Eduardo Engel: “Hoy tenemos una legislación que nos permite procesar mucho mejor los casos de corrupción”
A pesar del escándalo que ha generado el “caso Audio”, este economista señala que en el control de la corrupción, Chile sigue estando relativamente bien posicionado. Sin embargo, aquí alerta sobre lo que provocan en la ciudadanía estos cuestionamientos al Poder Judicial y al mundo político. “El discurso del 'que se vayan todos' se vuelve más atractivo”, señala.
Aunque preocupado por la distancia que media entre la ciudadanía y la élite, el economista Eduardo Engel dice que siempre intenta mirar el vaso medio lleno. A su juicio, el “caso Audio” o también llamado “caso Hermosilla” puede ser una oportunidad para apuntalar la institucionalidad y superar la crisis de legitimidad que afecta al Poder Judicial y al mundo político. “Tenemos que devolverle la confianza a la gente”, afirma.
Eduardo Engel no habla con fría lejanía. En el 2015, cuando el financiamiento de la política desató una crisis de envergadura, él lideró la llamada Comisión Engel, en que se buscó un nuevo marco legal para endurecer las penas en los casos de corrupción.
De ahí que el profesor de la Universidad de Chile señale que hoy el escenario es muy distinto. “Hoy tenemos una legislación que permite procesar casos de corrupción mucho mejor que el 2015″, afirma, y añade: “Lo que hemos visto en estos chats y también el audio es que ahí estaba el mejor guion para el inicio de una serie sobre corrupción. Y eso tiene un impacto en la gente”.
El financiamiento ilegal de la política abrió una grieta entre la élite y la ciudadanía. ¿Diría que el caso Hermosilla reabre esa herida o nunca sanó?
Esto tiene varias dimensiones. Primero, está el impacto que generaron esos audios. Probablemente, van a seguir abriéndose más aristas. Todo eso ha generado una obvia indignación en la ciudadanía. Habrá que ver si esto acrecienta la distancia con sus autoridades. Dicho lo anterior, creo que esta situación abre oportunidades para avanzar en temas que están pendientes y evitar que estas cosas nos vuelvan a suceder en el futuro. Pero claro, hay que vivir este impacto y desde ahí recuperar la confianza de la ciudadanía.
La trama que se ha ido develando en el “caso Hermosilla”, ¿pone en cuestión la relación entre la élite y la ciudadanía?
Veamos qué pasó en la crisis anterior. En 2014, Chile y Uruguay tenían el mejor control de corrupción en América Latina, según los mejores indicadores para este tema. Chile en primer lugar; Uruguay, segundo. Ambos a nivel promedio OCDE, ambos mucho mejor que el resto de América Latina. Eso era justo antes de los casos Penta y SQM. Después de esos escándalos, Chile bajó al segundo lugar y Uruguay pasó al primero, pero seguimos estando mucho mejor que el resto de América Latina, al nivel del promedio OCDE. Seguimos siendo uno de los países que juegan en Primera División en el tema de control de corrupción.
¿No estamos tan mal?
Objetivamente no, pero la percepción que tenemos es distinta, porque nos comparamos con el Chile que éramos antes. No estoy diciendo que haya que dormirse en los laureles. Pero sí dimensionar la situación. En el control de la corrupción, Chile sigue estando relativamente bien, y eso sucede porque a pesar de los escándalos, hemos tenido una gran capacidad de reacción.
¿Y cómo se enfrenta esta crisis ahora?
En 2015 se pudo contener un deterioro de las medidas de control de corrupción, pero no se pudo revertir. Muy probablemente, en los meses que vienen esa crisis podría deteriorar esos indicadores. Pero tenemos que aprovechar esta oportunidad para mejorar los estándares que tenemos.
¿Hacer de la crisis una oportunidad?
Claro, porque así es como se va avanzando. Las reformas que hicimos después de los escándalos Penta y SQM hacen que hoy día sea mucho más probable configurar el delito de cohecho y que las penas sean de cárcel efectiva. No era así en el 2015. Concretamente, ahora, para establecer si hubo un cohecho, no tengo que probar que la persona hizo algo a cambio por el soborno que recibió. Basta con que yo pruebe que esa persona recibió dinero y que está en posición de beneficiar a quien le pasa la plata para que se acredite el delito. Además, se establecen agravantes cuando los delitos de corrupción los cometen altas autoridades, lo cual hace más probable penas de prisión efectiva.
