Claves de un shock electoral
De la dura derrota del oficialismo -que golpea directamente a La Moneda- a las dudas que se abren en la derecha por su futuro
1. Participación histórica:
La mayor incertidumbre de este proceso radicaba en el porcentaje de participación de los chilenos que concurrieron a votar en el plebiscito de salida. El carácter obligatorio del voto supuso un desafío para las proyecciones sobre el resultado. Ya temprano en la mañana la masiva presencia de votantes en los locales de votación auguraban lo que pasó: una participación histórica que alcanzó sobre el 80% y que se tradujo en más de 13 millones de votantes. El resultado supone un cambio radical respecto del plebiscito de entrada –hasta ese entonces el de mayor participación en votos absolutos en toda la historia del país y con voto voluntario: 7.542.952 personas acudieron a las urnas y dieron un contundente apoyo a la opción de redactar una nueva constitución con un 78,28%, versus un 21,72% que se inclinó por mantener la Constitución de 1980.
2. El gran elector:
El Presidente Gabriel Boric mantuvo un alto protagonismo en la campaña y –desde aún antes de asumir formalmente el sillón de La Moneda- amarró el rumbo de su gobierno al destino del texto de la convención constitucional. Lo hizo el entonces ya designado ministro Secretario General de la Presidencia, Giorgio Jackson, sostuvo que las reformas del futuro gobierno tenían como principal obstáculo la constitución vigente. Aunque matizó con el tiempo sus dichos –llegando a señalar que las opciones Apruebo y Rechazo- eran legítimas, no fue inadvertido el entusiasmo con que el propio Mandatario y su gobierno inclinaron sus preferencias en favor del Apruebo. Así, Boric enfrenta lo que podría considerarse la primera derrota electoral de su gobierno. Con todo, el Mandatario aspira a mantener un rol protagónico al menos en la primera etapa de la nueva fase que se inicia: convocó a las fuerzas políticas a una reunión en La Moneda para dar continuidad al proceso constituyente.
3. La batalla en el Gran Santiago:
En el comando del Apruebo se aferraron hasta el último a la posibilidad de que la masiva votación de la Región Metropolitana terminara por desbalancear el resultado en favor del Apruebo. Pero los números son contundentes y exactamente distintos a lo esperado: el Rechazo obtuvo una ventaja de diez puntos que terminó sellando un triunfo contundente y de un calibre inesperado, 54,1% versus 45,9%. En 29 de las 34 comunas del Gran Santiago se inclinaron por el Rechazo a la propuesta constituyente y sólo en Pedro Aguirre Cerda, San Joaquín, Maipú, Puente Alto y Ñuñoa se impuso la opción del Apruebo. En dos de las comunas donde Boric obtuvo en la segunda vuelta presidencial sus mayores triunfos -Lo Espejo y la Pintana- esta vez ganó el Rechazo. La opción ganadora obtuvo sus mejores rendimientos en Vitacura (86%), Lo Barnechea (82%) y Las Condes (72%).
4. El dilema que se abre a la derecha:
La derecha debe administrar un triunfo que nadie se esperaba en octubre de 2020 –en el plebiscito de entrada- y tras una seguidilla de derrotas, la más emblemática y sentida, precisamente, la que enfrentaron con la elección de convencionales en mayo de 2021, cuando no alcanzaron el tercio de representantes necesario para incidir en el devenir de la Convención. Si en esos últimos comicios el sector se dividió entre las opciones de trabajar en una nueva constitución y de quedarse con la vigente, este proceso lo enfrentaron unidos para rechazar la propuesta de los constituyentes. Es ese camino común el que comenzará a ponerse en cuestión a partir de hoy y lo más probable es que no sobreviva. Aún antes del plebiscito los líderes de Chile Vamos comprometieron su palabra para iniciar un nuevo proceso constituyente, vía que no cuenta –y es difícil- que lo haga con el respaldo del Partido Republicano. Bajo cuerdas ya se inició un intenso debate en la derecha entre quienes pretenden buscar un entendimiento con el mundo de la centroizquierda que cruzó el rubicón y se volcó al Rechazo, algunos incluso en abierta rebeldía respecto de sus partidos.
5. La fractura de la centroizquierda:
El hecho político con proyecciones más inciertas que marcó el plebiscito fue la fractura de la centroizquierda. Aun cuando hubo elecciones presidenciales en las que –por ejemplo- la DC adoptó un camino propio respecto al PS, nadie duda que el significado político que implicaba estar en la vereda del Rechazo o del Apruebo constituye uno de los hitos más importantes para ese sector desde el regreso a la democracia en 1990. Tanto así que surgió una orgánica -denominada Amarillos por Chile- que se abrió un espacio en el escenario político y que deberá buscar su lugar definitivo en él. El tono de las recriminaciones mutuas fue subiendo a medida que avanzaba el proceso y hay consenso en que un camino de reencuentro se hace cuesta arriba, al menos en el corto plazo.
6. Hegemonía oficialista:
Si bien la idea de una derrota se saboreaba en el oficialismo desde hace semanas hay dos factores que hacen que el golpe sea muy fuerte: en los últimos días habían tenido un shock anímico con el multitudinario cierre de campaña en la Región Metropolitana y -especialmente- la contundente brecha lograda por la opción Rechazo, totalmente impensada. La posibilidad de un triunfo del Rechazo -en todo caso. ya había generado un movimiento subterráneo en las dos alianzas que componen el oficialismo: Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad. El punto es que la contundente derrota lo agudiza. La posibilidad de un rearme en la hegemonía de las fuerzas que cohabitan La Moneda ya es prácticamente un hecho -refrendado además por el mal desempeño de ministros militantes de las filas del Frente Amplio. Al parecer llegó la hora de los moderados y experimentados.
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