Jaime Quintana: “Con el afán de diferenciarse de la otra izquierda, parte del Socialismo Democrático actuó de manera pusilánime”
El senador Quintana era el presidente del Senado. Cuenta aquí que días antes del acuerdo del 15 de noviembre intentó un gran acuerdo para repudiar la violencia en las calles. Dice que desde la centroizquierda lo dejaron bastante solo. “A la izquierda socialdemócrata le costó trazar una línea demarcatoria en ese momento”, sostiene.
En el recuerdo de esos días de octubre del 2019, el senador del PPD jugó un rol crucial. Era el presidente del Senado y desde allí empujó, junto a otros actores claves, un camino que permitiera dar una salida institucional al estallido social. Fue así como surgió el proceso constitucional.
“En ese momento se adoptó el camino posible. Era la única alternativa que teníamos para frenar la ola de violencia, de desencuentro y de rabia también por las injusticias y los abusos”, señala hoy Quintana.
Pero en la revisión de esos días también surge la crítica de que las izquierdas guardaron silencio respecto de la violencia que se tomaba la calle y que faltó un reproche más duro y contundente.
¿Esos días quedaron en la historia más marcados por la violencia que por las demandas sociales?
Es que no fue solo violencia. Cuando algunos dicen que el octubrismo fue puro lumpen y destrucción, lo hacen desde una mirada interesada. Me refiero a la derecha y algunos sectores económicos que quisieran mantener el statu quo.
Hoy la ciudadanía percibe que el país está peor. ¿Envejeció mal el estallido?
Hay que partir de la base de que Chile es hoy un país distinto. No solo por el estallido o por los fracasos constitucionales. El país cambió por la pandemia, por la realidad migratoria, por el fenómeno delictivo. O sea, hay varios fenómenos demográficos y sanitarios que han marcado al país en estos años. El problema es que muchos quieren meter todo en el mismo saco y comparar al país del 2024 con el del 2019. Eso no da cuenta de la realidad.
La violencia marcó el estallido. ¿Faltó una postura más tajante del Socialismo Democrático y Apruebo Dignidad?
Sin duda, pero debo decir que la mesa del Senado sí marcó posición. Redactamos una declaración que condenó la violencia abiertamente.
Pero hubo sectores que no…
Sí. Efectivamente, hubo gente que sin medir las consecuencias buscaba que esto colapsara. Pero tanto la mesa del Senado como el Socialismo Democrático fuimos muy responsables. Yo quisiera establecer esa diferencia.
¿Respecto del Frente Amplio y del PC?
Sí, claramente. Aunque en esa línea divisoria yo dejaría a Gabriel Boric de este lado. Él promovió los acuerdos, mostró una visión de Estado. También corresponde reconocer que en ese acuerdo del 15 de noviembre el expresidente Sebastián Piñera validó las credenciales democráticas.
¿La izquierda fue tibia en reprochar la violencia? Paulina Vodanovic reconoció que se cometió un error...
Absolutamente de acuerdo. Ese era el momento de condenar enérgicamente la violencia, pero muchos no lo hicieron.
¿Por qué? ¿Faltó coraje?
Pasó lo que suele suceder cuando uno cree que lo que dice la calle, las redes sociales, son la verdadera temperatura ambiente. En ese sentido creo que no hubo convicciones.
¿Culpa a los otros?
En ese momento yo era presidente del Senado. En una de las jornadas más violentas, antes del acuerdo del 15 de noviembre, yo traté de sacar un acuerdo para reprochar la violencia categóricamente. La verdad es que mi sector me dejó un poco solo. No estuvo a la altura. Solo llegaron tres o cuatro senadores de la centroizquierda para firmar esa declaración… Yo tenía muy claro que la violencia había que condenarla.
Una izquierda que logró dar gobernabilidad al país, ¿por qué enmudeció en esos días?
Por varias razones. Había temor de lo que pasaba en la calle, pero sobre todo había total falta de claridad de lo que había motivado ese proceso. Creo que ante el estallido muchos pensaban que los gobiernos de la Concertación tenían que ruborizarse por lo que se había hecho.
¿Usted también?
Sí, yo también… Todos coqueteamos un poco con esa idea errada.
O sea, ¿hubo una centroizquierda que se avergonzó?
Algo de eso hay… Algo de eso pasó. Además, tenías actores como el Frente Amplio que explicitaban aquello y que ponían la necesidad del reemplazo generacional. Había una impugnación permanente a los actores del Socialismo Democrático.
¿Y ustedes quedaban como los viejos…?
Claro, y casi como unos entreguistas. Entonces, por un lado había un mundo de la ex-Concertación que se sentía interpelado y que pensaba que todo lo que estaba pasando en las calles era causa de lo que no hicimos bien. Probablemente muchas cosas no las hicimos bien, pero además al frente tenías actores -los actuales socios- que te estaban impugnando permanentemente y apuntando con el dedo.
Tiene una mirada bastante crítica de cómo actuó su mundo político en esos días del estallido…
Por supuesto. Tuve mucha frustración cuando no era posible sacar una simple declaración de condena de la violencia en esos días muy álgidos y turbulentos. Ahora entiendo que eso pasó por la falta de claridad de lo que estaba pasando. Pero no era solo mi sector. Todo el mundo político estaba perdido respecto de lo que estaba pasando en la calle.
¿No había hay sectores que consideraron que la violencia era una manera de lograr objetivos?
Había encuestas que mostraban que había como un tercio de la población que validaba la violencia en algunos momentos. A la izquierda socialdemócrata le costó trazar una línea bien demarcatoria en ese momento. Nosotros en el Senado siempre lo intentamos hacer. Yo busqué ser tajante con la violencia y lo fui, y a ratos me quedé solo en mi sector. Pero, con el afán de diferenciarse de la otra izquierda, creo que en ese momento una parte del Socialismo Democrático actuó de manera pusilánime.
¿Qué significa eso?
Un poquito inseguro, con un poco de temor y de no saber cómo posicionarse.
¿Pero por miedo a la ciudadanía o por complejos?
Yo creo que había miedo a la ciudadanía. Como que eso iba a ser mal visto por una parte de nuestro electorado. Creo que ahí perdimos de vista que nuestro electorado estaba muy preocupado por lo que estaba ocurriendo en el país. Ahí nos desconectamos. Nos faltó conexión con la gente.
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