¿Eso se podría aplicar aquí?
Si hubo delito de cohecho o corrupción, con los cambios legislados en 2018 va a ser más fácil demostrarlo y que las penas sean ejemplares. Eso también puede ayudar a recuperar la confianza de las personas.
¿Por qué?
Porque van a ver que ahora, si la evidencia indica que hubo cohecho, las personas realmente pueden terminar presas.
El peso de la ley
En esa línea, ¿se equivocó el Presidente Boric al decir que se alegraba de que Luis Hermosilla, que se creía poderoso, enfrente a la justicia?
Una cosa es una medida cautelar en la etapa inicial de un proceso y otra es cuando se llega a la sentencia definitiva. Quizá sea mejor no adelantarse a algo que todavía no se ha establecido legalmente.
¿Fue imprudente? Hay quienes han dicho que cruzó la línea de independencia de los poderes del Estado.
Entre los expertos legales que han opinado sobre este tema, concuerdo con Mauricio Duce, quien dijo que no se había puesto en juego la independencia entre los poderes
Se ha señalado que el Presidente buscó conectar con una percepción ciudadana de que en Chile hay dos tipos de justicia…
Es importante que nuestros dirigentes políticos, partiendo por el Presidente, apunten a que acá se debe aplicar todo el peso de la nueva ley que tenemos y que en el 2015 era mucho más débil. Es clave aplicar la nueva legislación.
En ese sentido, ¿fue un error llevar la discusión hacia otro lado?
El efecto de esos comentarios es doble. Por una parte, efectivamente, le permite conectar con una ciudadanía que está indignada con este escándalo. Por otra, le facilitó victimizarse al principal acusado en este caso. En todo caso, no creo que sea un tema de primer orden.
¿No?
No. Todo eso va a ir quedando atrás. A medida que se vayan develando más cosas y se vayan conociendo nuevas evidencias, lo realmente valioso para el país es que la nueva legislación se aplique con todo el rigor y que las penas de cárcel terminen siendo efectivas. También que se realicen reformas que mejoren cómo funciona el Sistema Judicial. En el mundo, la mayoría de los escándalos de corrupción son posibles porque quienes los cometen saben que la legislación es débil y se aprovechan. Eso cambió en Chile.
Salta la liebre
Conocer este caso y sus derivadas, ¿le ha generado frustración? Me refiero a si a pesar de los ajustes quedó espacio para que se cuele la corrupción…
La experiencia comparada muestra que la forma de avanzar en estos temas es principalmente vía escándalos de corrupción. Desgraciadamente, sin escándalo no se da la oportunidad de avanzar. Recordemos por qué se constituyó la comisión que yo presidí. Fue principalmente por el escándalo de financiamiento de la política. Y en ese tema avanzamos objetivamente.
¿Lo que está pasando hoy le produce desazón?
Es un asunto que indigna, obviamente. Pero el rol de estas comisiones no es juzgar lo que pasó. Es proponer los cambios que contribuyan a que no vuelva a suceder en el futuro.
¿Estamos mejor preparados para enfrentar la corrupción?
Estamos mucho mejor preparados de lo que estábamos para los casos Penta y SQM.
Hoy el caso Penta vuelve a escena. Hay una investigación penal en contra del exfiscal Manuel Guerra. ¿Cómo lo ve?
Las denuncias que hace la abogada María Inés Horvitz son graves y deben investigarse. Lo que se ha revelado en los audios pareciera que confirmaría las sospechas que tuvo mucha gente cuando se cerró ese caso respecto a que el exfiscal Guerra no había hecho lo que debía. De confirmarse lo que presume el Ministerio Público -que el exfiscal Guerra actuó de forma indebida-, es importante que tenga las penas ejemplares.
Sin los chats que partieron por otra causa, ¿tendríamos esta nueva arista de lo que pasó en el caso Penta?
Muchos de estos casos comienzan con algo bien fortuito. En este caso, un audio de un cliente. En el caso Penta era un alto empleado que estaba enojado con los jefes. Por eso la necesidad de tener una institucionalidad que los prevenga y que haga más difícil que estas cosas sucedan.
Algunas instituciones importantes están cuestionadas. No sólo el Poder Judicial. También el SII…
Eso es gravísimo. Por eso es muy importante entender si esto es una manzana podrida o algo más sistémico. Y mejorar los controles para prevenir.
