plantea poner fin a la institución del Senado, no busca conservar intacta la Cámara de Diputados como hoy existe. Esa cámara tendría al menos tres formas de integración. Por una parte, la integración del 15% de escaños reservados, una integración poblacional que sea expresiva de la cantidad de personas que habitan los distritos y también una representación regional. La idea de esto es evitar una distinción con la que no estamos de acuerdo, que es establecer que hay una cámara política y que hay una cámara territorial. El Senado hoy tiene algo así como una composición territorial regional, pero, sin embargo, no deja de ser una cámara política. Estamos dispuestas a evaluar las formas de representación y la ponderación de la representación de las distintas vertientes que llegan al Congreso unicameral, de modo tal que sea lo más diverso y heterogéneo posible.
Esta propuesta se aprobó por un voto de diferencia, por lo tanto, si uno hiciera una proyección podría suponer que no están los votos de los dos tercios en el pleno. Pero tampoco la propuesta bicameral tiene los votos. ¿Se ve complicado llegar a un acuerdo?
Lo que nos muestra la votación en la comisión de Sistema Político es que hay, a lo menos, dos grandes posiciones respecto de cuál debiera ser la estructura a partir de la cual desarrollar las conversaciones respecto del Congreso. La propuesta de Congreso bicameral tampoco tiene una mayoría. Yo espero dos cosas: uno, que podamos llegar a un acuerdo respecto de esta estructura fundamental y la fundamentación política de esa decisión. Y, por otra parte, que podamos recoger todas las propuestas que puedan robustecer la propuesta de Parlamento unicameral. Es un debate político que por primera vez se tiene en nuestro país y eso nos emociona tremendamente. Nos emociona mucho también que haya habido un acuerdo mayoritario para poder ponerle fin al Senado, que es una institución que nosotras creemos que ha sido muy expresiva de la democracia tutelada y excluyente que ha regido en nuestro país desde el retorno a la democracia.
Pero en el Senado ya no es el mismo. Ya opera el límite de la reelección, está Fabiola Campillai, hay dos senadores comunistas de nuevo. O sea, el Senado también cambió…
Hay gente distinta en el Senado ahora, pero tiene un 23% de mujeres. El Senado tiene dos diputados comunistas y a Fabiola Campillai, pero no por eso cambia el carácter histórico que ha tenido durante estos 30 años. Hay una enorme potencia popular que se ha desplegado especialmente en las elecciones más sensibles, de cara al proceso constituyente. En esas elecciones también fuimos mandatadas.
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