Siete episodios de la huella de Ricardo Lagos en la historia
Su firme oposición a la dictadura, su llegada como el primer socialista a La Moneda tras el quiebre democrático, son solo algunos de los hitos que marcan el recorrido del expresidente, quien anunció este martes su retiro de la vida pública, cuya figura es de las que tiene más tonelaje político en el país.
Tras el anuncio de su retiro de la vida pública a los 85 años, son varios los episodios que marcan la trayectoria política del expresidente Ricardo Lagos y la influencia que su figura tiene en la escena nacional.
Acá algunos de ellos.
El dedo de Lagos (1988)
“¡Cámara, por favor!”. En abril de 1988, Lagos -con 50 años de edad- apuntó con su dedo a las cámaras en un set de televisión y emplazó directamente al general Augusto Pinochet. Por ese entonces, Chile todavía estaba en dictadura y desde distintos sectores políticos promovían el regreso a la democracia que se traducía en el plebiscito que iba a realizarse en el país en octubre de ese año.
En el programa “De cara al país” de Canal 13, moderado por la periodista Raquel Correa, Lagos desafió a Pinochet. “Es el inicio del fin de la dictadura”, manifestó Lagos en su intervención. Y agregó, mientras apuntaba con su dedo y mirando fijamente a la cámara de TV: “Me parece inadmisible que un chileno tenga tanta ambición de poder para pretender estar 25 años en el poder”.
La salida de libreto del dirigente intentó ser contenida por la periodista, pero Lagos insistió: “Raquel, usted me va a excusar. ¡Hablo por 15 años de silencio! Y me parece indispensable que el país sepa que tiene una encrucijada y una posibilidad de salir de esa encrucijada civilizadamente, a través del triunfo del No”.
A más de 30 años, el episodio sigue siendo recordado. Consciente de las escasas posibilidades que la entonces oposición tenía de hacer sus emplazamientos en TV abierta, la puesta en escena había sido ensayada dos veces por Lagos junto a su equipo. Al segundo ensayo, Lagos apuntó con el dedo de forma “espontánea”, lo que fue valorado y varios coincidieron en que se tenía que incorporar el gesto en la aparición en vivo.
En sus memorias, el expresidente también explicó que hubo frases que no alcanzó a decir en el programa. Por ejemplo, quería denunciar “la farsa del plebiscito de 1980, e insistir en que esta vez estaríamos atentos y nuestros propios observadores vigilarían la votación”.
La derrota ante Jaime Guzmán (1989)
Fue la derrota más dolorosa para Lagos: cuando en 1989 perdió la elección senatorial por Santiago Poniente frente a Jaime Guzmán, el ideólogo de la Constitución de 1980 y referente intelectual del gremialismo. Por esos años, en Chile estaba implementado el sistema político binominal, que entró en vigencia como ley en esas elecciones.
Dicho sistema establecía que la lista o pacto electoral que obtuviese la mayor cantidad de votación solamente elegiría a dos integrantes, si que contaba con al menos el doble de la votación de la lista que saliera en segundo lugar. Esto en la práctica, hacía que un candidato no fuera electo pese a sacar mayor cantidad de votos que uno de una lista contraria, lo que aseguraba un cupo para al menos uno de los sectores. Dicho mecanismo fue cuestionado ampliamente, hasta que en 2015 se cambió.
Y fue justamente ese sistema el que tuvo como primera víctima a Lagos. En dichos comicios por parte de la Concertación de Partidos por la Democracia fue electo el DC Andrés Zaldívar, con el 31,27% de los votos. Lagos obtuvo el 30,62% de los sufragios, lo que no le alcanzó y el sistema binominal entregó el cupo a Guzmán, quien sacó el 17,19%.
La derrota fue dolorosa por la rivalidad política que tenían Lagos y Guzmán, al punto que algunos historiadores tildaron la senatorial de esa época como más interesante que la elección presidencial. El dirigente PS -la figura más rutilante de la izquierda en ese entonces- quedó fuera del primer Congreso del retorno a la democracia y debió buscar su futuro político en el gabinete de Patricio Aylwin, donde asumió como titular de Educación.
Primer socialista en llegar a La Moneda después de Allende (2000)
La llegada de Ricardo Lagos a La Moneda en marzo de 2000 marcó un nuevo hito. Se trató del primer presidente socialista de Chile desde el derrocamiento del gobierno de Salvador Allende, el 11 de septiembre de 1973.
Para llegar ahí, en las elecciones primarias de la Concertación de mayo de 1999, Lagos derrotó por 70-30 al candidato de la Democracia Cristiana (DC), Andrés Zaldívar.
Así, su postulación arrancó con fuerza. En ese momento, las encuestas le otorgaban una amplia ventaja por sobre la carta de la derecha, Joaquín Lavín (UDI). La primera vuelta, en todo caso, fue estrecha: apenas superó por 30 mil votos al ahora exalcalde de Las Condes y obligó al primer balotaje de la historia. Finalmente, se convirtió en Presidente, con el 51% de las preferencias.
Si bien en estricto rigor Lagos fue electo como militante PPD, él ha enfatizado que mantiene una “doble militancia”, con el Partido Socialista. Según ha explicado, “cuando se hizo un congreso socialista de unidad, en ese congreso se resolvió que yo tenía doble militancia. Que yo sepa no ha habido un congreso que diga algo en contrario”.