Además, el Poder Judicial está con un problema de credibilidad con la sociedad…
Hace rato que sabíamos que el Poder Judicial tenía problemas. Uno no sabía por dónde iba a saltar la liebre, pero sí que tarde o temprano iba a saltar. Ahora tenemos que aprovechar esta ventana de oportunidad para mejorar nuestro sistema judicial, por ejemplo, todo el sistema de nombramientos, cuyo diseño hace muy rentable el tráfico de influencias. Pero eso requerirá tiempo. Vamos a tener uno o dos años en que la gente se va a alejar aún más y con justa razón.
¿Habría que tener una nueva agenda anticorrupción?
Se requiere una agenda de reformas para el Poder Judicial, partiendo por los nombramientos de los ministros de la Corte Suprema, de notarios y conservadores, etc. Pero eso no lleva automáticamente a que la ciudadanía recupere la confianza. Con justa razón, la ciudadanía quiere ver mejoras concretas para creer. En el caso de la legislación antimonopolios, será cuando un caso de colusión lleve a penas de cárcel. En los escándalos Penta-SQM, cuando los casos de cohecho lleven a penas de prisión efectiva. En el “caso Audio” podría ser una mejora importante del sistema de notarios y conservadores, con menores precios y mejor servicio, algo que la ciudadanía note.
El vaso medio lleno
¿Cómo y cuánto se puede afectar la institucionalidad?
Ya había una percepción -que viene desde mucho antes- crítica del Poder Judicial. La pregunta ahora es ¿cuánto empeora con este caso? Esta distancia entre autoridades y ciudadanía se relaciona y potencia con un sistema político trabado, que no se hace cargo de las inquietudes de las personas y eso lleva más de una década. Y esa combinación es un terreno fértil para opciones populistas.
¿Y del malestar también?
Claro. De hecho, hemos tenido una parte importante del electorado que no está votando en lógica derecha-izquierda, sino que en lógica de elegir la opción que sea más antisistema. La opción va variando de una elección a otra de manera impredecible, pero la lógica es la misma. El discurso del “que se vayan todos” se vuelve más atractivo.
O sea, ¿estamos en un momento de riesgo?
Nuevamente, tratando de mirar el vaso medio lleno, ojalá esto contribuya a avanzar en varios temas que tenemos pendientes. Pienso en una reforma urgente para tener un sistema político con incentivos para lograr acuerdos. Eso es un paso para reconectar a la ciudadanía.
¿Y también lo es cuando mira con sospecha al Poder Judicial?
Absolutamente. Que la gente sienta que hay dos tipos de justicia y que a ellos siempre les toca la peor es percibido como parte del mismo problema. Por eso la importancia de avanzar en estos temas, de reaccionar frente a los escándalos.
¿Ve esa disposición?
Sí. Yo creo que Chile sigue teniendo capacidad para ponerse de acuerdo en momentos difíciles. Eso es muy valioso. Lamentablemente, muchas veces tenemos que acercarnos a la cornisa para lograrlo. En ese sentido, hay una posibilidad de que esto lleve a una mejora importante del sistema judicial y destrabar el Congreso para enfrentar algunos temas clave en etapa electoral.
La encuesta del PNUD muestra la desazón ciudadana de que los cambios no llegan. Sostienen que hay una élite que los obstruye. ¿Tiene que ver con eso?
Hay una combinación de varios factores. Por un lado, tenemos grupos que obstruyen cambios. Por ejemplo, en el caso de notarios y conservadores llevamos varias décadas sin poder hacer reformas claves. A eso agregaría que tenemos un problema para lograr tener un diagnóstico compartido en muchas cosas importantes.
¿Cuáles?
Por ejemplo, ¿tenemos una lectura común de cuáles fueron los motivos del estallido social? No. Al revés. Hay diferencias bien profundas. Un segundo aspecto es el tema económico, especialmente de por qué no estamos creciendo.
Pero sí hay un consenso respecto de la importancia de que Chile tiene que volver a crecer para enfrentar el futuro…
Sí, claro. Para lograr más desarrollo, hay que crecer más rápido también. Pero lo que digo es que no tenemos un diagnóstico compartido sobre cuáles son las causas de por qué Chile ha crecido menos durante los últimos 12 años. Por lo tanto, el no tener diagnósticos comunes hace más difícil avanzar.
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