José Francisco Lagos, director ejecutivo del Instituto Res Publica: “En la oposición nunca se dimensionó realmente el triunfo del Rechazo”
A dos años del 4 de septiembre, el líder del centro de estudios asegura que en el sector se "careció de un análisis completo de lo que significó el plebiscito".
A dos años del triufo del Rechazo, en entrevista con La Tercera, José Francisco Lagos, director ejecutivo del Instituto Res Publica -centro de estudios ligado a la derecha- asegura que si bien la oposición creció tras el plebiscito constitucional, no logró entender el real alcance del resultado. En ese sentido, recalca que por parte de ese sector ha faltado una propuesta clara que permita “enfrentar ese proyecto refundacional”.
A dos años del 4 de septiembre, ¿cómo ve el actual momento político?
Hay un antes y un después. Evidentemente esa elección modificó el escenario político, entre otras cosas porque cambió el equilibrio de fuerzas como lo conocíamos. Ese clivaje Apruebo-Rechazo fue y va a ser crucial a la hora de formar las alianzas políticas hoy y hacia el futuro. Al final, hubo un terremoto político de tal magnitud que terminó cambiando la estructura de la política chilena.
¿Qué cambió para el gobierno y la oposición?
El gobierno puso todas sus fichas en el proceso, por lo que una vez producido el 4 de septiembre queda claro que se queda sin proyecto político y lo que tuvo que hacer es empezar a administrar el poder, intentando responder demandas como seguridad, inmigración, cuestiones económicas, cosas que varias no estaban consideradas en el programa. Falta un reflexión por parte de la centroizquierda de por qué estuvieron dispuestos a apoyar un proyecto de estas características. Y una de las personas que debería responder es la ministra del Interior, que fue vocera de ese proyecto.
¿Y en el caso de la oposición?
La oposición creció con el Rechazo. Es evidente que una parte importante del centro que tenía alianzas más con la centroizquierda, cruzó el Rubicón y estuvo dispuesta a hacer alianza con la centroderecha y derecha, algo que también fue muy claro en el segundo proceso constitucional. Ahora, en la oposición nunca se dimensionó realmente el triunfo, que se creyó como una cuestión más bien circunstancial, por lo que se apresuró a inmediatamente continuar la discusión constitucional, y ahí hubo obviamente un portazo por parte de sus partidarios.
¿Qué le faltó a la derecha?
Lo que faltó es un esfuerzo para hacer una reflexión sobre qué significaba el triunfo del Rechazo, entender que la gente ya no estaba entusiasmada con continuar con el proceso y que las prioridades del día a día eran mucho más relevantes. Lo que, al final, terminó generando un costo político para el sector. En sí, hubo una incapacidad de capitalizar absolutamente, porque en alguna parte sí se ha capitalizado el resultado. Se careció de un análisis completo de lo que significó el plebiscito.
¿En qué aspectos sí fue capitalizado?
Por una parte, en que es muy probable que no sea el oficialismo el que lidere el próximo gobierno, pero también en la amplitud de miradas, alianzas y coordinaciones que se lograron con el centro político que solía ser más cercano a la centroizquierda.
Pero ¿no ha faltado aprovechar esa coordinación entre partidos? Por ejemplo, pensando en las municipales, donde existieron muchas críticas cruzadas.
Las elecciones tienen estas complejidades propias de la política, especialmente por cómo está diseñado nuestro sistema político actual, que favorece poco los acuerdos. Pero, lo que se exige de una oposición no es que se haga una coalición, sino que esté coordinada para enfrentar al gobierno. Y en eso, si uno ve los temas y la proactividad que se ha tenido, me parece que sí se ha logrado cierta coordinación. Ahora, va a ser mucho más difícil empezar a coordinar las candidaturas o ser una nueva coalición de gobierno.
Pero más que coordinaciones, ¿no falta construir un proyecto político más concreto tras el Rechazo?
Hoy día están todos los incentivos para que esa coordinación no se produzca. En los partidos cada uno tiene los estímulos para actuar más como un llanero solitario, hay varios en formación, entonces necesitan diferenciarse del resto de la oposición y eso no favorece la unidad. Lo que uno esperaría, para lo que se viene de aquí en adelante, es un mayor esfuerzo por lograr esta unidad, al menos en lo que significa hablar con el gobierno y qué cosas estar dispuesto a negociar. Pero si cada uno está a favor del pirquineo legislativo, de tranzar sus votos negociando individualmente, obviamente esa coordinación va a ser mucho más difícil. No hay nada mejor para un mal gobierno que una oposición descoordinada.
¿Hasta qué grado debería ser esa coordinación? En la derecha se habla mucho de que todavía falta una propuesta clara para gobernar el país.
Aquí hubo un proyecto político que no solamente la izquierda más radical, sino que una parte importante de la centroizquierda estuvo dispuesta a respaldar. Si ese es el riesgo, la razón para actuar unidos debería ser mucho mayor que las que hoy se logra ver. Vale la pena que el diagnóstico realizado tras el plebiscito sirva para preparar un conjunto de ideas que permitan enfrentar ese proyecto refundacional y, hoy día, lo que uno echa de menos es que, para ser una oposición, no basta oponerse al gobierno, sino que promover ciertas ideas que aúnen a todo lo que está a la derecha del socialismo. Y para hacer eso, no se requiere una alianza electoral, simplemente estar de acuerdos en temas, y hoy día parece que no están esos temas puestos.
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