El “favorito” de los empresarios
Uno de las características que han acompañado la trayectoria política de Lagos es la armonía que logró entablar con los empresarios. Durante su administración -entre el 2000 y 2006- hubo algunas medidas políticas que fortalecieron, a juicio de ciertos sectores, el poder del mercado y a los sectores privados, por sobre el Estado. Entre las más emblemáticas están la firma de tratados de libre comercio y el sistema de concesiones.
El propio exmandatario se ha defendido de esas críticas y ha recalcado que dicha política pública contribuyó a dar recursos al Estado. En 2005, el entonces presidente de la CPC y de la Asociación de Bancos, Hernán Somerville, señaló que el empresariado “amaba al Presidente Lagos”.
El reconocimiento del mundo privado ha sido refrendado en numerosas oportunidades con sendas ovaciones cuando el expresidente ha participado de instancias como Icare y Enade.
El No a la guerra de Irak (2003)
En marzo de 2003, el entonces Presidente de Estados Unidos, George Bush, se preparaba para invadir Irak, gobernado por Saddam Hussein. En ese momento, Chile, junto a otros 15 países, integraba el Consejo de Seguridad de la ONU. Por eso, Estados Unidos esperaba atentamente el voto chileno para atacar el territorio iraquí.
En ese contexto, Bush llamó por teléfono a Lagos para pedirle su apoyo. El diálogo, reconstruido por Bob Woodward en su libro Plan of Attack (2004), es así:
-¿Ricardo, podemos contar con tu voto? -pregunta Bush.
-¿Estás seguro de que es momento de forzar la votación? (en el Consejo de Seguridad de la ONU) -responde Lagos.
–Es el momento, Ricardo. Hemos mantenido este debate demasiado tiempo. Yo quiero pedirte que me apoyes en ir a la guerra -replica Bush.
-No, no puedo apoyarte en ir a la guerra, si vas a la guerra sin el Consejo de Seguridad yo no te puedo apoyar. Pienso que hay que darle un mes más -dice Lagos.
–Mister President, le agradezco mucho su franqueza.
-”Yo me considero amigo de Estados Unidos y entre los amigos debemos ser francos y por eso he sido muy franco con usted», contesta Lagos, antes de que se cortara la conversación.
En 2021, en entrevista con La Tercera, el exjefe de Estado evocó ese momento: “Bush me pidió el voto para atacar Irak y le dije que Chile no estaba disponible”.
El fallido regreso (2017)
Como el día que los socialistas dieron la espalda a Ricardo Lagos fue conocido el domingo 10 de abril de 2017. En esa oportunidad, el expresidente había manifestado sus intenciones de competir para las presidenciales de ese año y se encontraba en plena campaña, pero el partido liderado en ese entonces por el hoy ministro Álvaro Elizalde dijo otra cosa. En esa oportunidad, el comité central proclamó al entonces senador Alejandro Guillier como el candidato presidencial para competirle a Sebastián Piñera.
De esta manera, su colectividad de toda la vida le quitó el piso, lo que lo obligó a bajarse de la carrera que solo hace unos meses -en enero de ese 2017- había lanzado. Mediante una declaración, el exjefe de Estado sostuvo: “Debo admitir que en mi propio espacio político, la centroizquierda, no se ha producido una convergencia en torno a este proyecto”.
Y añadió: “Por estos motivos he decidido renunciar a la aspiración de alcanzar nuevamente la Presidencia de la República. Lo hago con la serenidad de haber actuado siguiendo el mandato de mi conciencia y no persiguiendo intereses personales”.
La decisión del comité central generó revuelo en el partido, el cual recibió cuestionamientos por darle la espalda a uno de sus principales referentes.
El plebiscito constitucional (2022)
En julio de 2022, un día después de que la Convención Constitucional entregara su propuesta de nueva Carta Magna, y cuando casi el total de las fuerzas oficialistas -algunas a regañadientes- transparentaron que irían por el “Apruebo”, Ricardo Lagos golpeó el tablero.
En entrevista con La Tercera, el expresidente realizó un severo diagnóstico del término del, entonces, primer proceso constituyente. En concreto, señaló que la propuesta emanada del órgano que estuvo encabezado por Elisa Loncon y Jaime Bassa no generaba consenso. “Hay una responsabilidad de la constituyente... debieron hacer un esfuerzo mucho mayor por entender que no debieron ser tan partisanos”, afirmó.
Él, en todo caso, tampoco se la jugó por el Rechazo. “Como quiera que yo responda. Lo único que va a servir es para ahondar que unos u otros tienen razón. El país me conoce, no escabullo los bultos, los enfrento. Pero no lo voy a decir porque quiero que el ciudadano se exprese libremente y porque quiero también que volvamos a poder estar unidos en torno a una única carta que nos interprete a todos”, dijo en esa ocasión.
Sus palabras generaron un fuerte remezón en el oficialismo, ya que es una voz autorizada para abordar el tema: fue él, quien en 2005, negoció las reformas más profundas a la Constitución de 1980.
Dentro de esos cambios, que llevaron su firma, se incluyó el fin de los senadores designados, mayores capacidades fiscalizadoras para la Cámara de Diputadas y Diputados. También se redujo el periodo presidencial de seis a cuatro años, se eliminó la facultad de las Fuerzas Armadas de ser “garantes de la institucionalidad”, y se fijó que solamente el Presidente podía convocar al Consejo de Seguridad Nacional, entre otras.
“Tenemos hoy por fin una Constitución democrática, acorde con el espíritu de Chile, del alma permanente de Chile”, fueron las palabras de Lagos cuando promulgó los cambios.
Y tras el fracaso de los dos recientes procesos constitucionales, es el texto constitucional que incorporó esas reformas el que prevalece.
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